24 de diciembre de 1996

(Tenía un largo viaje en perspectiva, pero el Padre O’Carroll decidió dejar de viajar conmigo. Yo me preguntaba si tendría que viajar sola…)

¿Señor?

Yo Soy.

No debes ir sola1. Para este viaje, te enviaré a un hermano. Él será tu compañero en esas reuniones. Sé lo ansioso que está por ayudarte en estos tiempos difíciles. Por eso te lo estoy enviando.

No permitas que tu corazón se turbe por culpa de los que te persiguen, ni por aquellos2 que buscan encargos ilusorios. Están satisfaciendo sus propias necesidades, no las Mías… Se dejan arrastrar por cualquier viento que se cruza en su camino. Estos son los que ahondan Mis Heridas. Por eso, amadísima Mía, te envío este hermano, precisamente para este viaje.

Que lo que vosotros hagáis por Mi Sagrado Corazón, traiga a muchos de regreso a Nosotros, para compartir Nuestra Gloria Eterna.

Yo, Jesús, te bendigo. IC.


1 Esto sonó como una orden.
2 El Señor me dio a entender de quienes hablaba.