12 de abril de 1990
(Para París e Italia)
La paz esté con vosotros.
Yo soy la Resurrección, si alguno cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá. Yo soy el Espíritu Santo de la Verdad. Yo soy el Recordador de Mi Palabra que viene a vosotros para sacudiros de vuestro profundo sueño.
Ha sido dicho que Mi Espíritu de Gracia se derramará con profusión sobre toda la humanidad y que vuestros hijos e hijas profetizarán. Todo lo que dice la Escritura se está cumpliendo. Os estoy preparando desde el Cielo para reconocer la Verdad. Os aliento manifestando prodigios en el Cielo y en la tierra. Estoy dando visiones a los pobres y a los pequeños. Os estoy enviando a Mi Madre para instruiros como Maestra, en diferentes naciones. Estoy desplegando Mi Infinita Misericordia como un estandarte sobre tu cabeza, generación, para educarte y reintegrarte en la divinidad. Si Me escuchas hoy, levantaré tu alma y alcanzarás el lugar de descanso.
¡Generación! Has estado adorando demasiado tiempo a ídolos sin nombre, ídolos sin vida, inventos que te hieren de muerte. Has rendido honores divinos a esos ídolos, corrompiendo tu vida. Durante años, no he oído el sonido de tu voz, ni el de tus pasos. No Me has invocado ni has alabado Mis Maravillas. ¡Ah, generación! ¿Por qué Me has rechazado, a Mí, tu Santísimo? Ven a escucharme de nuevo: el Amor volverá a ti como Amor. Ésta es Mi Promesa, por lo tanto, estate preparada para recibirme y Yo te daré el don de Mi Amor y el don de Mi Santidad.
Amadísimos, vosotros los que estáis reunidos hoy aquí, sabed que soy Yo, Jesús, quien os ha buscado y os ha llamado desde los confines del desierto para que entréis en Mi Jardín de delicias: Mi Asamblea.
Yo soy el Sagrado Corazón, siempre tan sensible, que te pide que hagas las paces Conmigo y te reconcilies Conmigo. Que estas espinas que rodean Mi Sagrado Corazón se conviertan en una corona de flores. Ábreme tu corazón y acógeme. Ofréceme tu corazón y Yo te arrebataré para deleite de Mi Corazón. Háblame desde tu corazón y Yo no Me quedaré sin responder. Sé consciente de que Yo, que soy tu Rey y el Soberano de todo, desciendo hasta ti, a este mundo empapado de pecado, para buscarte, amigo Mío. ¿Durante cuánto tiempo más he de buscarte? Mis Ojos están cansados de esperar tu respuesta de acogida a Mi Espíritu de Gracia. Abro Mi Boca suspirando de impaciencia, en espera de tu respuesta, pero la palabra ni siquiera está en tu lengua… Mi Espíritu de Gracia clama hacia vosotros para conduciros a las Profundidades de Mi Sagrado Corazón, pero hoy Mi Espíritu de Gracia no recibe la menor gratitud por Su Misericordia…
Me inclino hacia vosotros, desde Mi Trono hasta vuestras puertas. Vengo a vosotros cansado y como un Mendigo andrajoso, herido hasta ser irreconocible, descalzo y abandonado. Escuchad Mis lamentos: soy Yo, Cristo… Tengo sed… Tengo sed por falta de amor… Mis Labios están resecos por la sed de amor…Mi Boca se ha quedado más reseca que el pergamino a fuerza de repetir Mis súplicas… Mi Corazón está enfermo de amor… Yo os amo con locura a pesar de vuestro impresionante orgullo y maldad.
Vengo a vosotros, pequeños Míos, con Mi Corazón en la Mano. Sé lo pobres que sois, pero ¿puedo compartir con vosotros vuestra comida? ¿Apagaréis Mi sed? ¿Aliviaréis Mis Llagas?
No, vosotros no Me habéis buscado a Mí, soy Yo quien os he buscado a vosotros, y os he encontrado desnudos en este desierto en el que vivís. Permitidme entrar en vuestro corazón y os adornaré majestuosamente. Si Me permitís entrar en vuestro corazón, os haré ver Mis Heridas, que Me fueron causadas en casa de Mis mejores amigos. Os asombraréis de su profundidad y quedaréis impresionados por las numerosas marcas infligidas salvajemente en Mi Cuerpo. Las Heridas de Mi Cuerpo son tales, que Me dejaron mutilado en el curso de su propia batalla.
Yo os digo solemnemente que el que no acoge el Reino de Dios como un niño pequeño, jamás entrará en él. Buscadme con sencillez de corazón y Me encontraréis. No Me pongáis a prueba y Me veréis, reconociendo Mi Omnipotencia. No permanezcáis distantes y fríos ante Nuestras Llamadas, no hagáis oídos sordos a Nuestras Llamadas. Escuchad Nuestras súplicas, abrid vuestros oídos y reconoced la Llamada del Pastor. Si sois débiles, Yo os levantaré y os llevaré sobre Mis Hombros. Estoy dispuesto a borrar cada uno de vuestros pecados con Mi Pureza y Mi Luz.
¡Oh, amigo! ¿Por qué sigues vacilando entre dudas? Tu cordón umbilical continúa unido a Mí. Yo soy la Fuente de tu aliento, soy la Generosa Fuente que todo lo nutre, te doy vida con Mi Palabra y te preservo de la muerte. No son las diferentes cosechas que comes, amigo Mío, las que te dan vida, soy Yo quien te da vida. ¡Alza, pues, tus ojos hacia Mí, atesora Mi Palabra en tu corazón, y vivirás! Ven a pedirme que abra tus ojos y Yo vendré solícito a arrancarte el velo, amigo Mío. Ven a pedirme que te haga volver de tu exilio, en el que tantos de vosotros os habéis extraviado, y Yo acudiré volando a ti. Aunque en tus días de maldad hayas levantado un muro en Mi Camino para separarme de ti, Yo derribaré ese muro con un soplo de Mi Aliento, y luego te recordaré Mi Amor. Te recordaré que Yo soy Quien más te ama, y que tu morada es Mi Sagrado Corazón. Os recordaré que no hagáis diferencias entre vosotros por Mí. Os recordaré que estéis unidos de corazón y de alma, y que os améis unos a otros como Yo os amo.
Sí, soy Yo, el Constante Recordador de Mi Palabra que os habla para refrescar vuestra memoria. Recibid Mi Espíritu Santo…
Yo os bendigo a cada uno y, en este mismo instante, voy a dejar en vuestra frente el Suspiro de Mi Amor. Sed uno.