4 de diciembre de 1986

(Sigo aún sorprendida y tengo enormes dudas respecto a lo que me sucede. ¿Cómo es posible que no pueda controlar mi mano al escribir? Es como si estuviera siendo utilizada por otra fuerza. Pero como soy demasiado realista, dudo. Y sin embargo está ocurriendo. Me siento confusa…)

Estoy aquí. Soy Yo, Jesús. Hija, recuerda que tú eres espíritu y que Yo también soy Espíritu1 y Santo. Yo vivo en ti y tú en Mí; permanece en Mí. Yo, Jesús, estoy siempre contigo, entiéndelo. Permanece en Mi Luz, porque Yo soy la Luz y a través de Mí estás recibiendo conocimiento, estás progresando.

De acuerdo. Me has convencido de que eres realmente Tú. Has conseguido Tus dos objetivos: en primer lugar, que Te ame, y en segundo lugar que me convenza de que vienes a mi encuentro de esta manera. Me has conquistado… Sé que no soy más esquizofrénica que el resto de la gente, ni más psicópata que el mismo psiquiatra. Sé también que no proviene de los demonios, puesto que sé lo que se siente cuando te atacan: te producen un sentimiento inquietante de tormento2. Yo no he elegido recibir tus llamadas, puesto que estaba totalmente apartada de Ti. Tú lo quisiste, Dios mío. No lo lamento, ¡cómo podría hacerlo, puesto que ahora me siento conquistada!

Hija, te elevé para que pudieras estar Conmigo; te enseñé a amarme. ¿Estás contenta de estar Conmigo de esta manera?

¡Oh, sí!

Te bendigo desde el fondo de Mi Corazón.


1 Esto no niega Su Cuerpo Glorioso ni mi carne.
2 Me refiero a cuando me atacaban antes, para que dejara de escribir…