18 de agosto de 1994

(Nuestra Bendita Madre):

Hija, Mi Corazón se alegra siempre que te unes a la oración de los santos. Mi querida niña, estás luchando1 en la misma batalla que todos los santos en el Cielo. Yo también estoy presente, de modo que tu obediencia a Dios no ha de tener límites.

Mira, acepta todo lo que Dios te da. Es por Su Mano, para Su Propio y generoso propósito, por lo que Él te da la posibilidad, la libertad y el poder de actuar para la reanimación de la Iglesia. Si te conservas como un espejo sin mancha, reflejarás la Imagen de Dios, y Sus Obras continuarán brillando en ti, para que todas las naciones lean la Palabra de Vida, acogiendo a Cristo con un corazón abierto.

¡Queda aún tanto por sanar! Pero confía en el Señor, porque Él Mismo es tu Santo Compañero. Puesto que has sido resucitada para estar con Cristo, Mi Hijo, debes vivir una verdadera vida en Dios. Que cada pensamiento tuyo sea sobre cosas celestiales. Enseña a otros a pensar en Dios, a hablar de Dios y a desear4 a Dios. Entonces se darán cuenta de que Dios es Vida, Alegría y Paz Celestial. Mira, se acercan los días en que esta gracia especial, que el Señor estaba ofreciendo al mundo, se acabará.

Vassula, aprende y di estas palabras de las Escrituras a aquellos que dicen: “No estamos obligados por ninguna ley canónica a escuchar ninguna profecía”2. Diles: “Las Escrituras nunca mienten. Dicen: “Aseguraos de no negaros nunca a escuchar cuando Él habla. Si la gente, que se negó a escuchar una advertencia en la tierra, no pudo escapar a su castigo, ¿cómo podremos escapar si volvemos la espalda a una voz que nos advierte desde el Cielo? Esa vez Su Voz hizo temblar la tierra, pero ahora Él nos ha hecho esta promesa: Voy a hacer temblar la tierra una vez más, y no sólo la tierra sino también el cielo”3.

La retribución que el Cielo ha reservado para esta generación impía está al alcance de la mano. Yo continuaré estando junto a todos vosotros, alentándoos a orar, a ayunar y a vivir una verdadera vida en Dios. Continuaré, si Me lo permiten, acercándoos más a Dios.

Yo, ‘i Panayia’4, os bendigo a cada uno y os digo: he tendido Mi manto sobre vosotros, pequeños Míos, para protegeros del maligno que, como un león, merodea continuamente a vuestro alrededor.


1 Lucha espiritual por medio de la oración, el amor y la obediencia a Dios
2 Es decir, seguir y vivir el mayor Mandamiento de Dios 5Nuestra Madre Bendita se refiere a las profecías que se dan en nuestros tiempos
3 Hb12,25-26.
4 Madre Bendita, en griego. La traducción literal es: “La Santísima”.