Soberano desde el principio,
escucha mi oración.
Mi alma, mi corazón, están sedientos de Ti.
Mi mirada anhela verte, y
no miro a nadie más,
pues no hay ningún dios con quien se Te pueda comparar,
nada es más Grande que Tú,
pues Tú Solo eres estupendamente Grande.
Por esto, reúne las naciones,
para que den gracias y que alaben
Tu Santo Nombre
alrededor de un Sólo Tabernáculo.
Que ofrezcan Tu Sacrificio,
juntos, a Nuestro Padre del Cielo,
con una voz y un Mismo Espíritu.
Guardián de nuestra alma, maravillosamente Fuerte, Invencible,
que toda Tu Creación
Te sirva en la Santísima Trinidad.
Concédenos esta bendición. Amén.

2 de octubre de 1995 (29.12.1989) (Extracto tomado de: Una Llamada Nupcial Divina ‘)