22 de diciembre de 1987
Vassula, ha llegado el momento de unir Mi Iglesia. Reuníos otra vez, bienamados, venid a reconstruir estas viejas ruinas. Reconstruid Mi antigua fundación, una fundación establecida por Mi propia Mano. Honrad a Mi Madre como Yo, que soy El Verbo y estoy por encima de todos, La honro. ¿Cómo no iba Yo, pues, a desear que vosotros, que sólo sois polvo y cenizas, La reconozcáis como Reina del Cielo honrándola? Mi dolor hoy día es ver qué poco sabe Mi creación de Su importancia. Los que están bajo el nombre de Lutero y se han aislado por completo, deben volver a Pedro.
¡Señor, se van a escandalizar!
Vassula, doblaré sus rodillas para que veneren a Mi Madre. Soy Yo, el Señor, quien habla. ¡Los doblegaré! Y cuando lo hagan, haré brillar Mi Luz sobre ellos y los levantaré. Fortaleceré vuestros tallos y seréis como un jardín regado, como un manantial cuyas aguas no se secan nunca. Reconstruiré Mi Fundación.
Ven, bienamada. Sé dócil y blanda como ahora, para que grabe en ti Mis Palabras. Ven, no olvides nunca Mi Santa Presencia.
Sí, Señor.