12 de abril de 1995
¿Señor mío?
Yo Soy. La paz esté contigo. ¿Quieres escribir hoy con Nosotros?1
Sólo si quieres que lo haga, Señor.
Queremos… Si permaneces con Nosotros, pequeña, harás grandes progresos, así que, ¿quieres servirnos, tú que perteneces a la Santísima Trinidad? Sirviéndonos a Nosotros, Nos estarás obedeciendo y glorificando.
Yo os serviré con suma alegría.
Haznos saber de qué modo hemos venido a ti, luego permítenos cantar Nuestro Nuevo Cántico2 a través de tu boca. Los que aún no estén contaminados por los poderes del mundo serán atraídos hacia Nosotros, hacia el interior de Nuestra Luz Imperecedera. Hoy Nosotros te estamos enviando como una llama ardiente para reavivar en cada corazón esa llama vacilante que está casi extinguida.
Nuestra Presencia a través de esta Llamada es: perdón. Nuestra Presencia entre vosotros es: gentileza y ternura, pero pronto se oirá Mi Voz entre vosotros como el estampido de un trueno.
Mi Voz será la de la Justicia. Vendré a purificar la tierra. Mi purificación será como un pequeño Juicio, y será con rectitud.
(Mensaje de Jesús a los Estados Unidos de América:)
Dile esto: a pesar de que Yo, personalmente, conduje a muchos de vuelta a la fe mediante Mi Llamada, la tierra continúa languideciendo con la rebelión, marchitándose a causa de su sequía. Si, en estos días, Mis Ojos no cesan de derramar lágrimas de sangre es debido a que muchos de vosotros, cuyos ojos han visto Mi Gloria, Mi Misericordia y Mi poderosa intervención en estos años atrás ¡seguís hoy tentados de volver la mirada hacia lo que Yo juré destruir!
¿Dónde estáis los que contabais los minutos para estar Conmigo? ¿Dónde está el ardor que tuvisteis un día para defender Mi Nombre y conservarlo santo? Tú, que estabas muy lejos de Mi Corazón y que viniste a Mí, diciendo: “Estoy enfermo”, y a quien Yo curé, has vuelto a prestar oídos a la apatía.
En medio de Mi aflicción, estoy llamando, pero ¡tantos de vosotros desdeñáis todos Mis avisos! Yo digo: “Entregad Mis Mensajes a todas las ciudades para que cambien sus vidas”. Pero, tan pronto llamo, Mi Voz es ahogada por esa bostezante oscuridad que habita en Mis ciudades… ¿Valgo tan poco a vuestros ojos? Yo, que he alentado en vosotros un espíritu de vida, ¿no merezco más para vosotros? Tantos de vosotros leéis y leéis Mis Mensajes pero sin vivirlos, porque, hijos Míos, leéis sin entender3.
En cierto momento, vuestro corazón inflamado Me grita alabanzas, y al momento siguiente la llama en vuestro interior se extingue.
Tan tiernamente como un padre trata a sus hijos, os he tratado Yo, y he revelado a vuestro corazón este Tesoro Inagotable que había estado oculto durante generaciones, y que estaba guardado para vuestros Tiempos, estos Tiempos en los que el Conocimiento y la Fe serían despreciados debido a la frialdad del mundo. Mi Tesoro estaba reservado para el final de los tiempos en el que estáis viviendo ahora, cuando la gente iba a preferir su propio placer a Dios, entregándose a todo mal en vez de al bien.
Estoy derramando sobre vosotros el Tesoro Inagotable de Mi Sagrado Corazón, como cascadas de arroyos, por montañas y valles, para haceros fuertes en vuestro amor y dispuestos para Mi Reino. He sido como un manantial, manando en los barrancos, bajando entre las montañas, atrayendo a los sedientos. Durante los años pasados os he ofrecido todo lo que el Cielo tiene para ofrecer, así que, decidme, ¿qué podría Yo haber hecho más para salvaros que no haya hecho?
Hijos Míos, os he dado Mi Ley al principio para manteneros con vida. Hasta hoy, no habéis guardado Mi Ley, porque no vivís en el amor de Dios. Mientras no tengáis amor por vuestro Padre del Cielo, no podéis amar a vuestro prójimo y no podéis decir que estáis obedeciendo los Mandamientos. Mientras que no esté vivo en vosotros lo que os fue enseñado al principio, seguís sin estar enraizados en Mí. ¿Cómo podéis decir: “Vivo en Jesús y en mi Padre”? ¿No habéis oído que toda la Ley pende de estos dos grandes Mandamientos? Os pregunto solemnemente: “¿De qué le vale a una persona haber ganado el mundo entero si ha perdido el don del amor?”. Haber perdido el don del amor es haber perdido el conocimiento de Dios, pues si alguien no tiene amor por el Padre, está quebrantando todos los Mandamientos.
Os digo que si vuestro amor no se hace más profundo de lo que es ahora y no crece, nunca podréis entrar en Mi Reino. Aprended a glorificar al Padre y a amarle, para que el Padre y Yo hagamos Nuestra morada en ti. Aprended a añorar y desear al Padre para que vuestra vida se convierta en una oración incesante. Si decís que sois de Dios, entonces amaos unos a otros tanto como Yo os amo, para que viváis una Verdadera Vida en Dios.
¿No han percibido vuestras mentes Mi Gloria todos estos años que os he estado enseñando? Pronto regresaré a vosotros, así que no os aventuréis a decir: “Todavía tengo tiempo de hacer progresos”. ¡Venid ahora y arrepentíos! El fruto del arrepentimiento es el Amor. De modo que venid ahora y aprended a ser gratos en vuestro amor a vuestro Padre Celestial. Aprended a amar no sólo a vuestro prójimo sino también a los que consideráis vuestros enemigos. Si sois misericordiosos con ellos, también vuestro Padre del Cielo os mostrará a vosotros misericordia. En Mi Casa sólo tengo amor.
Os he llamado por vuestro nombre para daros Esperanza. He abierto Mi Sagrado Corazón y os he ofrecido toda Mi Riqueza y todos Mis Tesoros, que había ocultado durante siglos. He descendido de Mi Trono para estar entre vosotros, con Mi Corazón en Mi Mano, para ofreceros a todos este Tesoro que está dentro él. Entonces, cuando abrí Mi Boca y hablé, os quedasteis asombrados de Mi perfecta belleza. Para estimular vuestro amor, y para reanimaros, exhalé sobre vosotros Mi delicada fragancia de perfume. En la juventud de vuestra conversión, Me abristeis vuestro corazón libremente y Me pedisteis que os condujera con Mi cayado de Pastor, y así lo hice. Del rebaño que apacenté, muy pocos permanecieron en el redil. Vuestra resistencia a la maldad no se sostuvo, vuestros pies se alejaron progresivamente de Mi Corazón y acelerasteis vuestros pasos hacia el rencor y el engaño…
Os habéis vuelto quisquillosos, y zarzas y espinas ahogaron el poco amor que estaba creciendo y que era Mi delicia y Mi honra. ¿Cómo podéis decir que vuestros ojos observan Mis Mandamientos cuando incansablemente ponéis a vuestro prójimo a prueba? Mi Padre y Yo hemos viajado desde el Cielo para recordaros a cada uno que abráis vuestros corazones para recibirnos antes de Mi paso visible por esta tierra. Orad para que esta Hora no os encuentre desprevenidos, con un corazón de piedra. Orad para que esta Hora no halle vuestro espíritu vacío.
Venid a vuestro Rey con un corazón abierto, y también vosotros compartiréis Su Mesa Real que es: amor.