Discurso de bienvenida de Vassula a los participantes de la 4ª Peregrinación Ecuménica al Líbano, Siria y Jordania, en mayo de 2005

PRIMERA PARTE

Nos hemos reunido todos aquí, de diferentes países y diferentes orígenes, con la gracia de Dios, para ser testigos del Amor de Dios. Por lo tanto, revelar a Dios como Amor a los demás debe ser siempre el punto central y principal de nuestra vida y de todas nuestras acciones. Esta es nuestra misión, porque el Señor dijo en los Mensajes que a través del amor podremos obtener humildad y a través de estas dos virtudes, llegaremos a entender la Voluntad de Dios.

Dios nos está pidiendo que nos renovemos a través del arrepentimiento, para obtener el fruto de la reconciliación y la unidad. Así, la Paz fluirá como ríos de sanación y sanará este mundo, que está tan necesitado de paz. Este es el punto central de la Verdadera Vida en Dios.

Estamos aquí, no sólo para seguir las huellas de los profetas de la antigüedad, sino para abrir un amplio camino en nuestra mente y nuestro corazón para ver la perfecta fidelidad que ellos tuvieron hacia Dios, cuando Él los llamó para revelarles Sus designios: meditemos, mientras cruzamos estos desiertos, en las cosas a las que renunciaron con abnegación, y tomemos conciencia de su indomable coraje, celo y amor a Dios. También eran humanos y no poseían más de lo que tenemos nosotros, excepto una voluntad dirigida hacia el bien para glorificar a Dios. Eran débiles, pero Dios les dio Su fuerza. No lo tuvieron fácil, pero lucharon poniendo su confianza en Dios y perseveraron para cumplir su misión.

Dios los despojó de todo lo que era mundano para imprimir en ellos Su propia Santa Imagen. Por mucho que sus opresores los acosaran, no se dieron por vencidos, sino que estremecieron a sus enemigos con su presencia. En su pobreza de espíritu, Dios los anegó con Su Luz, iluminándolos de Sabiduría; en su miseria e incapacidad, Dios les dio nobleza de espíritu para llevar Su Palabra sin temor. Por lo tanto, huyamos también del espíritu mundano, como uno huye de un enemigo, rompamos nuestros grilletes y liberémonos, para ganar lo que ellos recibieron, aunque nuestra alma se convierta en una fuente de lágrimas.

A cada uno de nosotros, en esta tierra, se nos ha dado una misión. Nuestra misión principal, que es la misma para todas las criaturas de Dios, es amar a Dios y servirle, y amarnos unos a otros, haciendo el bien por el resto de nuestras vidas. Servir a otros que tienen necesidad es servir a Dios.

Dios es generosísimo y no limita su generosidad tan sólo a unas pocas almas privilegiadas, sino que la extiende siempre a todos, entregándose sin reservas a toda Su creación. Él da sin que nosotros Le pidamos. Todo lo que Dios nos pide es buena voluntad y un esfuerzo de nuestra parte. Sin embargo, a pesar de tantas señales de Su bondad, hay quienes todavía no ponen su esperanza en Dios ni confían en Él, sino que se aferran a lo que poseen y no lo sueltan. Pocos son los que aman a Dios como dice el primer mandamiento. Y menos aún son los que entienden a Dios y lo conocen de una manera íntima.

Algunos dirán: “Yo no tengo suficientes fuerzas como para llevar a cabo tal acción…» Pero ¿no ha dicho Jesús, una vez, en los Mensajes de la VVD: «Haz lo mejor que puedas y Yo haré el resto»? Porque si uno ni siquiera lo intenta, poniendo un mínimo de esfuerzo, ¿cómo va a progresar? Así como Dios da tan generosamente, también nosotros debemos dar sin llevar la cuenta de lo que damos, renunciando constantemente a nosotros mismos. En otras palabras, demuestra tu amor, dando de acuerdo con tu capacidad y Dios entonces no rechazará tu buena voluntad, sino que te alentará con Su gracia para que cumplas la acción.

El Señor nos dice varias veces en los Mensajes, que no temamos este despojamiento, porque no sólo nos hará libres, sino que también liberará el flujo de la esperanza y asegurará su apertura para alcanzar los bienes sobrenaturales y a Dios mismo. En ese empobrecimiento del espíritu ya no esperamos nada más que a Dios Mismo y lo que Él nos ha prometido, que es: el Reino de Dios. Estas son las palabras de Cristo en las Escrituras: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.

El Señor nos enseña que la pobreza no sólo incluye los bienes materiales, sino también las riquezas intelectuales e incluso las espirituales. Un hombre podría ser pobre en dinero, con agujeros en sus zapatos y, sin embargo, ser rico en el sentido de nunca haber muerto a su ego. Dios dice que el camino de la nada y de no ser nada, que es la renuncia a los bienes y al yo, nos llevará a esta pobreza perfecta y absoluta. Entonces el Todo que es Dios nos llenará de Sí Mismo, invadiendo nuestra alma y poseyéndola, y nosotros, también, a nuestra vez, poseeremos a Dios.

Dios quiere que nos acerquemos a Él con un corazón puro, y nuestro corazón no puede ser realmente puro cuando todavía contiene pensamientos terrenales. Cuando nuestro Señor nos predica para hacernos alcanzar los 3 ascensos, que Él llama: desapego, desapasionamiento e impasibilidad, pide que un alma pueda ser tan pura y desprovista que incluso ya no recuerde los eventos de su vida, ya sean de naturaleza dolorosa o alegre. Esta es la contemplación perfecta y perpetua de Dios. Él quiere que vivamos una Vida Verdadera en Él.

SEGUNDA PARTE

Estamos aquí para adorar juntos, para orar juntos y compartir nuestro camino, manteniendo un diálogo de vida, viviendo y practicando la unidad que Jesús tanto desea de nosotros. Si queréis, podéis llamarlo una reunión familiar. Cuando uno se une a una peregrinación como ésta, se compromete con el Llamado a la Unidad y a la Reconciliación. Como sabéis, la solidaridad nos da fuerza y nos anima a continuar esta batalla espiritual de nuestro tiempo, en que todo bien se presenta como un mal.

Cristo nos ha reunido de todas partes del mundo para que nosotros, a nuestra vez, al regresar a casa, podamos decirle a nuestra gente que no es tan difícil reconciliarse y vivir una unidad en el corazón con otros que no pertenecen a nuestra comunidad o iglesia. Estamos llamados a expandir el Reino de Dios en este mundo oscuro. Estamos llamados a dar a conocer el Amor de Dios. Estamos llamados a decirle al mundo que Cristo ha resucitado verdaderamente. Estamos llamados a ser testigos del amor íntimo de Dios y a enseñarle al mundo el significado de las palabras que dijo nuestro Salvador en Juan 17, 21: «que todos sean uno, Padre, que sean uno en Nosotros, como Tú estás en Mí y Yo estoy en Ti, para que el mundo crea que fuiste Tú Quien Me ha enviado»

En tanto que la Iglesia permanezca dividida, ella no estará calificada, ni será lo suficientemente fuerte como para luchar contra la apostasía, las mentes racionalistas y todas las presiones que está recibiendo de los grupos «progresistas». El pueblo de Dios debe luchar unido contra estas corrientes malignas que no están de acuerdo con la Ley de Dios, corrientes de secularismo, liberalismo y relativismo. Estas corrientes están en su momento más violento, arrastrando al mundo occidental en un remolino que lo aparta de la Verdad Divina, y lo hace desaparecer como una estrella fugaz. Por eso Cristo dice en los Mensajes a la Iglesia, que se unan y vuelvan los ojos hacia Oriente, porque al amanecer, la luz vendrá de Oriente, la esperanza vendrá de Oriente.

Aquí están Sus palabras dadas el 20 de agosto de 2004: “Vassula, préstame atención y escucha bien; escribe cada palabra que oigas…la Aurora llegará del Este;” y en otro pasaje, «ten la mente orientada hacia el Oriente; la luz se levantará de allí y todo tomará la forma de un jardín floreciente;” Y más adelante: “en Mi Iglesia nada se ha perdido, más bien es la gente la que ha perdido la presencia de Mi Iglesia en sus corazones; el mundo hoy, por su extremo libertinaje, no sólo está lleno de error sino que me provoca ostensiblemente a Mí y a Mi Ley…”

El Espíritu Santo nunca ha dejado de agitarnos con recordatorios, enseñándonos con Sabiduría. Y a través de la luz de la Sabiduría, Él nos ha hecho entender las cosas que la mente no podría haber captado por sí sola, permitiéndonos ver Señales que el ojo no podría haber percibido, permitiéndonos conocer Su Voluntad. Su Voluntad es que debemos unirnos. Esto es un imperativo y es nuestra responsabilidad leer los signos de los tiempos y ponerlos en acto, de lo contrario nos haremos responsables [del mal].

Estoy segura de que en esta peregrinación obtendremos gracias santificantes de nuestro Señor. Seamos receptivos y pidamos a nuestro Señor que despegue de nuestro corazón las capas de corteza que están pegadas a él, asfixiándolo; rompamos esos grilletes que nos impiden caminar hacia una unión divina con Dios, hacia la Unidad; sanemos nuestros ojos espirituales y abrámoslos para que podamos ver la Luz de Dios y Su Voluntad; debemos permitir que Dios penetre completamente en nuestra alma manchada para obtener una sanación y una limpieza que purifique nuestra vida de la pasión y del ego.

Cuanto más pobres en el espíritu nos volvamos, más atractivos seremos para Dios. La ofrenda de la propia voluntad y la muerte a uno mismo enamora a nuestro Señor más allá de las palabras, y lo glorifica. Por lo tanto, seamos indulgentes y de una receptividad mucho mayor al Llamado de Unidad de Dios.

TERCERA PARTE

San Pablo dijo a los Colosenses (3, 1-3): «Puesto que habéis sido devueltos a la verdadera vida con Cristo, debéis buscar las cosas que están en el cielo, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Dejad que vuestros pensamientos estén en las cosas celestiales, no en las cosas que están en la tierra, porque habéis muerto, y la vida que tenéis ahora está escondida con Cristo en Dios».

En nuestros tiempos, el llamado de Dios es para una renovación del espíritu y para alcanzar niveles más altos, que por el momento parecen impenetrables y solo alcanzables para los santos. Pero la fe en Dios Lo moverá a responder a nuestras necesidades. En los mensajes, nuestro Señor dijo: «Iré a visitar a Mis hijos pródigos y los haré volver a Mí, recordándoles este océano de Bondad, recordándoles que pongan su confianza en Mí, …y no cedan jamás al mal…» (feb-2003)

Los caminos que conducen al desapego, al desapasionamiento y a la impasibilidad son, sobre todo, haber renunciado al mundo y a la propia voluntad; llevan a una vida vigorosamente empujada por Dios y adherida a Dios como una ostra se adhiere a una roca. Los profetas que pasaron por estas tierras, que estamos pasando nosotros ahora, nunca abandonaron ese camino; y como dije antes, también eran humanos, como nosotros. Por lo tanto, nada es imposible si realmente nos decidimos por Dios.

Cuando Dios está cerca y se aproxima a un alma, ésta no puede negar la presencia de Dios, porque Su presencia es como un fuego, el Fuego Divino del cual alguna chispa saldrá volando en algún momento y tocará al alma, poniéndola en llamas. Se describe en un mensaje que Dios dio el 6 de octubre de 1999, con estas palabras: «Es acertado decir que Dios es Fuego, o cuando dices “esto es el Fuego del Espíritu Santo”, pues lo puedes comparar a un fuego físico, que lo inflama todo, penetra por cualquier resquicio e incendia cualquier cosa que toque. El Fuego de Dios es un Fuego de Amor, (…)porque ¿qué criatura, si no es consumida por el Amor, Nos escribiría oraciones en poesía religiosa? (…) El que es atrapado por estas llamas enamoradas, sufre como si estuviera abrasado por el fuego, pero también por el amor».

Cuando queda atrapada por el Fuego divino, el alma es sacudida, transformándose de una roca en un diamante. Y el mensaje continúa: «El Espíritu Santo, por Su acción amorosa, prepara (al alma) para ver a Dios; ¿No has leído: «Dichosos los limpios de corazón, pues ellos verán a Dios»?; una vez que tú veas a Dios, como dice la Escritura, tu alma exclamará: «¡Mi alegría! ¡Cuán justo es amarte!»; e inmediatamente te adueñarás de Nosotros para poseernos… y Yo descenderé de las nubes para levantarte y llevarte sobre Mis Alas a surcar los cielos; y, como un guía, te contaré la historia de las cosas que son invisibles a los ojos e inaccesibles al tacto; te mostraré Mi Trono Glorioso desde donde gobierno, pero desde donde tú también, junto a Mí, podrás gobernar con Nosotros.»

Por lo tanto, después de eso, ya no podremos decir que sólo después de la muerte veremos el cielo y a Dios, porque en realidad Dios nos está diciendo que podemos verlo a Él y al cielo, aún durante nuestra vida. No podemos decir, porque no sabemos, si la presencia de Dios quedará en nuestro corazón y lo poseerá, después de habernos incendiado. Pero lo sabremos porque, después de ese Fuego purificador, seremos conscientes de la presencia de Dios. Podemos estar completamente con Él mientras estamos en la tierra, caminar con Él y gobernar con Él. Una vez unidos con Dios, Dios os lleva y ya no os separáis de Él. Dios se convierte en vuestro santo Compañero, mientras os lleva a todas partes donde Él quiere, en Su Amor Misericordioso.

Por lo tanto, seamos capaces de decir: «Tengo un entendimiento de Dios, cuyo Amor es como un destello de Fuego. Ahora soy un hijo de Dios, porque estoy en camino de ser divinizado, por haber aceptado a nuestro Padre y haber hecho las paces con Él… ah, ¡cómo me deleito! Porque ahora no tengo barreras con Mi Creador, ¡no, ninguna, no más separaciones!» Y el mensaje termina con el Señor diciendo: «Por tanto, incluso el más desdichado recibirá una Visitación Divina, pues Mi Retorno es inminente; visitaré a aquellos que no están siquiera familiarizados con Mis Obras Divinas; en su nulidad, no han adquirido nada y no tienen conocimiento de Mí, ni jamás han sabido que YO SOY EL QUE SOY es su Dueño y su Dios…» (24.4.2000)

En nuestra vida habrá siempre pruebas, pero volvamos hacia Cristo, y sus santos, discípulos, apóstoles y profetas y meditemos sobre cómo también ellos tuvieron pruebas, pero las sobrellevaron con dignidad y fortaleza.

Finalmente: Todos nosotros debemos considerar el gran trabajo que se hizo para organizar esta peregrinación y no olvidemos agradecer a los voluntarios que trabajaron en ello, haciendo posible que hoy estemos reunidos aquí. Debéis saber que estuvieron trabajando durante tres años enteros, poniendo todo su corazón en cumplir la tarea, para que todo sea agradable y fácil y que quedemos satisfechos. Por lo tanto, si hay algo que no salió como esperabais, tratad de ser considerados y tolerantescon los organizadores. Hicieron lo mejor que pudieron.