30 de octubre de 1987

He dado innumerables señales a mi creación para advertirles. Hice surgir santos que proclamasen Mis deseos. Pero ¿acaso han escuchado?1 ¿Ha cambiado algo?

Señor, supón que esta vez lo hicieran, supón que estuvieran bien dispuestos, que leyeran, creyeran y se unieran buscando Tu gloria, en vez de buscar esta vez sus propios intereses.

Vassula, ah Vassula, muchos tienen miedo. Incluso entre los que creen en Mi Mensaje y admiten que viene de Mí, muchos, por temor a que se burlen de ellos y por temor a sus superiores, antepondrán la honra recibida de los hombres a la honra que viene de Mí. Hónrame y difunde Mi Mensaje.

Suponte, Señor, que se doblegan.

Entonces levantaría Mi Justicia, que está pesando gravemente sobre ellos. Pero ellos siguen lanzándose flechas envenenadas unos a otros, hiriendo Mi Cuerpo. Siempre reinará entre ellos el desacuerdo, porque falta el amor.

Vassula, si hubieran seguido Mi mandamiento de amarse los unos a los otros como Yo los amo, y se hubieran humillado, hoy reinaría la armonía en Mi Cuerpo. ¿Acaso se han humillado alguna vez, lavándose los pies2 los unos a los otros? ¿No os di Yo este ejemplo para que pudierais imitar lo que hice? ¡Doblegaos! ¡Doblegaos, para ser capaces de uniros!

Alma, ha llegado el momento en que Mi querido siervo Juan Pablo debe escucharme. He oído, desde luego, sus gritos. Sus gritos han llegado hasta el Cielo. Sus gritos resuenan en el universo entero. ¡Sus gritos han llegado a Mis oídos!

Deja que te diga que dentro de poco habrá un solo rebaño y un solo pastor. Guiaré a todas Mis ovejas, incluso a las que no son de este rebaño. El Amor os unirá, pero antes de eso habrá enormes tribulaciones. ¡El Cielo entero temblará! Estate alerta, hija Mía. Entrega Mis instrucciones; están todas en Mis Sagradas Escrituras. Lo entenderás transmitiendo3 Mi Mensaje.

Jesús, oh, Santa María, ¿qué van a decir? Compréndeme, Santa María, no estoy en posición de enfrentarme a toda esa gente importante.

Vassula, no temas, tu incapacidad encanta a Jesús. Permanece pequeña.

Santa María, supongamos que no me escuchan…

Pequeña, esta revelación divina será Su última advertencia. Si no quieren escuchar o entender, dejaré que Su Mano caiga sobre ellos para golpearlos. Todo lo que tú tienes que hacer, Vassula, es amarle. Estate alerta, porque Satanás está furioso e intentará toda clase de trampas. No tengas miedo, Yo te protejo.

Gracias, Santa María, por animarme, gracias por protegerme. Te bendigo.

Vassula, te bendigo, hijita.


1 Las criaturas.

2 Aquí tuve la impresión de que Jesús quería significar que este gesto deberían hacerlo recíprocamente las Iglesias, las unas a las otras.

3 Dándolo a conocer.