23 de agosto de 1994
¿Señor mío?
Yo Soy. Pequeña; recibe Mi Paz.
He venido a ti para encontrar algo de consuelo en tu corazón. Tengo una herida en Mi Corazón que es insoportable… Hoy los seguidores de la Bestia están profanándome en el Sacramento de Mi Amor. El Amor está siendo traicionado, escupido y pisoteado. Estoy en sus perversas manos. ¿Sabes lo que eso significa? Mi Sacrificio Perpetuo está en sus manos. Me están apedreando y han jurado entre ellos suprimirme de Mi Tabernáculo.
¡Mira! Se acerca el día en que declarará oficialmente que debo ser abolido de Mi Tabernáculo para erigir en Mi lugar un címbalo vacío… Y la profecía de Daniel se cumplirá. Hija, nunca flaquees en tu fe y tu fidelidad, nunca duermas, nunca dudes. Descansa en Mí, amadísima Mía, descansa en Mí… IC.
¡Generación!
No puedes decir que no,
nunca puedes decir a tu Redentor:
“Estoy yaciendo completamente solo
en mi propia tierra, sin nadie que me levante”,
cuando llegue Su Día.
Cuando seas golpeada con Fuego,
generación, ardiendo y abrasándote,
y tus jardines se marchiten
lo mismo que tus viñedos,
no digas a tu Redentor:
“Tráeme algo de comer y de beber”,
porque es ahora cuando debes arrepentirte
y dejar de atizar lo que es malvado.
Y en cuanto a los impíos que profanan
el Sacrificio Perpetuo de Nuestro Señor,
y que tienen a la Muerte por amiga,
el Fuego rugirá sobre vosotros
con más ferocidad que nunca,
a menos que el Señor escuche
vuestro grito de arrepentimiento.