20 de agosto de 1992

(Rodas, Grecia)

Hija querida y fiel, mientras que tú eres débil, Yo soy Rey. He aquí que te envío de nuevo a los tuyos para recordarles Mis Principios. Algunos de vosotros os habéis vuelto blandos y tibios porque, cuando os habéis reunido en Mi Nombre, habéis acogido Mis Palabras con desconfianza.

¡Ay de los que venden Mi Sangre para honrar su propio nombre! ¡Ay de los que están ahora satisfechos y dirigen sus vidas según sus inclinaciones naturales, ignorando Mi Espíritu! ¡Ay de aquellos que se conviertan en obstáculo de la puerta que Yo Mismo he abierto para anunciar Mi Mensaje! ¡Ay de los que creen que actúan sabiamente con el mundo, porque son servidores del mundo, no Míos! Son esclavos del mundo y están desposados con la hipocresía, la corrupción y todo lo que aborrece Mi Corazón.

Vosotros que decís que estáis sufriendo injusticias por causa de Mi Nombre, ¡alegraos! Porque Mi Día amanecerá pronto sobre todos vosotros con fuego. Alegraos y estad contentos cuando os acusen y os desacrediten públicamente, exhibiéndoos como espectáculo vergonzoso por Mi causa y Mi Mensaje. Tanto mayor será vuestra recompensa en el Cielo por haber soportado con amor los insultos del mundo.

Orad para que Yo pueda soltar las cadenas que os atan al mundo todavía. Orad por aquellos que no pueden distinguir su mano derecha de su izquierda. Nadie es digno de Mi Llamada, así que no culpéis a los orgullosos. La gracia está ahora sobre vosotros, y la Misericordia os envuelve. Vuestro Rey os ha ofrecido Su Corazón incondicionalmente, pero Me he dado cuenta de que no todos Me han ofrecido su corazón por entero. No todos están dispuestos a ajustarse a Mis Principios. No, no todos han estado de acuerdo con los deseos de Mi Corazón, sino que, por el contrario, han escuchado su propia voz, esa voz que es su propia ley, debido a su poca fe. A éstos Yo les digo: orad a fin de que no perdáis Mi favor, orad para que hagáis Mi Voluntad. Que Mis Palabras se difundan ahora, y no os dejéis dominar por vuestra manera de pensar humana.

Tengo tres preguntas más que haceros:

¿Por qué habéis reducido Mi Voz?

¿Qué habéis hecho con los Mensajes que Yo he escogido para que se leyeran?

¿Adónde ha ido el hombre que estaba antes tan deseoso de agradarme?

¡Padre! ¡Perdónales porque no saben lo que hacen!

Hijita Mía, ¡profetiza! Que tu boca sea como una espada con Mis palabras… Sírveme. El Amor está cerca de ti.

Señor, ¿qué ocurrirá si ellos no hacen Tu Voluntad?

Entonces, retiraré Mi Corazón, Mis favores y Mis Gracias, pero Mi Cruz permanecerá.

(Este mensaje estaba dirigido a aquellos que pusieron obstáculos al acceso que había abierto Nuestro Señor. Las tentaciones, el miedo, las dudas condujeron a ciertas personas a no fiarse ni depender del plan que Dios había preparado para Rodas. Jesús les advirtió.)