1 de octubre de 1998

¡Abre mi oído, oh, Señor,
despiértame de mi sueño,
tiende Tu Mano Poderosa
desde el cielo y levántame!

¡Ah, Vassula! Todo el cielo se alegra cuando se oye el sonido de una simple criatura en Nuestros Atrios Celestiales…

Te he transformado de escoria en plata, y de plata en la más exquisita de las joyas. Hijita Mía, que tus ojos miren fijos al frente. Sé como una airosa guirnalda para Mi Cabeza y llena Mi Corazón de alegría, soportando las dificultades en silencio, por Mí.

Los hombres te atacarán a menudo, pero nunca te vencerán. Tus trabajos por Mí nunca serán en vano, sino que producirán campos de instrucción, haciendo prosperar a generaciones.

Que mi lengua recite Tu Himno de Amor,
que mis labios proclamen Tu Rectitud
y Tus grandes actos de Amor.

Mi favor está sobre ti y tienes Mis bendiciones.

Ah, hijita Mía, palabras de odio vuelan a Mi alrededor, aunque Yo no doy motivo para la hostilidad1. A cambio de Mi fidelidad, Me denuncian.

¿Pero quién ha resistido el poder de Tu Brazo?

Nadie… Nadie ha resistido el poder de Mi Brazo. ¿Acaso no he mostrado Mi fuerza cuando la gente ha abusado de Mí? Se me conoce por confundir a los arrogantes con Mi poder absoluto. Ora por el que2 ha soplado fuego en su alma…

Que esta nación3, a la que Yo he amado tanto, prospere en rectitud, permanezca en Mi Amor y guarde Mis Mandamientos. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Escucha Israel4, Aquel que te dispersó te está reuniendo, y te protegeré, Israel, como a la niña de Mis Ojos.

Hijo tan querido para Mí, Israel, en verdad Me has aceptado por el poder de Mi Espíritu Santo. Que prosperes en Mi Divinidad y en Mi Amor. Ámame como Yo te amo. Te lo digo: atraeré a todos hacia Mí, porque en Mí se hallan la Vida Eterna y la Gloria. Sed uno en Mi Nombre, y seguidme en Mis huellas manchadas de Sangre. IC.

Vassula, Yo, Jesús, estoy contigo. Tu Hacedor y Redentor, que te formó, está contigo y a tu lado. Permíteme grabar en ti el resto de Mi Himno de Amor. Descansa en Mí y Yo descansaré en ti, bienamada. Yo, Jesús, te bendigo. IC.


1 Comprendí que Jesús también se refería a mí: no debo sentir hostilidad, por causa de Sus Palabras, hacia los corazones endurecidos.
2 En Rodas, Grecia, el Vicario Ortodoxo, tras tener conocimiento de que un joven judío, después de leer “La Verdadera Vida en Dios”, había solicitado ser bautizado e ingresar en la Iglesia Ortodoxa Griega, le denegó el permiso. Enviamos a un amigo abogado para que defendiera la causa del que pedía el bautismo, pero el corazón del Vicario se endureció aún más y dijo: “No daré permiso para el bautismo aunque esto me haga ir al infierno”. Por eso nos pide Jesús que oremos por ese Vicario que cometió la locura de arrojar de ese modo su alma.
3 Se refiere a Israel, pero también a todos aquellos judíos que descubren la Verdad y se bautizan, y hay muchos.
4 Esto va dirigido a los recién bautizados en el Cristianismo.