25 de noviembre de 1994
(Francia)
¡Señor mío!
Yo Soy. Apóyate en Mí… paz, hijita Mía. Escucha y entiende: fíate de Mi ingente poder y de Mi Infinita Misericordia. Predica como Yo te he predicado a ti; sigue el corazón de la Ley1. Yo te recordaré todo lo que se tenga que decir.
(Entonces, Cristo dio este mensaje para Francia:)
En estos días me he vestido de saco para manifestar Mi aflicción. ¿No te has dado cuenta de que he ido al desierto en busca de Mi hija mayor?2 Hoy, si he ido al desierto en tu busca, es para probar la autenticidad de tu nombre, ya que fuiste la primera elegida para extender Mi Amor.
Nunca olvidaré que fuiste Mi orgullo y Mi jactancia, ni lo obediente que has sido. ¿Qué ha pasado con el ardiente celo que tenías antes? En otro tiempo tu corazón se sentía atraído hacia Mí, ¿cómo has podido olvidar todas las gracias que has obtenido de Mí, ayer mismo? Hija-de-Mi-Iglesia, eres heredera de Mi Reino. He venido a ti para reavivar tu devoción a Mi Sagrado Corazón, a través de una promesa3. ¡Don-de-Mi-Padre! Guardiana una vez de Mis Intereses, no Me obligues a decir: “Mi propiedad ha sido entregada4 y los administradores la han ocupado. En vez de permitir que Mi Espíritu Santo conserve su sede, Mi sede está siendo gobernada ahora por la carne”. Vuelve a Mí y endereza de nuevo tu corazón. Arrepiéntete y reconoce tu pecado en la Presencia de Mi Padre y responderé a tu grito de arrepentimiento.