19 de agosto de 1996
(San Miguel Arcángel)
Hija del Padre y del Altísimo, esposa del Esposo, jardín del Espíritu Santo, fruto de la Santísima Trinidad, ¿sabes lo que significa “temor del Señor”? Significa aborrecimiento de todo lo que es malo y opuesto a Dios. Dios es bueno, manso, amable, misericordioso, es el amor y la Verdad.
Que tu alma, pues, tema a Dios, y deja que Dios te perfeccione. El temor del Señor es el principio de la Sabiduría, y la Sabiduría se da a simples niños, porque el reino de los cielos pertenece a los que son como ellos. Así que, a menos que cambiéis vuestros corazones1 y quedéis libres de malicia, nunca entraréis en el reino de Dios.
Ah… ¿No habéis oído cómo Nuestro Creador tres veces Santo, triunfador sobre todo, derramó lágrimas de alegría mientras os estaba creando? Sí, es este mismo Dios, que es el Altísimo, el Dios grande y viviente, a quien debéis la vida, el que os ha creado, contra Quien se ha vuelto hoy el mundo.
¿Cómo puede alguien creer que escapará a la Justicia de Dios? Todo está para siempre bajo el Ojo de Dios, y lo que Él ve como crímenes y ofensas contra Su Santidad pesa más que las arenas de los mares… ¿Cuánto tiempo más ha de ver profanada Su Imagen? ¿Puede el hombre mantenerse con nada, y por cuánto tiempo? Rechazar el Amor Fiel es rechazar la Vida. Sin embargo, el Dios que han olvidado nunca les ha olvidado a ellos.
Yo puedo ahora suplicar clemencia para todos vosotros, especialmente para aquellos de entre vosotros cuyos corazones están más endurecidos. Los débiles y los necesitados tienen que ser auxiliados y salvados de las garras del maligno, que trama la caída del pueblo de Dios. Así pues ¡venid! Reavivad vuestras oraciones hacia Mí y Yo intercederé. ¡Venid! Con un decidido propósito de salvar a los hijos de Dios, ¡venid a orar! Aunque os esté dando este aviso, hay quienes no quieren escuchar. Pedid Mi intercesión y Yo os protegeré y defenderé del mal y su dominio.
Así como el cielo alaba las maravillas de Dios, alaba tú también sin cesar al Altísimo, tu Creador, porque ¿quién en los cielos se puede comparar con el Altísimo? ¿Quién entre los hijos de Dios puede rivalizar con Él? Su Trono, como el sol ante Mí, clama: “¡Justicia!” Una vez que el Santísimo haya hablado, Su Palabra se cumplirá y la Justicia se hará mediante el fuego.
En cuanto a aquellos cuyo corazón fue agradable a Dios y que clamaron a Él: “¡Tú eres mi Padre, mi Dios, la Roca de mi salvación!”, se convertirán en primogénitos de Dios y no tendrán miedo el Día que Él venga con fuego.
Yahveh se propone pasar pronto entre vosotros. Que yo oiga vuestras fervientes plegarias, luego preguntaos a vosotros mismos: “¿Qué significará para mí el Día del Señor?”. Y quienquiera que trame el mal estará trabajando para su propia ruina. Por eso os digo: Venid a sembrar semillas de paz y reconciliación, para que vuestro fruto sea agradable al Altísimo y el cielo sea vuestra recompensa.
San Miguel, el Arcángel de Dios.