17 de agosto de 1988

¿Señor mío?

Yo soy. Soy tu Redentor, por tanto, confía en Mí. He venido a través de ti para dar Mi Mensaje universal de Paz y Amor, y para mostrar Mi Sagrado Corazón a toda Mi creación y cuánto os amo.

¡Oh Vassula! ¡Mi Misericordia hacia todos vosotros es Grande! Almas queridísimas, la hora de vuestra purificación se está acercando. Lo que Yo haga será por amor. Vuestra purificación será para salvaros de las puertas del infierno. Descenderé sobre vosotros como el Rayo para renovaros con Mi Fuego. Mi Espíritu de Amor os redimirá, atrayéndoos al Amor, y os consumirá hasta convertiros en una llama viva de amor. Dejaré que Mi Espíritu se derrame desde el Cielo y purifique vuestras almas mancilladas, haciéndolas santas e inmaculadas, purificándoos como se purifica el oro en el fuego.

Reconoceréis el Tiempo de Salvación cuando descienda Mi Espíritu de Amor. A menos que esto suceda, no veréis los Nuevos Cielos, ni la Nueva Tierra que os he anunciado. Hijita Mía, por Mi Fuego, por Mi Amor, por Mi Misericordia y por Mi Justicia, Mis semillas1 germinarán y se abrirán como nuevos lirios expuestos al sol, buscando Mi Luz y Mi Rocío. Yo derramaré Mi Luz desde los Cielos para embelleceros, y Mi Rocío para alimentaros y que veáis una nueva era de Amor.

Con Mi Poder barreré toda iniquidad, perversión y maldad. Descenderé sobre vosotros como un torrente violento de aguas purificadoras para limpiar todo mal en vosotros, y os dejaré enhiestos como columnas de oro puro.

Con Mis torrentes de ferviente Amor, barreré todo lo que es falso y pretencioso. Como se barre la arcilla con unas cuantas gotas de lluvia, así Mi Espíritu de Sublime Amor barrerá los pecados que mancillaban vuestra alma.

Yo, vuestro Salvador, os renovaré, creación, y os ofreceré Mi Don. Mi Don descenderá del Cielo2: Una Nueva Jerusalén Resplandeciente, Una Iglesia Renovada, Pura y Santa, porque Yo, que Era, que Soy y que Vendré, viviré en medio de Ella, en Su misma Alma. Todos vosotros La sentiréis palpitante y viva, porque Mi Sagrado Corazón estará latiendo en Ella.

Yo, el Señor de los Señores, soy como el fuego3, y Mi Sagrado Corazón arde en llamas, con ansia de envolveros a todos y sumiros en Mi Hoguera de Amor, inflamándoos en un arrebato total y un éxtasis de amor por Mí, vuestro Dios Bienamado.

Sí, Yo haré de cada uno de vosotros un altar viviente, ardiendo con Mi Fuego. ¡Oh creación! Cuando Mi Fuego inflame vuestros corazones, clamaréis por fin a Mi:

“Tú eres el-Único-Dios, el Justo. Tú eres verdaderamente el Cordero, Tú eres nuestro Padre Celestial. ¿Cómo hemos podido estar tan ciegos? ¡Oh, Santo de los Santos, sé-en- nosotros, vive-en-nosotros, ven, oh Salvador!”

Y ante vuestro clamor, Yo no dudaré, descenderé sobre vosotros, rápido como el rayo, y viviré entre vosotros. Y vosotros, bienamados, caeréis en la cuenta de que, desde El Principìo, erais Míos, Mi Simiente.

Yo estaré entonces entre vosotros, y reinaré sobre vosotros con un amor eterno. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis Míos. Alma queridísima, trátame como a tu Rey, coróname con tu amor.

Nosotros. Ven.


1 Las semillas somos nosotros.
2 El Señor me dio una visión interior: millones de ángeles descendían del Cielo sosteniendo una nueva ciudad, como sobre una bandeja. Una Nueva Iglesia Bendita descendía del Cielo.
3 El Señor parecía impaciente, “en ascuas”.