24 de enero de 1991

¿Señor mío?

Yo Soy. Te doy Mi Paz. Escribe:

(Mensaje para los grupos de oración.)

La paz esté con vosotros.

Amadísimos, vosotros a quienes Mi Corazón procura atraer sin cesar, vosotros a quienes Mi Corazón ama con locura, vosotros a quienes He creado por Mi Sublime Amor, vosotros de cuyo cuerpo he hecho Mi Templo, vivid santamente… Y vosotros que pecáis constantemente, ofendiéndome: Mi Corazón os ha perdonado.

¡Alegraos! ¡Estad gozosos! Porque vuestro Maestro no está lejos, vuestro Señor está en Su camino de Retorno. Venid a alabarme. Venid… incluso los guijarros y las rocas clamarán pronto a Mi Regreso: “¡Bendiciones para el Rey que viene!” Quienquiera que venga a Mí, incluso en su estado de pecado, y se arrepienta, Yo no lo rechazaré.

Pero, hasta hoy, hay algunos que no creen en Mi Misericordia ni en Mi Amor. No sólo no creen, sino que son ellos los que Me traicionan. Hoy os digo como dije una vez: “Nadie puede venir a Mí si no se lo permite el Padre”1. Por eso os digo que oréis, para que todos podáis recibir la Gracia por la Misericordia del Padre. Gracia para convertiros. Sí, para “venir” a Mí es necesario ser traído por la Gracia concedida desde de lo alto. Nunca rechazaré a quienquiera que acepte esta Gracia. Por lo tanto, no desperdiciéis vuestro tiempo buscando objeciones para discutir las Obras de Mi Espíritu. Si Yo llamo y vosotros no respondéis, no estáis respondiendo a la Gracia. Amadísimos, os pido que oréis para que cada uno reciba esta Gracia de creer y convertirse.

Las Palabras que Yo os estoy dando son Espíritu. Elevan, reviven y dan Luz a vuestra oscuridad interior. Hijos Míos, os he dado muchas señales para que creáis que el Espíritu está activo y vivo, por lo tanto, no esperéis señales materiales. Mi Espíritu viene estos días con plena fuerza para ayudaros, ahora que la noche está haciendo más profunda su oscuridad a vuestro alrededor. ¡Cómo se compadece Mi Corazón al ver vuestras pequeñas manos tanteando el camino a través de esa noche! Os estoy dando muchas señales para que podáis creer que, en estos días, Mi Espíritu se está derramando sobre toda la humanidad como nunca antes. Así que, a vosotros, que todavía vaciláis, desconfiados y dudosos, pidiéndome que os dé una señal para mostraros que estos Mensajes, entre otros extendidos por el mundo, proceden de Mí, os digo de nuevo con toda solemnidad: no fue Moisés quien dio a vuestros antepasados el pan del Cielo, sino Mi Padre. Fue Él quien les dio el pan del Cielo. Es Mi Padre quien os alimenta, porque el Pan de Dios2 es el que desciende del Cielo y da vida al mundo.

Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto. Y Yo di ya a las multitudes un precedente de Mi Eucaristía. Multipliqué los panes para alimentarlos, igual que os alimento a vosotros con Mi Cuerpo para daros Vida. También multipliqué los peces, un símbolo de Mi Nombre, un símbolo de Aquel-Que-Os-Alimenta, un signo simbólico de Mi Nombre: ΙΧΘΥΣ, que significa: Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador. Por eso, os digo hoy, con toda solemnidad, que los Mensajes que Mi Espíritu está derramando en cada nación no son meras palabras, son Espíritu y son Vida. ¿No habéis leído lo que dicen las Escrituras: “Él les dio a comer pan del Cielo”?3 ¿No son estas señales suficientes para convenceros? Hoy estoy alimentando vuestro desierto interior con un Pan Celestial, otro alimento milagroso más. Un Alimento Milagroso que no se corrompe, sino que reanima vuestro espíritu, porque, así como la tierra hace crecer nuevas cosas, como un jardín hace brotar las semillas, así Mi Alimento Glorioso reactiva en vosotros la Vida, el ardor y la devoción. Como una chispa que puede producir fuego, así Mi Espíritu Santo desciende sobre vosotros para reanimar la llama vacilante de vuestro interior, convirtiéndola en un ardiente Fuego de Amor…

Las Escrituras dicen: “Una persona sin espiritualidad es la que no acepta nada del Espíritu de Dios. Lo ve todo como necedad porque está más allá de su comprensión, ya que sólo se puede entender por medio del espíritu”4. Los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra están ya a vuestras puertas. Sin embargo, muchos de vosotros no lo habéis comprendido y lo veis todo como necedad. Esa gente sin espiritualidad prefiere tomar todas Mis Señales de un modo superficial, y menosprecian Mis Mensajes Celestiales. Pero las Escrituras se están cumpliendo porque, efectivamente, habían anunciado que durante los últimos días habrá gente que se burlará de Mi Promesa

Puesto que Yo sabía que los hombres tienen una capacidad infinita de pecar y que el Enemigo sería entronizado dentro de Mi Santuario al final de los Tiempos, Me he reservado un resto para que sean los constructores de Mi Nuevo Santuario, las Primicias de Mi Espíritu. Como una vez reservé para Mí siete mil hombres que no habían doblado la rodilla ante Baal en tiempos de Elías, también hoy, por Mi Gracia, Me he reservado ese resto de ciento cuarenta y cuatro mil personas5 todas con Mi Nombre y el Nombre de Mi Padre escrito en sus frentes6. Éstas son las que jamás permiten que una mentira atraviese sus labios7. Éstas son Mis primicias de los Nuevos Cielos y de la Nueva Tierra. Éstas serán los árboles8 de vida que darán doce9 cosechas de fruto al año, una cada mes, y cuyas hojas serán la curación de los paganos10.

A fin de refrescar vuestra memoria, os explicaré una vez más lo que dice el libro del profeta Ezequiel11: “A lo largo del río, en ambas orillas, crecerán toda clase de árboles frutales”. Esto significa los ungidos del Espíritu, desde los sacerdotes a los laicos. “Con hojas que nunca se marchitan y frutos que nunca se agotan, darán fruto cada mes, porque esta agua12 procede del Santuario”13, puesto que esta agua brotará y manará del trono de Dios y del Cordero, fluyendo cristalina por el centro de la calle de la ciudad14, “y sus frutos serán buenos para comer y las hojas medicinales”. Seréis como un árbol, renovados por Mi Espíritu Santo que nunca os falla, y vuestras hojas serán medicinales. Sí, vuestro testimonio sanará a los enfermos, convirtiendo nación tras nación, pero no por vosotros mismos: no seréis vosotros los que hablaréis, sino Mi Espíritu Santo que vive en vosotros.

Y como constructores, os enviaré desde los confines del mundo con un bastón en la mano, como una vara para medir15, para reconstruir Mi Santuario y los altares que se hallan en ruinas y se han convertido en guarida de los demonios16. Orad amadísimos Míos, para que todos tengan tiempo para convertirse. Orad, para que la Gracia descienda sobre ellos a fin de que reconozcan y acepten la Verdad. Orad por los que acuden a los mitos, en vez de a la Verdad. Orad por la conversión del mundo. Orad para que Yo habite en cada alma y pueda hacer de ella Mi Propiedad. Orad para que Yo pueda fluir en esas almas, “como un río por el centro de la calle de una ciudad”17. Sacrificaos por estas conversiones, hijitos. Permaneced junto a Mí, porque un leopardo18 os acecha muy de cerca. Permaneced junto a Mí en oración constante: una oración infinita.

Permitidme dejar Mi Suspiro de Amor en vuestras frentes, bendiciéndoos a todos. Sed uno bajo Mi Santo Nombre.

¡Ahí tienes, Vassula Mía, esto alimentará a muchos!

Te amo, hijita Mía. El Amor te bendice, bendíceme.

Señor, yo Te bendigo: ¡Maranathá!


1 Jn 6,65.
2 Jesús se refiere ahora al Espíritu Santo.
3 Ex 16,4.
4 1Co 2,14.
5 Número simbólico: un pueblo perfecto, procedente de todo el mundo (Ap 14,1).
6 Ap 14,1.
7 Ap 14,5.
8 Árboles de vida = los recién nacidos= las primicias.
9 Número simbólico: La Nueva Iglesia, el Pueblo de Dios.
10 Ap 22,2. Los nuevos discípulos que, por medio del Esbpíritu Santo, irán a convertir a los impíos.
11 Ez 47,12.
12 El agua que sale del Corazón de Cristo.
13 El agua procedente del Corazón de Cristo.
14 Ap 22,1-2.
15 Ap 11,1.
16 Ap 18,2.
17 Ap 22,2.
18 Ap 13,2; Dn 7,6; Os.13,7.