10 de abril de 1990

(Mensaje para Lens)

La paz esté con vosotros… Yo soy vuestro Santísimo que vela por vosotros desde lo alto… Recogeos y sentid Mi Presencia… Sentid Mi Presencia. Sentid Mis Ojos sobre vosotros. En verdad os digo que ningún hombre tiene un amor más grande que el Mío. Yo soy Aquél, Aquel que más os ama, el Dios vivo.

Hoy, amadísimos Míos, vuestras naciones viven en la oscuridad, pero Yo desciendo por Mi Infinita Misericordia para restaurar Mi Casa y traeros de vuelta a Mí. Estoy derramando verdaderamente Mi Espíritu sobre toda la humanidad para alimentar con Mi Palabra a vuestras naciones hambrientas y para recordaros que Yo soy Santo.

Vengo a vosotros para animaros a hacer el bien y para disuadiros de vuestras malvadas inclinaciones. Alma, estoy ante tu misma puerta, llamando. Yo soy Aquel que estás buscando. Yo soy Aquel que levanta tu alma y la exalta.

Os digo con toda solemnidad que el Amor está en el camino de retorno. Mi Retorno os llegará pronto, por lo tanto, orad por la conversión de las almas. Orad para que se conviertan antes de Mi Retorno. Orad con fervor para que Mi Clamor en este desierto pueda llegar a sus oídos y atravesar su sordera. Rogad al Padre que Su Cáliz de Justicia no rebose antes de vuestra conversión.

¡Generación! ¡Llamadme y os escucharé! Oh generación, generación… polucionada por encima de toda expresión, impura más allá de toda descripción, tu culpa te está matando. Tu perversidad, generación, y tu deslealtad han traspasado toda la Eternidad haciendo que se tambaleen los pilares del Cielo. Tus iniquidades han dejado tu espíritu desprovisto de toda sabiduría. Si supieras cómo tiemblan Mis Ángeles al ver lo que te espera… ¡Tierra que quedarás cubierta de tu propia sangre por culpa de tu apostasía! ¡Tierra que te harás pedazos a ti misma bajo los mismísimos ojos de Mis Ángeles! Si todos comprendierais la sacudida que está por llegar, no perderíais vuestro aliento, como ahora, en palabras vanas e impiedad.

Yo, el Señor, derramo Mi Espíritu para prepararos, para enseñaros desde el Cielo y llamaros al arrepentimiento y a la conversión. Yo soy un Dios de Misericordia que se inclina hasta vosotros en estos días de Gracia para salvaros.

Escuchad Mis Gritos de aflicción. Amadísimos, vengo a despertaros. Yo no Me canso de repetir Mis súplicas, generación ingrata. Y seguiré repitiéndote Mis súplicas. Mis Labios jamás se cansarán de llamarte, pero, mientras hablo, Mi sufrimiento persiste… Y aún así la Luz está cerca de ti para ahuyentar tus tinieblas, generación…

Abre tus ojos, abre tus ojos y Me verás en Mi esplendor. Estoy dispuesto a dar luz a vuestros ojos para que vean, a fin de que no os entreguéis al sueño de la muerte. Los actos de vuestra generación son corruptos y viles, están lejos de ser Mi Imagen, lejos del Amor, lejos de la Santidad. Yo soy vuestro Santísimo, y sin embargo Me volvéis a crucificar a cada instante. Yo soy Quien hoy te abraza con tanto amor, rodeándote con Mis Brazos, y con Mi propia Mano te alimento tiernamente de Mi Palabra para integrarte de nuevo en la divinidad, generación débil como nunca.

Vengo a libraros del mal. No vengo a amenazaros. Vengo sólo a advertiros, debido a Mi Infinita Misericordia. Mi Corazón anhela poseeros y haceros Míos para toda la Eternidad, anhela revestiros de túnicas deslumbrantes de blancura. Mi Corazón busca desesperadamente sacaros de vuestras abominaciones. Estoy llamándoos, pero hoy día muchos de vosotros no quieren responder. Hablo por medio de instrumentos débiles, pero muchos de vosotros no quieren escucharlos. En vez de ello, esas gentes tratan a Mis mensajeros de impostores, esas gentes prefieren hacer lo que más Me desagrada: quitarles la vida1… creyendo que están cumpliendo un santo deber Conmigo. ¡Su espíritu, en tinieblas e inconsciente, no reconoce Mi Espíritu Santo de Gracia, como tampoco los judíos Me reconocieron a Mí como el Mesías! Esas gentes Me provocan, no Me exaltan, bloquean Mi camino con espinas y zarzas, incitando a la impureza y a la promiscuidad a esta generación impía e insensata. Sentid Mi Agonía, sentid Mi Pesar… Mis Ojos se apagan y se consumen en lágrimas.

Vengo hasta vosotros con gran amor para ofreceros el don de Mi Amor, el don de Mi Espíritu, el don de Mi Divinidad. Vengo a recordaros Mi Santidad. Dime pues, déjame oírte: tú a quien ama Mi Sagrado Corazón y por quien palpita, ¿te veré algún día salir de ese desierto? Vuelve a Mí para que no siga sumido en la angustia, a la espera del sonido de tus pasos.

Yo no te haré reproches; no, sólo te dejaré arrojarte en Mi Regazo y te meceré con Lágrimas de Alegría. Hijo Mío, te sumergiré en el caudal de Mi Amor, dejando tu alma en Mi Paz…Yo cuidaré de ti. ¿No soy acaso tu Pastor? Mirad, estáis viviendo el comienzo de los días que os han sido prometidos. Yo he dicho que Mi Espíritu de Gracia exhalará su aliento sobre vuestros muertos. Me propongo levantaros de vuestras tumbas y conduciros de vuelta a vuestro dominio:

“Mi Sagrado Corazón”

Y Yo os llenaré de Mi Espíritu, sanándoos, y vosotros Me reconoceréis a Mí, vuestro Dios. Vosotros, por otro lado, abrid vuestros ojos y vuestro corazón, abandonaos a Mí, ofrecedme vuestra voluntad y Yo haré el resto. Recordad Mi Santa Presencia. Sed Mis vasos de Luz llevando Mi Palabra, y difundid Mis Mensajes. Yo el Señor os bendigo a cada uno, dejando Mi Suspiro de Amor en vuestra frente. Sed uno.


1 “Quitarles la vida…” Estas tres palabras significan mucho más. Significan también que los que atacan al Espíritu Santo que habla por medio de los mensajeros, y lo ahogan, suprimen así las advertencias de Dios y son responsables de las almas que se perderán. El Espíritu Santo de Gracia ha tenido hoy a bien despertarnos con lo que necesita nuestra generación: una multiplicación de revelaciones y de mensajes a través de apariciones. La llamada de Fátima no se tomó en serio. Fue ignorada durante trece años y era una advertencia: el resultado fue la Segunda Guerra mundial y la expansión del comunismo.