10 de diciembre de 1995
La paz esté contigo. Tu objetivo debe ser permanecer en la Verdad y atraer a todos a la Verdad y a Mi Reino. Yo soy la Verdad, y Mi Reino en la tierra es Mi Iglesia, y Mi Iglesia es Mi Cuerpo que llena toda la creación1. Y la Vida de Mi Iglesia es Mi Santa Eucaristía, el Camino a la vida eterna. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Yo soy Amor; amadme y viviréis. A través del amor vuestra alma empezará a buscar las cosas celestiales. El mundo no puede ofreceros nada que provenga de Mí. Aferraos a Mí y permaneceréis arraigados en Mí y así os ganaréis la vida eterna que os prometí. Yo te he llamado, Vassula Mía, y te he tomado para atraer, a través de Mi Llamada, a muchos pecadores al arrepentimiento.
En presencia de muchos testigos, he hablado a través de ti, apareciendo en tu lugar. Algunos Me han visto y han creído. Dichosos los que no han visto y sin embargo creen. Realmente te he confiado este Mensaje porque sabía que cuidarías bien de Mis Intereses. He dicho que te he confiado este Mensaje; este Mensaje no añade nada nuevo a las Escrituras. Todo lo que he dicho en este Mensaje está escrito en las Escrituras, pero aún no habéis entendido plenamente lo que está escrito.
Me oísteis decir que os enviaría el Paráclito, para que estuviera con vosotros para siempre y en aquellos que Me amen, y para que os enseñara todo. Mi Espíritu será vuestro Consejero y Educador. Sin Él, incluso Mis Discípulos no entendieron nunca plenamente ni a Mí, ni Mis enseñanzas. Pero, el día que regresé al Padre, les envié el Paráclito para que les recordara todo lo que Yo les había dicho mientras estaba con ellos.
Estoy totalmente preparado ahora para ir a vosotros, pero aún no habéis entendido cómo ni de qué manera. Sin embargo, no he estado hablando en metáforas. Os digo solemnemente que voy a enviar Mi Espíritu Santo, con toda fuerza, sobre toda la humanidad, y como signo precursor mostraré portentos en el cielo como nunca antes…Habrá un segundo Pentecostés para que Mi Reino en la tierra2 sea restaurado. Muchos de vosotros preguntáis: “¿Cuándo? ¿Cuándo sucederán todas estas cosas?” No corresponde a nadie saber los tiempos ni las fechas que el Padre ha decidido por Su propia autoridad. En el pasado, vuestros predecesores mataron a todos los que anunciaron Mi Venida. Y ahora, en vuestra generación, estáis haciendo lo mismo. ¿Cuánto tiempo más vais a resistiros a Mi Espíritu Santo de Gracia?
Arrepentíos de esta maldad vuestra y rogad para que nada de lo que habéis dicho os condene. No dudéis más, pronto recibiréis una efusión de Mi Espíritu Santo para que recobréis vuestra fortaleza. Y tú, hermana Mía, recibe la ternura de Aquel que te formó. Allí donde tú fracasaste, Yo triunfé. Donde te faltaba, Mi Espíritu Santo suplió. Mi compasión por ti es inmensa. Continúa poniendo por obra las lecciones que has aprendido de Mí. Aprende que completaré Mi Obra triunfante.
Vassula ¿irás Conmigo todavía una milla más?
Desde luego, si aún tengo pies para poder caminar Contigo.
El severo trato que te están dando no te afectará. Mi Mensaje ha sido revelado a Mis santos y a los que tienen un corazón de niño. La Sabiduría se aparta de los sabios y los doctos, pero todos los que han levantado su espada contra ti perecerán por la espada. Mis Palabras no han encontrado acomodo en ellos, no, porque falta amor…
Se llaman a sí mismos doctores de la ley… ¿De qué ley? ¿La Mía o la suya? Si hubieran guardado Mi Ley, habrían entendido Mi lenguaje3, pero no asimilan lo que he dicho.
Ah, Vassula, devuelve amor por mal. Perdona y mantén Mi silencio frente a cualquier censura lanzada contra ti. El hombre da de lo que tiene; por lo tanto, hónrame, puesto que tú vienes de Mí.
Ve a donde Yo te envíe; ve como testigo y proclama abiertamente todo lo que el Padre y Yo te hemos enseñado. La hora de Satanás ya está aquí, pero pronto San Miguel se alzará y ¡ay del pecador que no se arrepienta! Ahora el demonio está vomitando su rabia —el aguijón de la iniquidad— sobre ti y sobre cada una de Mis intervenciones para vuestra salvación, pero Mi Espíritu Santo vendrá a socorreros y Mi Mensaje será un cántico continuo para los oídos que quieran escuchar.
Ora, Vassula Mía, porque tus oraciones Me deleitan. Yo te bendigo.