28 de enero de 1997

Oh, Señor, dame Tu Fuerza
para proclamar Tu Palabra con fervor.
Tantos están esperando ansiosamente
oír Tu Palabra Amorosa
y escuchar en silencio y con sed.

Que Tus Palabras caigan sobre ellos,
una a una, para refrescarles.
Mira cómo están en Tus asambleas,
boquiabiertos, como para captar
las últimas lluvias del año.

En atención a Tu gran Amor,
que Tu lluvia caiga en tierras donde nadie vive,
y haz, de una tierra estéril, jardines.
Da de beber a las solitarias tierras baldías,
haciendo que brote la hierba
donde todo estaba seco.

Ven con Tu ademán Señorial
a exasperar a los orgullosos de corazón.
Ven a derribar de su trono,
con Tu Cetro Real, a los altivos,
y exalta a los humildes, a los mansos.
Luego, lánzame a la tempestad,
pues mi confianza en Ti es total,
y mi esperanza de seguridad también.
No temo ningún daño,
junto a mí está Tu Señorial Presencia,
cantándome baladas acerca de Tus Triunfos.

Y mientras Te ríes
y Tu risa suena como arroyos saltarines,
me levantas sobre Tus Alas para recorrer los cielos
y estar a solas Contigo, para que me susurres
los secretos de la Sabiduría.

Mi Guardián y mi Deleite,
Tú das más alegría a mi corazón
que la que otros jamás conocieron,
a pesar de todos los tesoros y reinos del mundo.

¡Gozo de mi corazón, muéstranos a todos
la luz de Tu Santo Rostro!

Hija, te doy Mis bendiciones y Mi paz.

Yo haré cosas maravillosas, porque sacaré agua de las fuentes de Mi Corazón. Y vuestros rostros febriles serán refrescados. Yo seré vuestra sombra en el calor de esta tempestad en la que estáis inmersos. Yo vendré, hija, con Mi gesto Señorial y con Mi magnificencia, para derribar a los orgullosos de corazón. Y puesto que he establecido Mi trono en ti, hija, tú no serás despedazada por esa tempestad. Tu Amado te llevará sobre Sus Alas a recorrer los cielos, mientras derramo sobre ti, como gotas de lluvia, palabras de Sabiduría, desde Mi Corazón1.

Y ahora tu Guardián y tu deleite te pide que te apoyes en Su Corazón… Ah, amadísima Mía, ¿qué te hace huir de Mi invitación? Yo soy tu Hacedor y tengo derecho a invitarte2 a descansar en Mí después de tus trabajos, ¿no? Tu boca ha proclamado incesantemente la Verdad en todas Mis asambleas, y de tus labios han brotado alabanza y honra para Mí, tu Dios. Tus ojos nunca se han apartado de Mi Presencia, sino que han observado Mis modos. ¡Bendita seas por hacer tan feliz a tu Hacedor!

Luego, al sonido de Mi Nombre, tus oídos se abrieron y cada palabra salida de Mi Boca se oyó en ti como una melodía, como miles de cantores salmodiando sus himnos. Así se oyó Mi Palabra en tu corazón cuando abriste tus oídos para recibir Mis más dulces salmos. Prestándome oídos, sólo un poco, recibiste palabras de Sabiduría para que Yo, el Señor, pudiera ser recordado por todos vosotros por Mi Misericordia. Nadie ha podido decir: “Él nos ha dejado en las fauces del Enemigo…”

Ah… entonces te pedí que fueras generosa y Me ofrecieras tu corazón como prenda de tu amor. Rápida en ser generosa, amadísima Mía, tú Me lo diste, colocándolo deprisa en Mis Divinas Manos, para que Yo, a Mi vez, lo llenara de amor, firmeza y constancia. Desde entonces juré guardar tu corazón para Mí solo, y defenderlo como a las niñas de Mis Ojos.

Y mientras Mis Ojos contemplaban ese frágil corazón, dije: “Desde esta fragilidad se oirá Mi Palabra decir a todas las naciones: “Dios está cerca de vosotros, liberará a todos los que Le llamen, y dará agua a todos los que tengan sed. Se apiadará de los pobres y los débiles, y salvará las vidas de muchos antes de que llegue Su gran Día”.

Debido a tu generoso ofrecimiento, prometí hacer de tu corazón un sacrificio exultante. “Yo, su Hacedor y Esposo3, le cantaré Mi cercanía a fin de que ese corazón busque sólo Mi Santo Rostro, y, al introducirlo en Mi Sagrado Corazón, repudiará todo lo que no sea Yo, pero tendrá sed y deseará todo lo que soy Yo”.

Tu corazón estará entonces ansioso de servirme a Mí, tu Dios, centrando únicamente en Mi Real Corazón todos los afectos que habías tenido en otra parte. Sí, todas tus disposiciones, tus indisposiciones, tus deleites, tus penas, tus alegrías, tus angustias, tus pasatiempos, tus lágrimas, todo, sí todo, será ofrecido a Mi Corazón, como se ofrece al ser amado un ramo de rosas. Esto es lo que Yo anhelo de cada uno de vosotros, desde lo más profundo de Mi Corazón.

Habiendo, pues, dirigido tu corazón hacia el Mío, sabía que en esta intimidad encontraría Mi consuelo y Mi deleite. Para alegrar tu alma, no te ocultaré ninguno de Mis secretos. Mis Manos, en las que has colocado tu corazón, son sensibles y compasivas, amadísima Mía, por tanto, no tengas miedo…4 Tiende tus manos hacia el Santuario…5

Te he dado un par de manos, que he besado y ungido con una bendición para que Me arranquen las espinas que rodean Mi Corazón. Las he bendecido para que no se cansen de escribir y se mantengan unidas a las Mías por toda la eternidad. Las he ungido para que, al final de la ceremonia6, esas manos coloquen una corona de gloria sobre Mi Cabeza. ¿No has leído: “La obra de manos diestras será loada”?7 Mi elegida, ¿qué puedo darte Yo en recompensa por todas las millas que has hecho por Mí y por todas las horas que tus pies te han sostenido en Mis asambleas, por Mi causa?

Para mi hambre me diste pan8 del Cielo.
Para mi sed me ofreciste agua viva
que brotaba de Tu Pecho.
Has sido benigno y amoroso conmigo,
abundante de bondad,
y nunca me has abandonado.

He crecido en Tus Atrios,
donde cortejaste mi alma,
y todo lo que he obtenido ha venido de Ti.
Has hablado conmigo de corazón a corazón
y me has permitido poseerte.
Y como una lámpara brillando sobre mi cabeza,
has iluminado mi camino
para mostrarme la senda que debía seguir.

Bendito seas Tú, mi Señor y mi Dios,
desde la eternidad hasta la eternidad.
Eres Tú quien me ha provisto.
¿Por qué debo entonces tener el honor de recibir algo
en recompensa de Tus propios actos?

Cierto, Yo te he provisto de todo, pero los frutos de tu labor han conmovido Mi Corazón. Tú Me has servido voluntariamente y con estos preciosos ofrecimientos no puedo más que estar conmovido. Así que déjame ofrecerte un retiro y una peregrinación en Mi Cuerpo…

¿Es eso lo que desea Tu Sagrado Corazón?

¡Sí! Sí… ven, tendrás tu descanso en Mi Cuerpo. Olvídate en Mí para extraer tus recursos desde Mis Pies hacia arriba. Sólo Yo y tú, acércate a Mí, tú que Me deseas, y llénate de Mí. Yo te ofreceré ese retiro y esta peregrinación en los jardines de Mi Cuerpo. Te acompañaré a todas partes, y hasta la cámara nupcial de Mi Sagrado Corazón, adonde siempre llevo a Mis elegidos para exhalar sobre ellos Mis encantos, como un perfume de mirra escogida. Mientras reposan su cabeza sobre Mi Sagrado Corazón, Yo los refresco con el agua viva de Mi Pecho. Y como la concordia entre hermanos y hermanas, como marido y mujer que viven juntos felizmente, nosotros gozaremos de nuestra mutua presencia9.

Ven, amada Mía, de Mis Pies obtendrás fuerza para que los tuyos no sientan ninguna carga pesada de llevar. Cuando camines en Mis huellas, que serán tu guía para seguir Mis Principios, tu caminar no será estorbado. Cuando hagas tu peregrinación con Mis Pies, nunca pondrás los pies, mientras caminas, en la senda de los malvados, ni andarás por el camino por el que discurre el mal, sino que Mis Pies te conducirán a evitar y dar la espalda a todo mal, y a pasarlo por alto. Haz tu peregrinación con Mis Pies que te llevarán a transitar una senda allanada, donde todos los caminos han sido afianzados. No te volverás ni a derecha ni a izquierda, sino que mantendrás tus pies alejados del mal, sin extraviarse lo más mínimo del camino de la Verdad.

Y en esta peregrinación, Mi amada gritará a Mis ángeles y a Mis santos:

“¡Cuán justo es amarle!”

Entonces, te atraeré de nuevo a Mi cámara nupcial para mostrarte cómo cuido de los Míos y para hacerte saborear Mi dulce Amor… ¿Por qué esa sombra en tus ojos, amor Mío?

¡Qué dirá de todo esto Mi propio pueblo ortodoxo!10 Aquí estás Tú, derramando óleo sobre mí, por detrás y por delante de las paredes de Tu Sagrado Corazón, exhalando Tu perfume sobre mí, mientras me abrazas con Tu Brazo derecho. ¡Ellos no están acostumbrados a este lenguaje!

Se acostumbrarán a él en cuanto su alma llegue al cielo… ¿Quieres que Mis Mensajes se extiendan rápidamente?

Sí, Señor. Me gustaría que no se impidiera a nadie oír Tu Mensaje. Quiero lo que Tú quieres: Quiero que todo el mundo preste oídos a Tus melodías para que todos puedan decir: “Soy como un hijo o una hija para el Altísimo, cuyo amor por mí supera el de mi madre”11.

Así pues, ven y sé como una hija sensata, y toma descanso y rellena tu alma de las Fuentes de Mi Sagrado Corazón. ¿No has oído antes cómo cuido Yo de los Míos? Quiero adiestrarte espiritualmente en Mi Cuerpo, y hacerte fuerte para amar sinceramente y aprender dominio de ti misma. Yo soy como una madre que alimenta y cuida a sus propios hijos. Ahora mismo necesitas alimento, paloma Mía, para cobrar fuerzas y crecer en Mi Amor…

Te he hecho responsable de comunicar Mi Himno de Amor a todas las naciones y aún tienes un largo camino que recorrer. Pero antes de que te vayas de nuevo, hermana Mía, debes permanecer cierto tiempo con tu Hermano mayor para adiestrar tu mente en la Suya12.

Ahora te invito a entrar en la cámara nupcial de Mi Corazón. Aunque estés inquieta o preocupada, amadísima Mía, en Mi Corazón encontrarás tu paz, pues Yo te recordaré que nada podrá interponerse jamás entre tú y Mi Amor. Te revelaré Mi belleza a fin de que tu alma sucumba a Mis encantos. Luego, en tu ardor por poseerme, te ofrecerás a Mí, pero para entonces Yo ya habré sellado tu frente con Mi beso matrimonial.

Muéstrame tus manos… Después, mira las Mías… Ven a hacer tu peregrinación en Mis Manos. Mis Manos han hecho muchas obras buenas que no están registradas en El Libro13. Nunca se ha sabido que un Rey haya servido a sus subordinados como Yo, que soy el Rey de reyes, os he servido. “Mi estado era divino, pero no Me aferré a Mi igualdad con Dios, sino que Me vacié de Mí Mismo para asumir la condición de esclavo”14. Yo conoceré a los Míos de esta manera, cuando se vacíen de sí mismos y sigan Mi divina Voluntad.

Dame tus manos, Vassula Mía, para que inscriba en ellas Mis Instrucciones y la Obra de tu salvación. Yo las he ungido para que ellas, a su vez, unjan a los enfermos y a los abatidos. Las he bendecido para que Me ofrezcan buenas obras incansablemente, y las he besado una y otra vez para darles fuerza para seguir arrebatando almas al Maligno y trayéndolas a Mí. Mis propias Manos han formado y modelado las tuyas, para que Me ofrezcan incienso y sacrificio. Aprenderás en esta peregrinación de Mis Manos cómo he servido Yo fielmente y he realizado obras que nadie realizó jamás.

Entonces Mi bienamada descansará de nuevo junto a Mis Manantiales15. Allí, mientras tu cabeza se apoya en Mi Corazón Real, tu mano derecha agarrada a la Mía, Yo te estaré coronando con Mi Amor y Mi Ternura, llenando tu alma de consuelos, renovándote como un águila. Te renovaré para que tus años no se esfumen como una sombra. Y mientras que Mis ojos no se apartarían nunca de ti, deleitándome en amar a la que Me ama, recordando todos aquellos instantes en los que estabas siempre jugando en Mi Presencia, y otros, en los que, movida por el Espíritu, Nos gritabas: “¡Abba!”, Me aseguraría de que siguieras ofreciéndome atención y amor indivisos.

En Mi deseo de ser amado, te retendré cautiva en Mi Corazón. Y como un guardián apostado en una torre, estaré ojo avizor a cualquier intruso. Yo te guardaré, amor Mío, como a las niñas de Mis Ojos… Y tú, en tu gozo al advertir Mi afán por conservarte para Mí, correrías a esconderte a la sombra de Mis alas, como corren los polluelos a esconderse bajo las alas de su madre. Te acurrucarías a Mi calor, y Yo te guardaría al calor de Mi Corazón.

Luego, una vez más, Yo y tú saldríamos de nuevo. Te introduciré en el jardín de Mi Boca. Allí tendrás tu peregrinación, y aprenderás en esa peregrinación lo afligido que puedo llegar a estar cuando vuestras bocas que Me reciben16 infectan vuestro espíritu y vuestra alma con palabras venenosas, unos contra otros. Aprende de Mi Boca la Verdad y proclama solamente la Verdad a tu alrededor. Así pues, que tu boca Me honre, alabándome noche y día. Que tu boca Me cante, Me sonría, que suene a Mis Oídos como un millón de melodías, como el salmo más dulce del salmista. Que tu boca sea como una espada de doble filo, para echar abajo las herejías y a los traidores de Mi Iglesia. Pero, entre los que tienen sed de Mí, que tu boca sea Mi eco y como vino dulce, enseñando a todos cómo ganar Mi amistad.

De Mi Boca aprenderás, paloma Mía, Instrucciones para hablar como Yo deseo que hables y para expresar pensamientos de acuerdo con Mi mente. Luego, trasmitirás estas enseñanzas a otros, sin reservas. Después, una vez más, como una paloma que se introduce en su palomar para descansar, te llamaría a descansar en la cámara nupcial de Mi Corazón, mientras Mi atenta mirada buscaría la tuya.

Mi Señor,
Tú me cuidas como nadie más lo hace
Tú eres mi Tesoro Inestimable,
y nadie ni nada en el mundo entero
me da tanta alegría como Tú.

Una mirada Tuya
y mi espíritu arde como el fuego,
y mi corazón se derrite como la cera.
Una mirada Tuya
y mi alma se siente arrebatada
por la profundidad de Tu amor.
Tu mirada, mi Santísimo,
es como un cántico de boda real,
como el perfume de un ramo de lirios
traído hasta mí por la brisa.
Tu mirada es como una Ciudadela
rodeada de torres de marfil…

Hija-del-Rey17, ¿ves cómo tu Rey está esperando para alegrarse en ti? Tu Dios te ha ungido con Sus Labios. Mis Labios están húmedos de gracia, y Mis Labios te cantarán cánticos de salvación para que se los repitamos juntos a los hijos y las hijas reales18 del Rey, para que aprendan a darnos19 la justa alabanza y también el honor.

Entonces… Los días de las virtudes20 florecerán, llenando los cielos y la tierra de Nuestra Gloria21.¡Hermana Mía! Deja que tu Hermano mayor te lleve ahora a realizar tu peregrinación en Sus Ojos para que tu alma pueda contemplar la luz perfecta, la lámpara principal del cuerpo. Yo dije que la lámpara de vuestro cuerpo es vuestro ojo, y que si vuestro ojo está sano, todo vuestro cuerpo se llenará de luz; pero que si vuestro ojo está enfermo, vuestro cuerpo entero será todo oscuridad. Cuidad, pues, que la luz dentro de vosotros no sea oscuridad para que no seáis expertos en el mal sin saberlo. El viento de la tormenta es invisible, y cuando el mal trabaja lo hace en la oscuridad para pasar desapercibido…

Mis Ojos han visto muchas cosas así. Ruega por ellos, diciendo:

“Oh, Señor de toda santidad,
preserva para siempre Tus santuarios22
de toda profanación,
purificando de acciones mortales
su ser interior, con Tu Sangre Sacrificial.
Amen.”

No permitas que tus ojos se posen en ninguna mala conducta, antes bien levántalos al cielo y Yo te mostraré la luz de Mi Santidad trina y una, para que contemples cada minuto de tu vida Nuestro Rostro, que estará vuelto hacia ti.

Entra en Mis Ojos23 para que veas las cosas como Yo las veo. No pienses que te esconderé esas terribles escenas que llenan Mis Ojos de Lágrimas de Sangre. Puesto que te he llevado a vivir una verdadera vida en Mí, te mostraré esas abominaciones para que ores más. En Mi Cuerpo vive la plenitud de la divinidad, y sin embargo muchos de los Míos Me están persiguiendo a causa de Mi divinidad. Utiliza Mis Propios Ojos24 para leer Mi Palabra, a fin de establecer en ti la perfección que viene de la fe en Mí. Habla ahora a Mi Corazón, elegida Mía…

¿Qué puedo decir?
¿De qué puedo hablarle a Tu Corazón?
Eres Tú quien me ha valorado fuera de precio.
eres Tú quien ha curado mis ojos25.
Perfectísimo mío, fuiste Tú
quien me habló de Tu fidelidad,
fuiste Tú Mismo quien me llevó
a Tus Atrios Reales
para caminar libremente por ellos.

¡Cómo deseaba contarte entre los Míos y darte Mi Cuerpo!26 Deseaba tanto curar tu deslealtad y contarte como una de Mis esposas… Mi ardiente deseo era darme a conocer a ti de la forma más íntima, y mostrarte al Verdadero Dios, al Dios vivo, al Rey sempiterno.

“Que27 este mundo no reduzca Mi lirio al silencio, que sus conspiraciones no la afecten ni rocen su alma, sino que Mis salmos sigan siendo para ella y para todos los que los oigan, como un cántico de boda, que lleguen a conocer al Verdadero Dios Trino y Uno, que es Padre de Todos”.

Ahora, Mi lirio, te daré motivo constante para decir:

“¡Mi Señor es grande!”

Puedes venir ahora a la cámara nupcial de Mi Corazón28.

¿No has leído: “¡Alegría para todos los que se refugian en Mí, gritos de gozo sin fin!”29y “Mi gozo es estar junto a Dios”30. Ven pues a Mí, el Esposo te invita. Tú que cuidas de Mi Propia Viña, ven a prosperar en Mi Presencia, y alabarás Mi Amor por encima de todo. Y de nuevo, a la vista del esplendor de Mi Sagrado Corazón, tu corazón sucumbirá a Mis encantos, recordando como un eco Mi aparición31 en tu infancia, cuando Yo ejercí todos Mis encantos para atraerte hacia Mí. Y mientras te atr