19 de junio de 1989

(Mensaje dado para el encuentro de oración de Friburgo, en casa de las Hermanas del Buen Pastor.)

¿Señor?

Yo soy. La paz esté con vosotros, queridísimas almas. Sentidme, sentid Mi Presencia. Yo estoy entre todos vosotros. Venid y apartad ese velo que cae pesadamente sobre vuestros ojos, y contempladme en Mi Gloria. Yo sé cuán débiles sois y que a la más ligera tempestad levantada por Mi enemigo os echáis a temblar y caéis. Pero no desesperéis en estos Tiempos de Rebelión, porque Yo, el Señor, que soy vuestro Refugio y vuestro Consuelo, estoy siempre muy cerca de vosotros. Yo soy un Refugio para los necesitados y los desesperados, un Abrigo contra las tormentas provocadas por Mi enemigo, un Manantial Eterno para los que tienen sed, una Sombra para protegeros del calor abrasador de este desierto en el que estáis viviendo ahora. Mi Sagrado Corazón está abierto totalmente para acogeros y brindaros descanso. Yo soy el Amor que busca cada corazón para consolarlo y amarlo. Yo soy el Amor que os ama eternamente. ¿Lo veis? Desciendo de Mi Trono Celestial, inclinándome hacia vosotros para levantaros hasta Mí y alimentar vuestra alma directamente de Mis Reservas del Cielo. Vengo a vosotros, Mis corderos hambrientos, vengo a reuniros a todos al calor de Mis Brazos. En atención a vosotros multiplicaré Mis Gracias sobre todos y resucitaré a vuestros muertos con Mi Ardiente Llama de Amor.

Vengo con Mi Sagrado Corazón en la Mano para ofrecéroslo, ¿Lo recibiréis?

Bienamados, ya está cerca el Día en que toda visión se realizará. Toda visión se cumplirá pronto, durante vuestra propia vida. Por lo tanto, abrid vuestros corazones y tratad de comprender por qué Mi Espíritu de Gracia se está derramando tan generosamente sobre esta generación. Se acerca el Día en que todas las generaciones serán una, bajo un solo Pastor, alrededor de un solo Tabernáculo. Y Yo, el Señor, seré el Único para ellas. Así pues, orad, amadísimos Míos, orad por esta Unidad para la que Yo, el Señor, estoy en plenos preparativos.

Ahora estáis dispersos y vuestros pastos son estériles. Los lamentos de Mi pastor1 se oyen por todo el Cielo, porque los Caínes han roto su cayado en varios pedazos; han hecho astillas la Unión para romper la fraternidad entre ellos2. Pero el Día de la Gloria de Mi Cuerpo está próximo y ¡qué alegría será ésa! Será un día prodigioso y las Heridas que he recibido en casa de Mis mejores amigos, sanarán.

Mi Sagrado Corazón desea hoy el amor con pureza. Todo lo que necesito es que correspondáis a mi amor. ¿No Me he ofrecido Yo por amor como ofrenda fragante y víctima? ¿Es demasiado pediros que os abandonéis a Mí? ¿Es demasiado pediros un poco de reconocimiento y un amor correspondido? El Amor desea amor. El Amor está sediento de amor. El Amor os está implorando que correspondáis a Su amor.

No os rebeléis contra Mi Ley, que es una Ley de Amor. ¡Oh, bienamados Míos, cuánto os amo! ¿Por qué habéis dejado de adorarme tantos de vosotros? Os recuerdo que estoy presente en esta Hora Santa. Rodeado de Mis serafines y querubines, estoy en silencio delante de vosotros. Yo, el Santo de los Santos, os he dado este nombre: Bienamados.

Aunque hayáis pecado contra Mí, Yo os he perdonado ¡Vosotros sois Mi simiente! ¿Os veré en la Hora de Adoración señalada, amadísimos Míos? ¿Os levantaréis y vendréis a Mí, que os estaré esperando en Mi Tabernáculo? Venid a Mí… Venid a Mí… No rechacéis lo que el Espíritu os está ofreciendo estos días. Permaneced en Mi Amor y aceptad Mi Misericordia. Recordad que todo desaparecerá y nada subsistirá, que todo se agotará un día, pero que vuestra alma permanecerá para siempre.

Yo, el Señor, os bendigo a cada uno y os doy Mi Paz para que podáis dársela a los demás.


1 Nuestro Santo Padre Juan Pablo II.
2 Aquí sentí a Dios triste hasta la muerte.