4 de febrero de 1991
Hija, recibe Mi Paz.
Ten piedad de mí, Señor.
Te busco y siento que no Te encuentro.
Te llamo y no logro oír Tu Voz.
No sé por dónde estoy caminando.
Mis perseguidores me están acosando.
Si Tu Fuerza no me sostiene,
me aplastarán seguramente.
¡Oh, si tuviera las alas de una paloma
para volar hasta Ti!
Dios mío, ¡cuánto Te amo!
¡Paz, hija! Ven, quiero que busques cosas más elevadas. Te estoy ayudando constantemente a alcanzar un nivel más alto de oración. Yo permanezco siempre cerca de ti. Sé fuerte. Te amo apasionadamente y Mi Amor permanecerá. Queridísima alma, sé paciente. Lo revelaré todo a su debido tiempo. Sí, cada cosa tiene su momento. Mi Espíritu ha descendido para descansar en ti, por lo tanto, no dejes que nada te perturbe.
El príncipe1 de este mundo tiene gran poder, y éste le ha sido dado para que se cumplan las Escrituras. Te he dicho todo esto para que comprendas… No dudes jamás de Mi Presencia.
Yo estoy contigo para guiar tus pasos por el camino de la perfección; pero, Vassula Mía, nadie alcanza la perfección a menos que pase por Mi Cruz. Aprende que la abnegación propia te conducirá por la senda de la perfección. Yo seré glorificado y tú, purificada. Sé con qué reticencia2 y dificultad tu espíritu acepta este camino especial que te he dado, pero esta es una razón más por la que te he elegido. Deseaba tener en Mis Manos un instrumento simple y débil, una nada, para avergonzar a los sabios y a los eruditos. Quería a alguien sin ningún Conocimiento. Yo te he elegido a ti y no tú a Mí. Yo soy el Santísimo que vine a levantar Mi Tienda en ti. He venido a ti de repente, como una suave brisa y como el viento que nadie sabe de dónde viene.
Apóyate ahora en Mí, Yo guiaré tus pasos. Nunca jamás te abandonaré. Estás viviendo bajo Mi Luz. Alma, has heredado Mi Amor. Por lo tanto:
Esperanza, hija, dime que tu esperanza está en Mí.
Mi Señor Yahveh,
mi Esperanza está en Ti.
Fe, hija. Dime que has puesto tu fe en Mí, en toda su plenitud, y Yo te diré que tu alma será recompensada. Ten fe y exáltame ofreciéndomela.
Mi Señor Yahveh,
yo creo y tengo fe en Ti y en Tu Promesa.
Yo confío en Ti.
Amor, hija, Dime que Me amas con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Muéstrame que tu amor es puro, bienamada, muéstrame que amas a tu prójimo como a ti misma.
Mi Señor Yahveh,
enséñame cómo amarte
y cómo amar a mi prójimo
como a mí misma.
Yo Soy. ¿Alumna?
¿Sí, Señor?
Ten fe en Mí, ámame y alcanza la perfección. No estás sola ni siquiera en tu sueño3. A tu lado, Yo Soy. Aprende que el Cielo se alegra porque a través de tus sufrimientos4 he salvado un alma. Con el amor que Me tienes, he calentado un corazón. No temas, Vassula, hija Mía. Recibe Mi Paz y hónrame permaneciéndome fiel. Desprecia todo lo que no sea santo, ten sed de todo lo que soy Yo.
He cultivado tu tierra para que produzca una cosecha, y por tu perseverancia (no creas que ésta viene de ti), Yo he trabajado y Me he esforzado en ti. Yo he elevado tu alma hacia Mí. ¡Te digo que Mi Misericordia es grande! ¡Oh, si tan sólo supieras y fueras plenamente consciente de lo que Yo te he ofrecido…! Soy como una madre para ti. Soy Protector como una madre hipersensible cuidando de su hijo. Yo Soy. En estos últimos años te he revelado Mi Rostro. ¿No es cierto?
Así es, Señor mío.
Yo, la Luz, he venido a ti y te he dado Luz en tu oscuridad. ¿Eres feliz de haber estado Conmigo todos estos años?
Sí, Señor mío, tan feliz como en el Paraíso.
Espera y verás lo feliz que serás en el Paraíso. He rogado al Padre por ti, para que ignore tu asombrosa debilidad, Vassula Mía, y para que mantenga tu fuerza dándote Su Fuerza. Te he garantizado que Me glorificarás al final. Ora, hijita Mía, para que la paz venga a este mundo. Ámame. Bendita seas.