21 de mayo de 2001

Señor,
son grandes nuestras iniquidades,
pero ¡perdónanos, ayúdanos
para que nuestra carne florezca una vez más!

Saca a todas las almas de la red
que el enemigo ha tendido sobre ellas,
pues Tú solo eres nuestro Refugio,
nuestra Roca, nuestra Fortaleza y nuestra Vida.

La Plaga que acecha nuestro mundo
y que opera solamente de noche,
en la sombra de la muerte,
pero que hace estragos con su azote
a plena luz del día,
está amenazando ahora Tu Redil.
¿Te vas a alzar para salvar a Tu pueblo
del fango de los hombres malvados?

Dicen las Escrituras:
“Yahveh ama a los que repudian el mal,
Él guarda las almas de los devotos,
y les libra de las garras de los malvados”.

Que venga, pues, Tu Brazo Poderoso a rescatarnos,
que el enemigo tiemble ante Tu Majestad.
No permitas que el enemigo diga:
“Cuán poco de fiar es Vuestro Dios…”
El Enemigo Te está retando,
poniéndote a prueba, Dios mío,
para ver qué podrías hacer.

Así pues, mi Yahveh,
Tú que me has revivido por Tu Misericordia,
muestra Tu Grandeza
y que eres verdaderamente nuestra Seguridad,
nuestra Roca, y que estás de nuestro lado.

Muestra Tu Gloria y Tu Poder.
Recuerda a Tus virtuosos, a Tu pueblo
y a todos los que Te han servido con pasión.

Así pues, ¿cuándo harás retumbar Tus veredictos
desde el cielo?
¿Cuándo Te vas a alzar
y golpear la tierra con Tu Cetro,
para decretar silencio?

Una sola mirada Tuya de reprobación,
y todos los elementos de la tierra pueden incendiarse.
Un solo movimiento por Tu parte
y la tierra quedará reducida a la desolación.
Una sola palabra de ira por Tu parte,
y las estrellas caerán rodando desde el cielo,
precipitándose sobre nosotros.

¡Señor! Yo soy obra de Tus manos
y has puesto una chispa dentro de mí
para mantenerme viva.
Si estoy ahora ardiendo de ‘pathos’1
por los virtuosos, por Tu pueblo y por los justos,
para que encuentren justicia en Ti,
es por Tu Llama.

Concédeme ver
que se ha hecho justicia con Tus santos.
Despliega Tu Fuerza,
ordenando que todas las cosas se hagan buenas.
¡Que venga Tu Triunfo!

Una vez te dije, Vassula, que Mi pueblo, el rebaño, se está descarriando en todas direcciones. Por esta razón llamé a un período de gracia. En este período de gracia tenía intención de manifestar la Santidad de Mi Nombre, para que quienquiera que se hubiese profanado tuviese la oportunidad de regresar.

Vengo, en este periodo de gracia, para animaros a todos a vivir santamente y seguir Mis Preceptos. Mi Nombre ha llegado hasta muchas tierras e islas lejanas. Como Yo te predije, he recorrido toda la tierra con Mi Llamada, a fin de que todo oído Me oyese y tuviese la oportunidad de descubrirme. Para el corazón impenetrable, he concedido gracias especiales, para abrirlo con Mis rayos de Luz divina. Y, como un haz de Luz, he brillado incluso en esos corazones.

¿Qué tengo hoy que decir? ¿He dejado de alimentar al Rebaño? ¿He apartado alguna vez Mis Ojos de vuestros enfermos y solitarios? ¿No he allanado vuestro camino para que no tropezarais al caminar? ¿No os he mostrado a todos las profundidades de Mi Misericordia? Cuando he visto a tantos de vosotros bajando por el callejón de la muerte, y tan lejos de la senda de la Vida, ¿no he intervenido? Pero ¡ah! Tantos de vosotros os estáis aun rebelando contra Mí… como ya he dicho antes a buenos y malos.

¿No te he dicho, hija, que fueras y dijeras a todos, buenos o malos, estas palabras?:

“Hago que Mi Voz se oiga desde lo alto. Grito fuerte para que todos, buenos o malos, oigan. Ciertamente, Mi Voz ha alcanzado los confines del mundo. Tanto los buenos como los malos necesitan arrepentirse. Los buenos por no hacer exactamente Mi Voluntad y por no orar del modo adecuado. Muchos de ellos se acercan a Mí sólo de palabra. Los malos, por cometer pecados mortales sin cesar, a causa de la dureza de su corazón y de su indiferencia hacia Mí.”

Pero te diré lo que ocurre y lo que Yo quiero decir. Las Escrituras os enseñan a todos que, una vez que se pone la mano sobre el arado, nadie debe mirar atrás, pues no seréis dignos del Reino de Dios.

Cuando erais esclavos del pecado, no os sentíais obligados a la rectitud. ¿Y qué conseguisteis con esto? Nada más que experiencias que ahora os hacen sonrojar, pues esa clase de conducta acaba en la muerte. Pero ahora se os ha enseñado una vez más el camino, y habéis sido liberados del fango que es vuestro pecado y vuestra culpa. Habéis sido convertidos en esclavos de Dios, pero lográis una recompensa que os lleva a vuestra santificación, acabando en vuestro hogar del cielo. En cuanto al salario que paga el pecado, es la muerte. El don que Yo os he dado es la vida eterna en Jesucristo, Mi Hijo.

De una vida aprisionada en el pecado, he hecho de ti una persona libre, Vassiliki, libre para caminar por la senda de las virtudes que he dispuesto para todos vosotros. Por gracia, hice que vieras cosas celestiales de las que nada sabías. En este período de gracia os he mostrado a todos Mi Esplendor. Sin embargo, tras haber derramado todas estas gracias también sobre tantos de vosotros, muchos aún están lejos de Mí.

Cuando le di a conocer Mis Mensajes, esta generación pregonó a voces: “¡Venid a oír la Palabra de Dios!”. La gente se abalanzó en multitudes. Se congregaron en tropel alrededor de Mi enviada para escuchar Mis Palabras. Escucharon, pero nunca entendieron plenamente Mis Palabras. Y estos mismos todavía escuchan, leen, pero la Palabra no penetra en su corazón; y siguen leyendo, pero sus corazones están lejos de Mí. No actúan de acuerdo con Mis Palabras. Buscan más bien señales en el cielo, porque sus corazones no se han decidido aún por Mí. Sí, escuchan Mis Palabras con indiferencia y por eso no las ponen en práctica. El Reino de Dios está entre vosotros, pero no lo veis porque no os habéis arrepentido ni Me habéis dado kenosis2.

Si este milagro —pues milagro es cuando Yo hablo— no os ha hecho nada y no lo veis, ¿cómo, pues, vosotros, que habéis recibido tanto, esperáis entrar en el Cielo con las manos vacías? Dios está muy cerca de vosotros, y sin embargo, ¿cómo es que no Le veis? ¿No habéis oído la invitación de los ángeles a Mi banquete? ¿No habéis visto la generosidad de Mi Mano? Cuando grito, el mundo se desintegra y muchos reinos se tambalean.

Tú Me has preguntado, hija, cuándo haré retumbar Mis veredictos desde el Cielo. En verdad te digo: cuando este tiempo de Misericordia y de Gracia se acabe… Después Me has pedido que Mi Mano Poderosa venga a rescataros del enemigo. He estado con vosotros todo este tiempo ¿y todavía no habéis visto Mi Mano Poderosa? Os digo con toda solemnidad: quienquiera que se apresure al arrepentimiento y se esfuerce por regresar a Mí, Yo, a Mi vez, le bautizaré con el Espíritu Santo para que se vuelva sin mancha y de Mi agrado.

Dices que el enemigo Me desafía. Sí, siempre Me ha estado desafiando, pero ¿no os he enseñado a repudiarle?3 ¿No he tomado siempre la actitud de salvar el Rebaño del fango del maligno? El diablo no tiene ningún poder sobre nadie que esté bien enraizado en Mí.

En cuanto a aquellos cuyo corazón está todavía en el fango, el día que clamen hacia Mí, Me verán como su Juez. Pero en estos tiempos de Gracia, vengo con Misericordia y Me dirijo a vosotros en poesía. Las palabras que pronuncio son religión y virtud. Con óleo de alegría, unjo a todos los que se aproximan a Mí, sellándolos en su frente. Éste es Mi acercamiento a todos vosotros en estos tiempos. Mi acercamiento es Redención, Auxilio Salvador, Misericordia. Si tan sólo os dierais cuenta de lo que estoy ofreciendo, no os quedaríais ahí parados, abriríais la puerta de vuestro corazón y Me acogeríais. Os estoy abrumando a todos con milagros para ataviar vuestra alma y que seáis dignos de Mi Reino.

Y tú, hija, que moras en Mi jardín, permanece en paz para que puedas escuchar Mi Voz. Te bendigo a ti y a aquellos que te he dado para que te ayuden a llevar la Cruz de la Unidad que Mi Hijo te ha encomendado. No hagas caso de los que supervisan el bien que produce Mi Obra y no creen. Su altanero ademán se quebrará un día. Verás Mi Poder cuando Mi Obra se multiplique y afecte al mundo que está inmerso en pecado. Ven, quédate en meditación en Mi Presencia. Yo estoy contigo.


1 Término griego que significa ‘pasión’.
2 Palabra griega que significa ‘espacio’.
3 ¡Comprendí que el maligno desafía a Dios a través de nosotros!