10 de junio de 1992
La paz esté contigo. El Amor te ama.
Flor, escucha y escribe: Como un hombre que invita a sus amigos a compartir su comida, Yo os invito hoy a orar, pero también a compartir Conmigo Mis sufrimientos, Mi alegría y Mis deseos. Estáis esperando ansiosamente oírme y escuchar en silencio lo que tengo que decir, y ¡ah!… ¡Sé muy bien lo sedientos que estáis algunos de vosotros!
En estos tiempos, como nunca antes, extiendo Mi Mano desde lo alto para salvaros de los poderes del mal, que se disponen a apagar la poca luz que queda en vosotros y forzaros a habitar en la oscuridad. Así que no digáis: “No hay nadie que me salve, ni nadie que me ofrezca su amistad”, ni digáis que se os niega la ayuda. Invocadme de corazón y Yo vendré volando a vosotros…
Yo soy vuestro Amigo.
Yo soy Quien más os ama. Yo soy el Todo-Fiel. Os he enseñado a no negar una amabilidad a cualquiera que os la pida, ¿os negaréis a arrancar las espinas que atraviesan Mi Corazón? Para esto necesito almas generosas, necesito hoy más que nunca almas víctimas. ¿Queda entre vosotros alguna alma sensible? ¿Quién de vosotros Me pondrá como un sello en su corazón? ¿A quién de vosotros puede atribuirse un amor más fuerte que la Muerte? ¿No has comprendido aún cuán loco de amor estoy por ti, generación? Abridme enteramente vuestro corazón, hermana Mía, hermano Mío, amadísimos Míos, porque Mi Boca está más reseca que el pergamino por falta de amor. Abandonaos a Mí. ¿Por qué teméis rendiros? Sólo os estaréis rindiendo a vuestro Santísimo, a Aquel que decís que amáis. Dadme vuestro corazón enteramente y Yo haré de él un cielo para Glorificarme a Mí, vuestro Rey.
Consagraos a Mi Sagrado Corazón y glorificadme. Pertenecéis todos a Mi Casa y no quiero que nadie se pierda. Si permanecéis en Mí, viviréis. Mis pequeños corderos, continuad dando a conocer a vuestros hermanos y hermanas la consagración a Mi Sagrado Corazón, así como la consagración al Inmaculado Corazón de vuestra Madre.
Os bendigo a todos, dejando el Suspiro de Mi Amor en vuestras frentes.
(Mensaje de Nuestra Bendita Madre.)
Amadísimos hijos, haced lo que Jesús os dice. Dad gracias a Su Nombre por Su Fiel Amor. Levantad vuestras cabezas hacia Dios y os volveréis radiantes. Pobres hijos Míos, desde lo alto contemplo vuestras ciudades donde no hay descanso y donde hay tantos conflictos. Miro, pero no consigo encontrar suficiente amor ni generosidad. Necesito más oraciones, más generosidad y amor para ayudaros. Encuentro muy pocos que Me apoyen en Mis oraciones. Renunciad a todas vuestras malas costumbres y vivid santamente. Necesito vuestras oraciones, como una tierra sedienta necesita lluvia, para ayudaros y embelleceros para Mi Hijo.
Ahora ya no tiene que haber más demora. El Enemigo está decidido a matar despiadadamente, sin misericordia, y sigue expulsando a la gente de su propio país. He visto horrores desde lo alto, y Mi Corazón está destrozado dentro de Mí. Pero Yo puedo restaurar las tierras y puedo restaurar la Paz entre hermanos únicamente si estáis atentos a Mis súplicas de Oraciones y a Mis Llamadas al sacrificio. La pérdida de hijos y la viudez cesarán inmediatamente.
Esta vez, tomad en serio Nuestros Mensajes. Ofreceos a Dios y Él os tomará de la mano y os formará. Hará de vosotros un reflejo de Su Divina Imagen. Con Él aprenderéis que el sufrimiento es divino, la mortificación apaciguadora a los Ojos de Dios, la obediencia agradable a Él. Desead lo que más rechaza este mundo:
Su Cruz.
Os bendigo a todos con Mi Amor Maternal.