29 de octubre de 1991

¡Dios mío!

Yo Soy. Sola, no estás. Yo estoy presente y contigo. Vassula, permíteme hablarte, ten fe en Mí, Yo estoy cerca de ti. Ven, concéntrate y medita en Mí. Trabaja para Mi Gloria, hija, háblales1 de esta manera:

“Benditos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Todos sois muy valiosos para Mí. Orad más que nunca y Yo proveeré a los miserables, sanaré a los ciegos y enseñaré Mi Ley a cada uno de vosotros, desde los extranjeros a los vuestros.

El Amor os ama.

(Este es un mensaje preliminar como introducción a todo mi viaje por Inglaterra.)

(Más tarde:)

Vassula, sé constante en tus oraciones. Yo te amo, hijita Mía, y, ¡ah!, qué bien conozco tus debilidades, hija. Trae a Mis hijos a la verdadera fe, tráelos a todos a Mí. Ésta es también parte de tu misión.

¡Ah, hijita Mía! Ten fervor por Mí, tu Señor.

Señor mío, no todos escuchan estos mensajes cuando los proclamo. ¿Es posible que no los hayan entendido? No hablo de mí, hablo también de las apariciones actuales y de otras personas que has utilizado como Tus instrumentos de un modo sobrenatural. Te lo preguntaré directamente: ¿cuántos de la alta jerarquía prestan oídos hoy, de manera positiva? ¿Cuántos?

Y sólo ayer ¿cuántos de los sumos sacerdotes y los escribas Me prestaron oídos y se mostraron positivos? Vassula, hay un resto elegido por gracia para creer. Las Escrituras dicen: Me revelé a aquellos que no Me consultaron. Sin embargo2, desde el principio he invitado a todo el mundo a Mi Escuela.

Mi Espíritu Santo es vuestro Guía,
vuestro Esposo3
y vuestro Maestro
.

En verdad os digo que pronto reuniré a todas las naciones en un círculo de Amor, y Mi Espíritu habitará en vosotros, dando vista a los ciegos, pues la Luz que se os dará es: Mi Luz Trascendente. Pero ¡qué difícil es, para los que han acumulado riquezas en su espíritu, penetrar en Mi Luz! ¡Qué difícil es para los sabios penetrar en el Espíritu y percibir Sus profundidades! ¡Qué difícil es para ellos entrar en Mi Reino! Os lo digo solemnemente: los desechos de vuestra sociedad y aquellos que consideráis indignos lo conseguirán antes que ellos.

¡Sí! ¡Los que no podían distinguir el bien del mal, los que no podían distinguir su mano izquierda de su derecha! Yo he estado invitando y sigo invitando a todo el mundo a sentarse a la mesa Conmigo, pero muchos no han respondido a Mi invitación. Se han reído y burlado de Mi Misericordiosa Llamada y, con sus enseñanzas, han hecho tropezar a otros que querían venir. Compara todo esto con Mi parábola del banquete de bodas4.

Yo regresaré5,

y ellos temblarán. Temblarán cuando se den cuenta de a quién estuvieron rechazando todo este tiempo. Renunciaron a Mi Espíritu y se dejaron guiar por su propio espíritu. Renunciaron a Mi Luz por la suya. Renunciaron a Mi Conocimiento Celestial, otorgado por la Sabiduría, por una filosofía mediocre y por su propio conocimiento racional.

Ellos han apostatado

puesto que han rechazado Mi Espíritu, Mi Luz y Mi Conocimiento. Les quitaré Mi Reino y se lo daré a un pueblo capaz de producir sus frutos. Entonces acogeré a esa gente como Mía y les pediré que vengan Conmigo, para compartir casa Conmigo. De hecho, esa hora ya ha llegado. He decidido atraer junto a Mí a los de mala reputación, a los que deambulan por todas las esquinas, a los indignos, a los que son nada de nada, a los miserables y a los que nunca conocieron Mi Nombre. Me volveré hacia un montón de miserables que nunca Me amaron y haré de ellos una nación de Amor, una nación santa, y ellos Me glorificarán. Serán llamados sacerdotes del Dios Vivo, sacerdotes del Amén, y con este sacerdocio Yo reconstruiré Mi Iglesia. En esos corazones os uniré a todos, y Mi Cuerpo descansará. La hora ha llegado y nadie puede detener esta hora de Mi Espíritu Santo.

Cuando veáis al mundo desintegrarse bajo vuestros pies, cuando miréis a vuestra izquierda y veáis los reinos vacilar y las ciudades reducidas a un montón de polvo, y las montañas tambalearse a vuestra derecha, sabed que ésas son las señales del comienzo de la efusión de Mi Espíritu Santo. Cuando veáis a Mis alumnos, que Yo Mismo he formado, predicando sin miedo en Mi Nombre, no les interrumpáis. Resistid la tentación y discernid el sonido de sus pasos. Yo seguiré enviándoos estos santos para que reúnan a su paso a todos los miembros seccionados de Mi Cuerpo, y nadie, ni siquiera los espíritus impuros, podrá detenerlos. Por el contrario, caerán ante de ellos porque sabrán que el Amén es su Maestro.

El Amén estará pronto contigo,
hijita Mía.
Aquel que es tu Consolador
y cuya Casa se halla
en una Luz inaccesible,
te sumergirá finalmente en Su Luz,
y te absorberá.
–Yo soy Amor–

Bendito sea Tu glorioso y Santo Nombre.
Sea alabado y exaltado por siempre.


1 A la gente con la que me reuniría en Inglaterra.
2 Rm 10,20.
3 Alusión a Is 54,5.
4 Mt 22,1-14.
5 El segundo Pentecostés: la efusión del Espíritu (Jl 3).