10 de octubre de 1990
La paz esté contigo, pequeña. Permíteme utilizar tu mano. Soy Yo, tu Jesús. Es el Amor quien te habla, y te pregunta…
¡Oh, ven a invadirme!
¡Ah, Vassula Mía! Entonces te colmaré… Escúchame y escribe este Mensaje para el mundo entero:
La paz esté con vosotros. El Amor está hablando. El Amor está ofreciendo. El Amor está sanando incluso las heridas que parecían incurables. El Amor está consolando a los que no son atendidos. Mi Amor por vosotros es eterno y se Me conoce por ser constante en Mi afecto.
Acercaos… Venid junto a Mí, orando con vuestro corazón. Os ofrezco un sitio en Mi escuela. Os ofrezco la Sabiduría para enseñaros Mi Conocimiento. Benditos los que aceptan humildemente Mis Instrucciones y se toman a pecho Mis Palabras.
Escuchadme, amadísimos Míos. Dicen las Escrituras: “El lenguaje de Mi Cruz puede parecer ilógico a aquellos que no están en el camino de la salvación, pero aquellos de vosotros que estáis en el camino, lo veis como el poder de Dios para salvar”1. Y éste es el Lenguaje que Yo vengo a enseñaros. Es el Lenguaje de Amor que oiréis en Mi Escuela. Y vosotros, los que estáis dispuestos a aprender, benditos seáis, sed fuertes y dichosos. Aunque seguramente aparecerán obstáculos, no temáis, confiad en Mí. Pero ¡ay del que los ocasione: tendrá que responder ante Mí el Día del Juicio!
Mi Retorno es inminente y os estoy dando constantes señales para prepararos. El Amor está en el Camino de retorno. Yo estoy en Mi camino de vuelta a vosotros.
Decidme, cuando un rey va a entrar en una ciudad, ¿no se harán preparativos para recibirle? La ciudad entera estará en efervescencia, y el rey enviará por delante a sus elegidos y a su corte imperial para prepararle el camino y enderezar sus sendas. Él rey enviará a sus mensajeros para anunciar su venida. Les pedirá que griten a voz en cuello: “Aquí está vuestro Rey, ¡vuestro Rey viene con Su Corazón en la Mano para ofrecéroslo! La Misericordia se inclina ahora desde el Cielo y desde Su Trono. El Rey se ha apiadado de vosotros”.
Por eso, antes de Mi Retorno, estoy enviando por delante el Arca de la Alianza. Estoy enviando a la Mujer del Apocalipsis, la segunda Eva, que aplastará la cabeza de la serpiente con su talón. Os estoy enviando, por delante de Mí, a Mi Madre, para abrir una ancha vía en este desierto, y allanarla. Os estoy enviando a la Reina del Cielo, la Puerta del Cielo, para prepararos y enseñaros a todos los que aún yacéis en el polvo a dar un paso adelante y hacer las paces Conmigo, vuestro Rey, antes de Mi Gran Retorno. Os estoy enviando a la Reina de la Paz para trillar la tierra de un extremo al otro y recogeros uno a uno.
Os estoy enviando, antes de Mi Gran Retorno, a Mis servidores, los profetas, para recordaros Mi Ley y haceros regresar de vuestros caminos de maldad y vivir santamente, y para anunciaros los acontecimientos antes de que sucedan.
Os estoy enviando a Mis ángeles para recordaros Mi Santidad, Mi Magnificencia y Mi Esplendor. Os estoy enviando a Mis portavoces para gritar y proclamar sobre los tejados de vuestras casas las Bodas de Mi Espíritu Santo. Yo no Me cansaré de llamaros para que os desposéis Conmigo. No Me desalentaré por vuestra hostilidad ni por vuestra aridez.
Iré en persecución de vuestro corazón y, como el joven que se casa con una virgen, Aquel que habéis herido desde el principio, se desposará con vosotros. Y Yo, con Mi Amor, os haré sustituir las Espinas que rodean Mi Corazón por una Corona de flores. Y como un esposo que lleva su corona nupcial, Yo también la llevaré, porque esa corona será Mi Corona de Victoria. Éste será el Premio de Mi Misericordia…
Generación, te haré Mía. Te levantaré y te llevaré en brazos como el esposo lleva a la esposa a sus aposentos y, por Mi eterno Amor, te haré entrar en Mi Sagrado Corazón y te haré Mía para toda la eternidad.
Pronto, muy pronto ya, rasgaré los cielos, abriéndolos para descender con pleno poder. Si comprendierais plenamente lo que quiero decir, no perderíais el tiempo en el letargo, y estaríais en constante oración a Mí, porque, de repente, con la rapidez del rayo, descenderé como una llama de fuego devorador y desvelaré todo lo que se os ha ocultado. Os señalaré con la punta de Mi Dedo a todos los que Me han honrado de labios afuera, sin haberme servido jamás con el lenguaje que Yo les había enseñado: el Lenguaje de Mi Cruz, el Lenguaje del Amor, el Lenguaje que os enseña cosas más allá de la comprensión humana.
Os revelaré a los Caínes, cuyo lenguaje no es Mi Lenguaje sino el de los traficantes ricos y el del comercio. Orad por esos Caínes, no los juzguéis. Emplead vuestro tiempo en oraciones por ellos, no os permitáis iros de la lengua.
No seáis uno de esos que dicen a Mis videntes: “No tengáis visiones”, y a Mis profetas: “No profeticéis”. Dejad que Mi Corte Imperial Me prepare el Camino. Ninguna profecía surgió jamás de la iniciativa del hombre. Cuando Mis videntes y profetas hablan por Mí, lo hacen por la Gracia y por Mi Espíritu Santo que los llena, que los mueve y les abre la boca para repetir Mis Palabras. Y Yo seguiré recordándoos la Verdad por medio de Mis portavoces, incluso si ya conocéis la Verdad. Continuaré revelando Mis planes a Mis servidores los profetas, y mostrando visiones de Mi Magnificencia a Mis videntes. Dejad libres a Mis elegidos y a Mis almas predilectas para preparar el camino para Mí, vuestro Rey. Dejadles completar su testimonio.
Os estoy enviando Mi Corte Celestial para profetizar sobre este final de los Tiempos en el desierto de vuestra era, para convertiros antes de que llegue Mi Gran Día. Sed conscientes de que no desciendo únicamente por Misericordia, sino también para el Juicio. No digo a Mis mensajeros que llamen sólo a los justos, les digo que llamen también a los injustos, a los pobres, a los cojos, a los desechos de vuestra sociedad y a todos los que se encuentren por las calles, para que vengan a llenar Mi escuela. Quiero llamar a todos los que nunca Me han buscado ni jamás Me han conocido, para que vengan a prosperar en Mi Casa, porque éstos son los Tiempos de Misericordia y de Gracia.
Luego, que todos los que os vean, contemplen atónitos vuestra transfiguración. Que se note en vuestros rostros y por el resplandor de vuestro corazón que habéis estado asistiendo a Mi Escuela, y que vosotros sois Mis alumnos y Yo vuestro Maestro. Que vean en vuestros ojos el reflejo de todo lo que habéis presenciado, y que vean en vuestro cuerpo las marcas de Mis Llagas. Y si alguno os pregunta cómo las habéis recibido, decidle que las recibisteis en Casa de los amigos de vuestro Maestro, donde Él las recibió primero… después, levantad vuestra cruz y seguidme. Yo, Jesucristo, Hijo Bienamado de Dios y Salvador, exhalo Mi Aliento sobre vosotros y os bendigo, dejando el Suspiro de Mi Amor sobre vuestra frente. Id en paz y sed uno en Mi Nombre.
(Mensaje de Nuestra Madre Bendita.)
La paz esté con vosotros. Incienso de Dios, tened ánimo porque Yo estoy con vosotros. Estoy con vosotros y os rodeo de Mis innumerables ángeles para protegeros. Desciendo con los santos para guiaros.
Yo soy la Reina del Cielo, soy la Reina de la Paz, soy la Madre de vuestro Salvador. Yo soy Aquella que precede la venida del Señor. Yo soy Aquella que abrió una amplia vía para que vuestro Redentor descendiera a la tierra, y hoy de nuevo, el Altísimo Me está enviando para allanar y nivelar el Camino para Su Retorno.
Aunque Satanás utilice a los hombres para retrasar Mi Obra y poner obstáculos en medio de ella, no temáis, el Señor es Todopoderoso y, al final, Nuestros Corazones prevalecerán. Confiad en Su inmensa Fuerza, porque Él puede arrancar las montañas y fundir las rocas. Nada puede detener Su Mano Poderosa.
¿Qué veis por encima de vosotros? Mirad lo que el Señor está levantando por encima de vuestras cabezas. El Señor está levantando sobre vosotros el Estandarte de Su Gran Amor y Su Gran Misericordia. Él viene a restableceros con Sus caricias, a alimentaros con Sus delicias, a perfumaros con Su delicada fragancia de Mirra. Viene a calmar vuestras heridas con Su bálsamo de Ternura. Viene a derramar Su óleo sobre ti, generación, para a ungirte. El Rey os introducirá en Sus Aposentos para consolaros y enjugar vuestras lágrimas. Os cuida como a la niña de Sus Ojos. Y vosotros a cambio ¿corresponderéis a Su Amor? Ofrecedle vuestro corazón y vuestra voluntad.
Muchos de vosotros habéis olvidado los caminos de Dios, habéis ido a la deriva, como llevados por la corriente de un lago hasta una charca de letargo. Polucionados por el materialismo, vuestro curso cambió de dirección, y de la santidad y de la Senda recta, ¡habéis sido conducidos a caer de lleno en las redes del diablo, en la boca del león! No habéis seguido las huellas de la Preciosa Sangre que Jesús dejó tras Él, como señales para que le siguierais. No, habéis seguido las indicaciones polucionadas que Satanás erigió para vosotros, direcciones que conducen todas al desierto donde no habrá nadie para curar vuestras heridas, ni nadie para consolaros. Y donde moriréis.
Vuestra generación no ha sabido apreciar el gran Amor de Dios, por eso vuestras tierras han sido incendiadas por el egoísmo, por la impiedad y por la furia de Satanás. Y hasta el día de hoy su mano sigue alzada para golpearos e incendiar todas las naciones. Por vuestro ateísmo y vuestra perversidad, os habéis envuelto vosotros mismos en el sudario de la muerte, habéis envuelto a vuestros seres queridos en una nube de pedernal. Desde lo alto, os llamo a todos con angustia para que hagáis las paces con Dios, para que os reconciliéis con vuestras familias.
Cuando venís a orar en las peregrinaciones, ¿venís con un corazón limpio? ¿Habéis cesado de hacer el mal? ¿Estáis en paz con vuestro prójimo? ¿Os habéis confesado y arrepentido sinceramente de vuestros pecados? ¿Habéis bendecido a vuestros enemigos y los habéis perdonado? ¿Habéis devuelto amor por mal? ¿Estáis preparados realmente a encontraros con el Señor, con las manos llenas de obras buenas?
Bendecid a los que os persiguen y orad por ellos. No los juzguéis, seguid orando, porque
¿de qué sirven vuestras ofrendas si vuestro corazón no perdona y guarda rencor? ¿Dónde está entonces vuestra santidad? Purificaos y vivid en la Luz de Dios y en el Amor de Dios. Sed testigos verdaderos del Evangelio, por el calor y el resplandor de vuestro corazón. Sed testigos de Jesús llevando Su Cruz con Él. Sed testigos de la Iglesia siendo constantes en vuestra fe y estando unidos al Vicario de Cristo. No permitáis que vuestra lengua cometa un desliz. Sed perfectos como el Señor es perfecto. Que se vea que sois realmente las primicias del Gran Amor de Dios. Que todos los ojos sean testigos de vuestra buena conducta y sepan que se debe a que sois hijos del Altísimo. Que las marcas de Sus Cinco Llagas se noten también en vuestro cuerpo. Que éstas sean la Señal que muestre que sois Sus discípulos, y Él, vuestro Divino Maestro. Vivid Nuestros Mensajes y sed como semillas para esparcirlos. Que vuestro grito de amor se extienda por toda la tierra hasta los confines del mundo.
Os bendigo a cada uno y os doy las gracias por haberme concedido vuestro tiempo. Id en paz.