Padre todo Misericordioso,
levántame hasta Tu Regazo,
permíteme beber de las
Corrientes de Vida Eterna
y así sabré
que gozo de Tu favor.
Oh, ven a rescatarme antes
de que la Hora caiga sobre mí.

Sáname,
porque he pecado contra Ti.

Padre,
Tus Labios están húmedos de Gracia,
Tu Corazón es un ardiente Horno de Amor,
Tus Ojos son Dos Llamas de Fuego abrasador. ¡

¡Oh, Padre!
Tu Belleza es la Perfección misma,
Tu Majestad y Esplendor dejan deslumbrados
incluso a los más brillantes de Tus ángeles.
Rico en Virtud y Gracia,
no me escondas Tu Santo Rostro
cuando llegue la Hora.
Ven a ungirme con el óleo del amor.

¡Dios, escucha mi oración,
escucha mi voz suplicante!
Debo cumplir los votos que Te hice.

Padre Eterno,
aunque voy contra corriente,
confío,

y creo
que Tu Brazo estará allí
para levantarme y sacarme de esta corriente.

¡Oh, cómo anhelo contemplar
Tu Santuario y ver Tu Gloria
en el Arca de la Alianza!

¡Oh, cómo languidece mi alma
por contemplar al Jinete de los Cielos
que lleva el Nombre:
Fiel y Veraz!
El que barrerá la iniquidad
del mundo,
El que es Justo.
¡Oh, ven a cubrirme con Tu Manto,
ya que Tu Amor es conocido por su generosidad!

¡Oh, Padre! No me apartes como merezco
por mis pecados,
antes ayúdame, provéeme de mi
Pan Cotidiano
y mantenme a salvo,
lejos de los colmillos de la Víbora.
Hazme heredero de Tu Casa,
transfórmame en Tu hijo de Luz,
haz de mí una copia perfecta
del Mártir Supremo
para glorificarte por siempre jamás. Amen.

19 de septiembre de 1991 (29.12.1989) (Extracto tomado de: Una Llamada Nupcial Divina ‘)