5 – 29 de agosto

de 1990

(Rodas)

(Los Diez Mandamientos)

¿Señor?

Yo soy. Apóyate en Mí, piensa en Mi Amor. He caminado solo por el Camino hacia la Cruz. De los hombres de Mi pueblo, ninguno estuvo Conmigo. Me odiaron sin ninguna razón. Me prendieron por la fuerza y por la ley. El sufrimiento y la humillación fueron el premio de Mi victoria.

He cargado con vuestras faltas y he permitido que las mismas manos que Yo creé Me golpearan y Me desfiguraran, pero por medio de estas Llagas habéis sido sanados… Por lo tanto, bendecid a los que os persigan, no los juzguéis, bendecidlos y orad por ellos. Hoy os digo esto con lágrimas en los ojos: hay muchos que se comportan como enemigos Míos y de Mi Cruz. De todos los que predican Mi Evangelio, muy pocos trabajan en realidad Conmigo y por Mi Reino.

Toda Mi Ley se resume en un único mandato:

AMOR

Si hubieran seguido Mi Ley y examinado su conducta diariamente, habrían descubierto que no están viviendo de acuerdo con Mis Mandamientos. Y si Me dicen: “¿En qué no estamos siguiendo Tus Mandamientos? ¿Cómo debemos entonces seguir Tus Mandamientos? ¿Podemos enseñar Tus Mandamientos si dices que no los seguimos?” Todavía no los estáis siguiendo, porque no hay amor en vuestro interior. La Corona de Mis Mandamientos es el Amor. Amar es vivir según Mis Mandamientos. No seáis como Caín que no Me amaba, y sólo por celos espirituales degolló a su hermano…

(Cuando comprendí cuál era la intención de Dios, comentar Sus Diez Mandamientos, temí ser incapaz de anotarlo todo.)

¡Oh Dios, jamás podré hacerlo sola!

¿Quién te ha dicho que vas a hacer este trabajo sola? Escribirás cada palabra que Yo te diga. No te apresures, puedo dictarte por etapas si quieres.

Señor, ¡hazlo según mi capacidad!

Olvidas Mi Capacidad que puede llenar tu capacidad. Ven… Comparte Mi Obra para ganar almas. ¿Comprendes Mi Sed? Yo tengo sed de almas, sed de vuestra santidad, sed de vuestra reconciliación. Tengo sed, queridos hijos Míos, de todo lo que soy Yo y Mi reflejo. Tengo sed de devolveros la divinidad. Tengo sed de un amor correspondido. Tengo sed de renovar vuestra fuente original y vuestra alianza con Mi Santo Nombre; vuestra fuente original que brota de Mi Amor Sublime.

Tengo sed de adoración, pero ¡mirad lo que habéis hecho y en qué os habéis convertido! ¡Oh, era! Has dejado de adorarme, y has multiplicado en cambio tus falsos dioses. No obedeces Mis Mandamientos; no, no observas Mi Ley. ¡Era de miseria, qué ha sido de ti! Rara vez Me invocas para adorarme. Ya no Me llamas por amor, ni Me honras, ofreciéndome tus servicios.

Te he estado llamando todos los días de tu vida para recordarte quién es tu Padre Celestial y a quién debes recurrir, pero tu corazón no se decide por Mí, ni tu mente está dispuesta, porque has preferido cortar el cordón umbilical que nos une y nos hace uno, para establecer tu propia ley y llamarte: sin-dios. Llevada por la Vanidad, quieres considerarte igual a Mí. Ahora dices: “Soy igual a Dios y estoy sentada en Su Trono, porque mi sabiduría ha amasado un gran lujo y una gran autoridad sobre el mundo”. Tu destreza para negociar es tal que una multitud de naciones sigue tu ejemplo. Sí, has seguido efectivamente los consejos de la serpiente primigenia que tan astutamente hizo que tus antepasados comiesen la fruta prohibida, asegurándoles que serían como dioses1. Entonces pensaste que se te abrirían los ojos, pero en realidad te quedaste ciega, y hasta el día de hoy estás luchando por cortar este Cordón que te da la Vida y la Santidad, pensando que encontrarás tu libertad, pero lo que encuentras es la Muerte.

¡Oh, era de miseria! Estás sirviendo a la Locura en vez de a la Sabiduría. Estás sirviendo al dragón en vez de a vuestro Santísimo. No estás obedeciendo Mis Mandamientos, no, no estás observando la Ley que Yo te di. Me estás poniendo a prueba incesantemente. Tu era, hijita Mía, es culpable de graves blasfemias, porque no guarda Mi Ley. Hacen caso omiso de Mis Mandamientos, en los que pueden hallar la vida si los observan. Nación tras nación se ha desviado de Mis Diez Mandamientos en su totalidad, añadiendo la blasfemia a la rebelión. Con el imperio del dragón, la bestia negra2 junto a la segunda bestia, alias el falso profeta, instalaron para sí postes blasfemos sobre cada colina elevada y bajo las ramas extendidas de cada gran árbol, para conquistar el mundo y apagar la poca luz que queda en él. Sobre cada una de sus siete cabezas, la bestia fabricó ídolos que representan a sus propios dioses. Estos ídolos, por el poder del dragón, están instalados en lugares elevados.

Luego designaron, para ocupar los puestos elevados, a sacerdotes que son de los suyos y que ofician hoy en el corazón de Mi Santuario. Y no Me dan culto a Mí, sino que fingen hacerlo. Salen disfrazados de sumos sacerdotes3, adorando y sirviendo a la bestia misma y su producción, que se ajusta al mundo. Adoran a dioses ajenos y sin vida, como lo hicieron sus padres en el pasado. Desprecian la piedad y repudian Mis Mandamientos, hijita Mía. Van por todas las naciones enseñando a adorar la imagen del hombre mortal4, una imitación sin valor, en lugar de Mi Gloria Eterna… ¡Ah, cómo pesan sobre Mí!5 Con el poder6 que les ha conferido el dragón, culminan su odio implacable y su espíritu de venganza, guerreando contra los santos y contra todos aquellos que no están en su clan y que se niegan a adorar la estatua7 de la bestia.

Por eso te digo: benditos los que creen en Mí y Me adoran, benditos los que Me siguen, benditos los que creen que Mi Promesa está a punto de cumplirse, porque sobre ellos, en sus frentes, se marcará Mi Soplo de Amor. En verdad te digo: si un hombre Me sirve, debe seguirme8. ¡Oh, era, no temas regresar a Mí! Regresa a Mí mientras queda tiempo todavía, porque Mi Día está próximo, ¿y cómo lo afrontarás?

Ha sido dicho: no tendréis otros dioses fuera de Mí; no sigáis a otros dioses, los dioses de los pueblos que os rodean. Sin embargo, los hombres han infringido el primer Mandamiento de Mi Padre, declarando abiertamente su libertad, con los medios y el estímulo de las bestias negras, sobre cuyas cabezas recaerá la sangre de muchos.

No invocar Mi Nombre en vano es el siguiente Mandamiento. Naciones arrogantes están atacando ahora Mi Santo Nombre, gentes para quienes Yo no significo nada y cuyas bocas están llenas de blasfemias y dispuestas a adular a otros, si ven en ello alguna horrible ventaja. Maldicen Mi Santo Nombre en sus discusiones. Blasfeman contra Mi Deidad y Mi Santidad. Y aquellos que ofician hoy en Mi Iglesia, pero giran en torno al poder de la bestia, alardeando del conocimiento que tienen de Mi Ley, son los mismos que invocan Mi Nombre en vano.

Son aquellos que cierran las puertas del Reino de los Cielos en la cara de los hombres, sin entrar ellos ni dejar entrar a otros que quieren hacerlo. “Predican” contra el robo, pero Me roban almas a Mí. “Prohíben” el adulterio, pero lo cometen ellos mismos, puesto que siguen a la bestia negra y le son fieles.

Pretenden despreciar a los ídolos y sin embargo saquean Mi Santuario. Por tanto, si esta generación blasfema de Mi Santo Nombre y lo utiliza vanamente, es debido a la permisividad, saciada de vicio, que le han otorgado con liberalidad esos mismos que se visten de capas negras9. Su meta es destruir las raíces de la santidad y de la justicia, y llevar la anarquía a su cenit. Generación… a Mi Retorno, ¿tendré que decir: “no queda un solo hombre bueno, no hay ninguno que comprenda, ni uno solo que Me busque”?

Os he pedido que recordéis santificar el Día de Shabat, pero Lo habéis trastocado con impureza, y manchado con sucias diversiones y con las prácticas con las que deshonráis vuestros propios cuerpos y vuestras mentes, puesto que habéis cambiado la Verdad divina por una mentira, y adoráis y servís a criaturas en vez de servirme a Mí. Habéis hecho que Sodoma y Gomorra parezcan casi irreprochables y puras, comparadas con vuestras impurezas. En verdad os digo que ese Día no les resultará tan duro a Sodoma y Gomorra como a vosotros ahora. La mayoría de vosotros no observa el Día del Shabat. No, no lo observáis, no estáis observando Mi Ley…

Dicen las Escrituras: “Honra a tu padre con todo el corazón, no olvides nunca los dolores de parto de tu madre. Recuerda que les debes tu nacimiento. ¿Cómo puedes devolverles lo que han hecho por ti?”10. Y habéis de seguir este Mandamiento: honra a tu padre y a tu madre. ¿Por qué os sorprendéis tantos de vosotros de que tan pocos sigan este Mandamiento? Necias y malvadas nociones han inducido a esos hijos al error de adorar inventos vacíos, llenando sus espíritus, desde su tierna infancia, con un espíritu de molicie. Muchos padres no han dado a sus hijos esa Fuente inagotable de Mi Espíritu. La Sabiduría los llamaba día y noche, pero esta generación La excluyó, y cada día que pasaba, vuestros hijos se extraviaban más y más del Camino que conduce a Mí. Si alguien, joven o viejo, Me reconociera como su Dios, reflejaría Mi Imagen y, por amor, obedecería y honraría a sus padres como si Me estuviera obedeciendo y honrando a Mí. Pero todas las cosas que son acordes con el mundo han corrompido a esos hijos, impidiéndoles venir a Mí. Falta amor.

Muchos padres se quejan de la desobediencia de sus hijos, mientras que ellos Me hacen exactamente lo mismo a Mí. ¿Por qué? ¿Realmente pueden afirmar que tienen en abundancia bondad, paciencia y tolerancia? Si realmente tuvieran todas estas virtudes, sus hijos tendrían también la virtud de la obediencia y los honrarían a ambos. Pero Yo os digo: las mentes de esta generación están vacías y por eso vino la Oscuridad y las llenó, porque la imagen de convertirse en un filósofo es más importante a sus ojos que Mi Gloria Eterna.

Entonces, su falta de santidad es consumida por la pasión y, desde su tierna juventud, salen a deshonrar sus propios cuerpos. Vuestra generación se ha burlado de Mis Mandamientos y Los ha sustituido por imitaciones blasfemas. Y hasta hoy, de la boca de la bestia salen inventos malvados para oscurecer las mentes de vuestros hijos y arrastrarlos como víctimas hasta la misma boca del león, conquistando sus mentes jóvenes, para que adoren a la primera bestia y sirvan a dioses hechos por el hombre, ofreciéndoles a ellos el honor y el respeto que estaban destinados a Mí, virtudes que hubieran aplicado de la misma manera a sus padres.

En verdad os digo: para los insumisos que se negaron a tomar Mis Mandamientos como guía y los sustituyeron por la depravación, para ellos, habrá fuego al final. ¡Oh, dichosos los sumisos de corazón, pues alcanzarán la perfección! Por tanto, os digo: no seáis insumisos al Temor del Señor.

¡Sabes que te he prohibido matar, generación! Si os llamáis Míos y os consideráis parte de Mi Iglesia y predicáis contra el asesinato, ¿cómo es que matáis? ¿Pretendéis mantener que tenéis razón e insistir en vuestra inocencia ante Mí en el día del Juicio, cuando amontonáis crímenes de niños no nacidos? Desde el Cielo observo espectáculos horribles. ¡Ah, cómo sufro al ver que el seno que forma a ese niño, lo rechaza y lo envía a la muerte sin un nombre y sin ningún remordimiento! El seno que lo formó ya no lo recuerda. A ésos les digo:

“Puedes afilar tu espada, pero el arma que has preparado te matará a ti. Ahora no estás embarazada de un niño sino de iniquidad. Vas a concebir el Rencor y darás a luz a la Desgracia. ¡Cavaste una fosa y la ahondaste sólo para caer en tu propia trampa! Tu rencor revertirá sobre tu cabeza y tu brutalidad recaerá en tu cabeza.”11

Y vosotros12, vosotros que tenéis fama de serme fieles y de aferraros firmemente a Mi Nombre, lo sé todo de vosotros. Sí, se considera que estáis vivos y florecientes, y sin embargo no lo estáis. Estáis muertos y en descomposición. ¡Arrepentíos! Yo os había confiado un sinnúmero de almas. Pero el diablo negoció con vosotros para cambiarlas por su oro y su plata. ¡Si, en efecto! Sé cómo vivís ahora, vivís como los chacales13 en guaridas ocultas14, esas guaridas sobre las que tenderé una vía abierta15. Yo vendré de repente sobre vosotros y expondré vuestra desnudez, y cuando llegue el Día no os permitiré comer del árbol de la Vida. Escuchad atentamente: predicáis contra el asesinato, sin embargo, matáis Mi Espíritu. Alardeáis sobre la Ley, pero luego la desobedecéis, porque no habéis entendido el misterio de Mi maná oculto. No, no habéis entendido todavía Mis alimentos milagrosos, ni el misterio de Mi Transfiguración.

Os he prometido manteneros vivos al final de los Tiempos con Mi Maná Celestial. Yo dije a Mi iglesia de Pérgamo16: “A los vencedores les daré el maná oculto y una piedra blanca, una piedra con un Nuevo Nombre escrito en ella que sólo conocerá el que la reciba”. Hoy os estoy ofreciendo este maná reservado para vuestros tiempos; una comida Celestial, un alimento de Mi Espíritu para vuestro espíritu hambriento. Estoy derramando Mi Espíritu en su plenitud para llenar vuestro desierto interior, y os ofrezco Mi maná celestial gratuitamente, porque ése es el alimento de los pobres… pero no lo habéis comprendido… de modo que rehusáis comerlo y prohibís a otros hacerlo. Ya he inscrito Mi Nuevo Nombre en la “piedra blanca”, que se dará a conocer únicamente a los pobres. Pretendéis ser humildes y pobres, pero no sois ni humildes ni pobres. Vuestro espíritu está entronizado en las riquezas de Satanás.

Yo soy el Soberano de los reyes de la tierra y os he pedido que no cometáis actos impuros ni adulterio. El adulterio ha sido refinado por Satanás de tal manera que ha perdido su significado tanto entre los eclesiásticos como entre los laicos. Mi aguante con vuestro pecado ha llegado ya a su fin. A los que han buscado los poderes blasfemos de Satanás y los han erigido como estandartes para borrar Mi Divinidad, Mi Santidad y Mi Santo Sacrificio17, Yo os digo: es culpa vuestra que Mi Nombre esté siendo blasfemado por los impíos. Habéis ensuciado Mi Santuario ordenando a hombres pervertidos, con pasiones degradantes. Manchados todos por igual, no Me temen. Así pues, si los impíos cometen adulterio hoy y lo encuentran natural, es debido a la gran permisividad que hay en Mi Iglesia, concedida bajo las instrucciones de la bestia cuya meta es falsificar la Verdad.

¿Cómo es que olvidáis con tanta facilidad que vuestros cuerpos son miembros de Mi Cuerpo? Quisiera veros libres de toda perversión, porque vuestros cuerpos son el templo de Mi Espíritu Santo. Yo, vuestro Dios, quisiera veros vivir santamente, puesto que Yo soy Santo. ¡Creación! Si Me reconoces como tu Dios, podrás reconocer Mi Ley y seguirla. Pero muchos de vosotros habéis fracasado y ahora vuestros cadáveres ensucian este desierto… Yo no os he mandado pecar, por lo tanto, ¿por qué usáis vuestra libertad de forma que resulta una trampa mortal para vuestra alma? Imploradme para que pueda perdonaros, de lo contrario saldréis perdedores. Hay que honrar el matrimonio y vivirlo santamente.

Yo soy el Señor y os he llamado a una vida de devoción, de paz, de amor y de santidad. Os he llamado a Mí para siempre. Os he llamado para desposaros con Mi Ternura y Mi Amor y, hasta que no comprendáis que sois Míos y Mis desposados, no dejaréis de pecar y de cometer adulterio contra Mí. En atención a Mi Santo Nombre, no cesaré de emplear todos los medios para haceros entrar en razón, aunque tenga incluso que arrastraros al desierto para manifestaros allí Mi Sagrado Corazón y Sus Insondables Riquezas, para haceros comprender la desnudez y la miseria de vuestra alma. Entonces, como si fuera un rollo de pergamino, desplegaré para vosotros todo Mi Conocimiento a fin de que renunciéis al pecado. Yo tengo el poder de sanaros, así que, ¡venid y arrepentíos!

Mi Espíritu Santo te pide que no robes. Si te dices Mío y si conoces Mi Ley y pretendes estar en la Verdad, entonces ¿por qué, tú que te ordenaste sacerdote18 y ordenaste a otros, no te enseñas a ti mismo a no robar? Pero te has dejado comprar y sigues sutilmente a la bestia que te enseñó a plantar estandartes de anarquía. Tú eres del mundo y tengo mucho por lo que condenarte. Tu lengua proclama con orgullo que haces grandes cosas, cosas buenas, cosas honestas, engañando incluso a los elegidos con tu máscara de cordero. Pero Yo te digo: Tú no Me engañas, porque sé que, detrás de tu máscara de cordero, escondes una espantosa catástrofe para la humanidad