6 de enero de 1993
¿Jesús? Amadísimo del Padre,
los campos de mi país1 están devastados2
y se han convertido ahora
en nidos de lagartos y de arañas.
¿Ya no estás Tú allí?
¿No estás ya en esta nación?
¿Por qué no hace ningún progreso?
¿Por qué los estás dejando tan atrás?
La muerte se ha deslizado bajo sus puertas…
Hijo del Dios Todopoderoso,
¿cuándo vas a manifestar Tu Santidad
en esta nación?
… “Vassilia mou, yiati kles?3”
Lloro a causa de su excesiva arrogancia… ¿Cómo puedo tratar con su excesivo orgullo? No escuchan a Mi Espíritu y están siguiendo los dictados de sus soberbios corazones.
En verdad, Señor de toda Santidad,
¿no hago todo lo que puedo por servirte?
¿No intercedo por la Unidad?
¿Acaso puedo doblar el hierro
con las manos desnudas?4.
Sin embargo, Tu Fuego puede hacerlo.
La Riqueza y los Tesoros
de Tu Sagrado Corazón pueden hacerlo.
Entonces tendré que pedir más de ti…Tendré que pedirte más. Todo lo que Me des servirá para uniros a todos juntos en el amor, y para iluminar vuestros corazones, a fin de que vuestro espíritu pueda abrirse a Mi Espíritu, que os enseñará las profundidades de vuestro Padre Celestial y las joyas ocultas de la Sabiduría.
La pobreza está a Tus pies para servirte, Todopoderoso.
¡Sí! Confía en Mí. Yo siempre te sostendré, así que no temas… Mírame… Mi paladar está más seco que un pergamino y el Padre no va a tolerar por más tiempo lo que está viendo. El mundo Le está ofendiendo a Él y a todo Su Reino. El mundo se ha vuelto tan malvado que Mi Brazo ya no puede retener por más tiempo Su Brazo de caer sobre vosotros5.
El hierro se puede fundir, por tanto, no pierdas el ánimo… No olvides que Yo te he enviado con una espada en la mano para que brille como el rayo. En cuanto a los orgullosos, estas Noticias que te encomiendo desagradan poderosamente su corazón, turban su espíritu y hacen temblar sus rodillas. Y a tu nación, voy a fundirla como se funde el hierro: con Fuego… y su gente avanzará en santidad.
(Mensaje para alguien, de parte del Sagrado Corazón:)
Algo6 que ha existido, no puede morir. Algo que reaviva el fervor y aporta vida visible a Mi Iglesia, nunca se extinguirá.
Tú eres testigo, con tus propios ojos, del resurgimiento de Mi Sagrado Corazón, de Aquel de quien dices: “Yo Le conozco y Le amo”. Lo que se lleva a cabo en estos días, no ocurre sin sufrimiento ni sacrificio. Yo mantendré viva la Devoción a Mi Sagrado Corazón y todo cuanto he enseñado a propósito de ella. Ésta es Mi Propia promesa. A ti se te ha concedido presenciar el resurgimiento de Mi Sagrado Corazón para que puedas dar testimonio. Ser el sacrificio de Aquel que quita vuestros pecados es un privilegio. Acepto el testimonio que Me estás dando en Mi Espíritu. Así, lo que estás viendo con tus propios ojos es la culminación de vuestros tiempos.