Tú eres mi único Dios,
mi única Esperanza,
mi único Amor,
Tu eres mi Dios sin rival,
siempre tan Tierno y Delicado
con el débil y el miserable.
No dejes que el Cáliz de Tu Justicia
se desborde sobre nosotros.
Permite que los cautivos sean liberados
antes de Tu Día, mi Señor.
Nuestras faltas han sido muchas a Tus Ojos
y nuestras rebeliones y apatías aún
más numerosas,
pero Tu Corazón palpita
de Amor y de Compasión.
Envíanos, Oh Padre Benignísimo,
un poderoso Aliento de Tu Espíritu
que nos reanime a todos
para Tu Gloria. Amén.
15 de noviembre de 1991 (29.12.1989) (Extracto tomado de: Una Llamada Nupcial Divina ‘)