24 de abril de 2010
Tras la reciente erupción del volcán Eyjafjällajokull en Islandia, Vassula escribe esta explicación, porque atañe directamente a las profecías de los Mensajes de La Verdadera Vida en Dios
Uno de los muchos ejemplos en la Escritura de cómo reacciona Dios en los momentos de rebelión y apostasía se encuentra en Jeremías 4, 23-28. Jeremías dice:
“Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su luz. Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban. Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se habían volado. Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira. Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella. Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba.”
Dios nos ha estado advirtiendo incesantemente que regresemos a Él y nos reconciliemos con Él, y los unos con los otros. Cristo ha estado suplicando a Su Iglesia que se reconcilie y se una. Ha estado pidiendo a los pastores durante más de 25 años, en los mensajes de La Verdadera Vida en Dios, que se arrepientan y se reconcilien, logrando la unidad por medio de la unificación de las fechas de la Pascua. El mundo entero se está descomponiendo por su maldad y su apostasía, transgrediendo no sólo la Ley de Dios, sino todo lo que es Santo, ofendiendo a Dios sin cesar. ¿Por qué, entonces, alguien se sorprende cuando la gracia del Espíritu Santo aumenta en estos tiempos de oscuridad para ayudarnos? Pero la Oscuridad está persiguiendo a la Luz una vez más. Durante todos estos años, muchas personas han estado creando obstáculos y persecuciones, vertiendo acusaciones, burlas, difamaciones, prohibiciones y calumnias, mientras yo trataba de dar testimonio y trasmitir al mundo la Palabra de Dios, haciendo mi misión extremadamente difícil. Muchas de esas personas pensaban que estaban cumpliendo un santo deber hacia Dios…
Dicen las Escrituras: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. (Jn 1,1) La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. (Jn 1, 9-11). (Jn 1, 9-11).
A través de todos estos años, Nuestro Señor ha tratado de despertar un verdadero entendimiento en todos nosotros, dirigiéndonos repetidamente recordatorios: recordándonos lo que fue dicho en el pasado por los santos profetas y en Sus propios Mandamientos. Sus llamadas, al igual que las de Nuestra Santa Madre, eran llamadas al arrepentimiento, a la paz, a la unidad y a una vida de oración. Nuestro Señor vino y sigue viniendo al mundo de esta manera para iluminar a todos aquellos que se han extraviado, pero hasta el día de hoy muy pocos han reconocido la gracia de Su presencia y aún menos han aceptado Su llamada. No se olvidó de venir en primer lugar a Su propio dominio, entre los Suyos. Pero la carne, por su dureza de corazón y su incredulidad, rechazó el Amor una vez más. Hasta el día de hoy son muy pocos los que Le han aceptado enteramente en Su misericordiosa llamada al arrepentimiento, no sólo haciendo de menos Su misericordia, sino también rechazándola, no permitiéndole reinar en sus corazones.
Hoy la actitud del mundo, igual que la del Faraón, consiste en rechazar, por su terquedad e incredulidad, todo lo que es Santo. Refiriéndose a algunos, Nuestro Señor dice que su comportamiento es peor que el de Sodoma y Gomorra.
En el año 1991, el 11 de septiembre, exactamente diez años antes del gran desastre de las dos torres en Estados Unidos, Nuestro Señor, mirando a la tierra con desagrado, nos advirtió con estas palabras:
“Y Yo, por Mi parte, tengo Mis Ojos puestos en el mundo de hoy, registrando nación tras nación, escudriñando alma tras alma, buscando algo de calor, algo de generosidad y algo de amor; pero muy, muy pocos gozan de Mi favor. Muy pocos se preocupan de vivir una vida santa. Y los días vuelan y las horas están ya contadas antes de la gran retribución (.)” (De repente, Jesús cambió de tono, y después de esperar unos segundos, con un tono muy grave que me dejó sobrecogida, dijo:) “La tierra temblará y se sacudirá. ¡Y todo el mal edificado en las Torres (como las torres de Babel) se colapsará en un montón de escombros y será enterrado en el polvo del pecado! ¡En lo alto, los Cielos se estremecerán y los cimientos de la tierra se tambalearán! Orad para que la Mano del Padre no caiga en invierno. Las islas, el mar y los continentes serán visitados por Mí inesperadamente, a través del trueno y de la llama. Escuchad atentamente Mis últimas palabras de aviso, escuchad ahora que aún hay tiempo. Leed Nuestros Mensajes y dejad de ser despreciativos o sordos cuando el Cielo habla. (.) Pronto, muy pronto ya, los Cielos se abrirán y os haré ver al Juez.” (11 de septiembre de 1991). (11 de septiembre de 1991)
El 11 de septiembre de 2001 (justo diez años después de ese mensaje) el mundo se traumatizó con la caída de las dos torres, llevándose tantas vidas, entre ellas las de muchas personas inocentes. Horribles escenas apocalípticas aparecieron ante el mundo entero, pero a pesar del horror que se nos vino encima, en vez de volvernos de verdad hacia Dios y arrepentirnos, el mundo se volvió peor que antes y se dispuso a la guerra. En vez de entender que esto había sucedido por causa de nuestras propias faltas, pecados, culpabilidad, apostasía y rechazo de Dios por parte del mundo, continuamos escuchando a Satanás y siguiendo su camino, en vez de seguir el camino que Dios nos estaba mostrando.
Además, antes de eso, Cristo nos había advertido varias veces acerca del tsunami. La primera advertencia se remonta al 10 de septiembre de 1987:
Escribí en mi cuaderno: “De repente Jesús me recordó un sueño que tuve la noche anterior y que había olvidado. Era la visión que había tenido últimamente, pero parecía peor en mi sueño.” Entonces dijo el Señor:
“Escucha, te he permitido ver la visión durante tu sueño para hacértela sentir. No, ¡no hay escapatoria!”
Yo escribí: “Recuerdo que cuando vi llegar esa cosa roja que caía del cielo sobre nosotros, como una ola gigante, traté de correr y esconderme, aunque sabía que era imposible.” Entonces pregunté a Nuestro Señor: “Pero, ¿por qué hacer eso si nos quieres? ¿Por qué?” El respondió:
“Se me conoce como un Dios de Amor, pero también como un Dios de Justicia.” Yo pregunté: “¿Qué podemos hacer para detener eso?” Dios respondió: “Enormes reparaciones se requieren ahora de todos vosotros. Uniéndoos y siendo uno, amándoos los unos a los otros, creyendo en Mí, creyendo en Mis Obras Divinas, porque Yo estoy siempre entre vosotros.”
La noticia del tsunami nos dejó a todos conmocionados y consternados, pero nadie puede decir que Dios no nos había enviado avisos. Cuando se recibieron avisos por medio de los que Él había escogido como portavoces, muchos dijeron: “No tenemos ninguna necesidad de esas advertencias, tenemos en nuestro poder el consuelo de los libros santos de los Padres y de la Santa Biblia. No hemos dejado nunca de ofrecer sacrificios y también oraciones, por tanto, ¿qué tiene que decirnos Cristo además de lo que ya nos ha dicho?” Y se taparon los oídos.
El 24 de diciembre de 1991, la víspera del Nacimiento de Cristo, recibimos otro mensaje de Él, que estaba muy ofendido:
“Hoy vengo a ofrecer Mi Paz a toda la humanidad, pero muy pocos escuchan. Hoy vengo en son de paz y con un mensaje de Amor, pero la Paz que ofrezco está siendo blasfemada por la tierra y el Amor que les doy está siendo burlado y escarnecido en esta Víspera de Mi Nacimiento. La humanidad está celebrando estos días sin Mi Santo Nombre. Mi Santo Nombre ha sido abolido y se toman el día de Mi Nacimiento como un gran día festivo de ocio, adorando ídolos. Satanás ha entrado en los corazones de Mis hijos, encontrándolos débiles y dormidos. Yo he advertido al mundo.”(24 de diciembre de 1991)
Cristo nos muestra que se siente muy ofendido cuando celebramos la Navidad como un simple día festivo, sin Su Santo Nombre y sin acordarnos de su verdadera causa: el Nacimiento de Cristo.
En Navidad se pide a todo cristiano que celebre el nacimiento de Cristo con alegría, yendo a la Iglesia y celebrando el Santo Nombre de Nuestro Salvador y Redentor. Muchos, a causa de su apostasía, celebran y rinden culto al árbol de Navidad en vez, intercambiando regalos, comiendo hasta enfermar y divirtiéndose hasta la locura.
Después de esa fecha ha habido varios avisos.
Otro aviso nos fue comunicado el 18 de febrero de 1993:
“Mirad, se acercan los días en que Yo voy a venir por medio del trueno y del Fuego, ¡pero, para Mi aflicción, os encontraré a muchos inconscientes y sumidos en un profundo sueño! Te estoy enviando, creación, mensajero tras mensajero para atravesar vuestra sordera, pero ya estoy cansado de tu resistencia y tu apatía. Estoy cansado como nunca de tu frialdad. Estoy cansado de tu arrogancia y tu inflexibilidad cuando se trata de juntarse para la unidad. Has colmado y desbordado la Copa del Estupor. Intoxicados por vuestra propia voz, os habéis opuesto a Mi Voz, pero no será para siempre. Pronto caeréis, porque os habéis opuesto a Mi Voz, con los disparates engañosos de la vuestra. Naturalmente, Mi Iglesia está en ruinas a causa de vuestra división. (.) La tierra se sacudirá y, como una estrella fugaz, se moverá de su sitio, extirpando de su lugar montañas e islas. Naciones enteras serán aniquiladas. El cielo desaparecerá, enrollándose como un pergamino, igual que lo viste en tu visión, hija. Una gran angustia caerá sobre todos los ciudadanos, y ¡hay del incrédulo! Escúchame: si los hombres te dicen hoy: “Ah, pero el Viviente tendrá Misericordia de nosotros; tu profecía no viene de Dios sino de tu propio espíritu”. Diles: Aunque se os considera vivos, estáis muertos. Vuestra incredulidad os condena, porque os negasteis a creer en Mi tiempo de Misericordia y prohibisteis que Mi Voz se propagara a través de Mis portavoces enviados a advertir y salvar a Mis criaturas.”(18 de febrero de 1993)
Según los científicos, cuando sucedió el terremoto submarino, la tierra entera se sacudió, se detuvo por una fracción de segundo y se desvió de su eje normal. La isla de Sumatra y también otras islas se desplazaron varios metros de sus lugares originales. Una de ellas, que se creía había desaparecido del todo, fue luego redescubierta en otro lugar.
Después, el 7 de febrero de 2002, Dios nos envió de nuevo una última advertencia. He aquí un extracto:
“Mi Reino Imperial está a vuestras mismas puertas, pero ¿estáis preparados para recibirme?
Con generosidad y con regia prodigalidad he dispuesto un banquete de alimento espiritual para reanimar vuestro espíritu. Cuando Yo estaba ahí, esperándoos para alimentaros con Mi Propia Mano, para salvaros de la muerte, os negasteis a dar un paso al frente. Considerando, por tanto, vuestra reticencia hacia una verdadera metanoia (arrepentimiento, conversión) y la hostilidad que en cambio habéis demostrado hacia Mis avisos, las anteriores escenas de lamentos que se produjeron (el 11 de septiembre del 2001) no son nada comparadas con las mañanas de duelo que os aguardan; mañanas de duelo que serán provocadas por vuestra propia mano. (.) (Estáis) poniendo en peligro no sólo la tierra, sino también la estabilidad de todo el cosmos. (.) Veo desde lo alto, con dolor, cómo se volverán contra vosotros vuestros designios. El mundo está ya saboreando los frutos de su propio plato, provocando que la naturaleza se rebele con convulsiones, acarreando sobre vosotros catástrofes naturales, asfixiándose con v