18 de febrero de 1993

Señor, ¿cuánto tiempo vas a permitir que te desafíen?1

¡Cuando les hable la próxima vez, desencadenaré una tormenta!

Ellos despreciaron Tu consejo en el centro ecuménico, en Ciudad de México2. Se levantaron y se fueron a mitad de la reunión. Y, como Tú sabes, la mayor oposición está en el Consejo Mundial de las Iglesias, y quienes no quisieron allí mi presencia, ni siquiera mi charla, eran los míos.

Pero Yo, el Vencedor, les haré doblarse por la mitad… Mira, Vassula-de-Mi-Pasión, recibe Mi Paz, ¡no busques a nadie más que a Mí! Alma-de-Mi-Pasión, sal a las naciones y déjame a Mí las resistencias. Yo haré que los que se oponen a Mí se levanten de sus Escaños, y los doblaré por la mitad. Confía en Mí. Ve a las naciones y recuerda a todos Mi Amor y que Jesús significa Salvador y Redentor, y que la inmensidad de Mi Amor por todos vosotros sobrepasa toda medida…

No mires a tu izquierda ni a tu derecha, acuérdate de cómo Mi Padre, sobrecogido por tu miseria, te dio Su Paz para que comunicaras esta Paz a todos. Mi Padre, conmovido por tu asombrosa debilidad, te reveló Su Rostro y, a través de ti, a los demás. Mi Espíritu Santo, seducido por tu nada, triunfó sobre ti, instalando Su Trono dentro de ti para gobernar tu alma, y Yo llené tu corazón con las Riquezas de Mi Sagrado Corazón.

Pronto, amadísima de Mi Alma, un blanco lienzo te cubrirá y Yo Mismo te envolveré en Mi Corazón, absorbiéndote en Mi Luz. Así que, hijita-Mía-de-Mi-Ardiente Pasión, permíteme que Me valga de tu pequeña mano sólo un poco más.

Escribe: He salido del Cielo para llegar a vosotros, pero ¿Me habéis escuchado? He bajado de Mi Trono para venir hasta vuestra habitación, a cortejaros y recordaros que sois herederos de Mi Reino. He salido de Mi Morada y tomado el camino del desierto en vuestra búsqueda. El Dueño de los cielos no os ha negado nunca Su Amor, ¡jamás! He permitido que tus ojos, creación, contemplaran a un Rey en Su Belleza, para atraerte.

Para honra de Mi Nombre, He resucitado a los muertos para que os prediquen Mi Reino. ¿Dónde está vuestra respuesta? Y vosotros, los que habláis de la Unidad, ¿acaso creéis que palabras vacías os van a unir? ¿Quién de vosotros está dispuesto a despojarse de todas sus comodidades y seguirme? Decidme: ¿Quién de vosotros será el primero en acabar con Mi Agonía y Mis Lamentos por la Unidad y la Paz, antes de que llegue la Hora? Esa Hora que hace temblar a Mis Ángeles.

¿Quién de entre vosotros será el alma que siembre las naciones con semillas de Amor y de Paz? ¿Quién seguirá fielmente la Luz, por Mi Amor, invocando Mi Nombre día y noche? ¿Quién de todos vosotros será el primero en poner sus pies en Mis Huellas manchadas de sangre? ¿Me estáis buscando sinceramente? Mirad, se acercan los días en que voy a venir por medio del trueno y del Fuego, pero, para Mi aflicción, ¡voy a encontraros a muchos de vosotros inconscientes y sumidos en un profundo sueño!

Te estoy enviando, creación, mensajero tras mensajero para romper tu sordera, pero ya estoy cansado de tu resistencia y apatía. Estoy más cansado que nunca de tu frialdad… Estoy cansado de tu arrogancia y tu inflexibilidad cuando se trata de congregarse para la unidad. Ya has colmado y desbordado la copa del Estupor. Intoxicados por vuestra propia voz, os habéis opuesto a Mi Voz, pero no será para siempre. Pronto vais a caer, porque os habéis opuesto a Mi Voz con los engañosos desatinos de vuestra voz. Naturalmente, Mi Iglesia está en ruinas a causa de vuestra división. No estáis aplicando Mis consejos ni estáis poniendo por obra Mis deseos por falta de fe, pero Yo expondré vuestro corazón ante vosotros y ante todo el mundo. Expondré con cuánto secreto estabais planeando destruir Mi Ley3.

El sexto sello está a punto de romperse4 y todos vosotros seréis sumidos en las tinieblas, y no habrá ninguna iluminación porque el humo expulsado desde el Abismo será como el de un inmenso horno que oscurecerá el sol y el cielo5. Y, debido a Mi Copa de Justicia, voy a haceros semejantes a serpientes y víboras, haré que os arrastréis sobre el vientre y comáis polvo6 en esos días de tinieblas. Os aplastaré contra el suelo para recordaros que no sois mejores que las víboras… Vais a sofocaros y ahogaros en vuestros pecados.

¡En medio de Mi furor, voy a pisotearos, voy a aplastaros con Mi ira! ¿Lo veis? Mis cuatro ángeles están ahora en pie alrededor de Mi Trono, esperando con inquietud Mis órdenes. Cuando oigáis el retumbar de truenos y veáis destellos de relámpagos, sabed que ha llegado la Hora de Mi Justicia. La tierra se sacudirá y, como una estrella fugaz, se moverá7 de su sitio, arrancando montañas e islas de sus lugares. Naciones enteras serán aniquiladas. El cielo desaparecerá igual que un pergamino que se enrolla8 como lo viste en tu visión, hija9. Una gran angustia se abatirá sobre todos los ciudadanos. ¡Y ay del incrédulo! Escúchame: si los hombres te dicen hoy: “Ah, pero el Viviente tendrá Misericordia de nosotros, tu profecía no es de Dios sino de tu propio espíritu”, diles: “Aunque se os considere vivos, estáis muertos. Vuestra incredulidad os condena. Porque os negasteis a creer en Mi tiempo de Misericordia, y prohibisteis que Mi Voz se propagara a través de Mis portavoces para advertir y salvar a Mis criaturas, moriréis también como los malvados.

Cuando llegue la Hora de las Tinieblas, os mostraré vuestro interior. Volveré vuestra alma del revés, y cuando la veáis tan negra como el carbón, no sólo experimentaréis una desolación como nunca antes, sino que os golpearéis el pecho con angustia, reconociendo que vuestra propia oscuridad es mucho peor que la oscuridad que os rodea.

En cuanto a ti,10 (…) Así es como manifestaré Mi Justicia a las naciones, y todas las naciones percibirán Mi sentencia cuando llegue esa Hora. Haré que la vida humana escasee más que nunca. Luego, cuando Mi ira se aplaque, estableceré Mi Trono en cada uno de vosotros, y juntos, con una sola voz, y un solo corazón, y una sola lengua, me alabaréis a Mí, el Cordero.

Basta por hoy, Vassula Mía. No te muestres hostil con tu propio pueblo, ni tampoco aflijas, alma, tu corazón. Yo te mostraré al mundo como una señal de unidad. Te contradicen y te rechazan, pero ahora ya sabes por qué: porque la unidad no es bien recibida, como el Amor no es acogido en muchos corazones. Falta sinceridad….

Ven. ¿Nosotros?

Sí, mi Señor.


1 Los eclesiásticos de la Iglesia greco-ortodoxa.
2 Allí estaban todos. Los greco-ortodoxos llegaron tarde, escucharon durante unos veinte minutos mientras yo leía los mensajes de Jesús sobre la unidad y luego se levantaron furiosos y se fueron.
3 Jesús añadió lo que sigue con suma gravedad.
4 Ap 6,12.
5 Ap 9,2.
6 Gn 3,14.
7 Is 13,13.
8 Ap 6,14.
9 El 21 de julio de 1990.
10 Esto me concierne sólo a mí.