17 de marzo de 1987

Vassula, ¿quieres llevar Mi Cruz ahora?

Yo hago según Tu voluntad, Jesús.

Siéntela, siente cuán pesada es. Necesito descansar. Sígueme, acércate más a Mí. Descargaré Mi preciosa Cruz sobre ti.

(Más tarde, a lo largo del día, me sentí inexplicablemente desolada, acongojada y melancólica. Necesitaba a mi vez consuelo, y no lo hallaba.)

Has sentido Mi inmensa carga sobre ti. No rechaces nunca Mi Cruz. Mi carga es pesada.

Vassula, no trates de averiguar por qué te elevo hacia Mí1; déjame libre de hacer de ti lo que quiera hasta que venga a liberarte. Bienamada, tu enseñanza tiene su martirio. Tratar de hallar la verdad en ella sin encontrarla, te martiriza. Sufre por Mí. El sufrimiento purifica tu alma. Inmólate a Mí y no trates de comprender2. Cree solamente.

Déjame libre de actuar en ti y de manifestar Mi Palabra a través de ti, sanando de este modo a Mis hijos. Cree en Mi Amor Redentor.

Mi Cruz es pesada, sí, y vendré muchas veces a confiártela. Tú eres Mi esposa, Mi bienamada y Mi flor. Llevando Mi Cruz por Mí, Me alivias. Dentro de Mis revelaciones, que Yo te inspiro, hay amargas pasiones de tristezas, dolores y sufrimientos que brotan de lo más profundo de Mi Alma. Ven a escuchar una vez más Mi Corazón y siente cómo se desgarra. ¡Siente cómo os busca a todos!

(Después, como si no pudiese soportarlo más, un grito brotó de las profundidades de esa Alma dolorida, como si estuviera a punto de morir de tristeza.)

¡Creación que Mi Padre ha creado con Su Propia Mano! ¿Por qué? ¡¡Por qué Me produces tanto dolor!!

(Después se volvió hacia mí, con el semblante y el tono muy graves, y me dijo:)

¿Has pensado alguna vez en Mí, antes de que Yo viniera a ti?

(Me sentí culpable.)

No, no lo he hecho.

(Y continuó en tono grave:)

¿Habrías venido a Mí si Yo no te hubiera buscado y encontrado?

(Me sentí aún más culpable.)

No, no lo creo.

Y ahora Me amas.

Sí, Señor; Te amo.

Mi enseñanza te ha cambiado, ¿no es cierto?

Sí, es cierto3.

¿Quieres reunir a Mis hijos y alimentarlos?

(Me sentí impotente.)

Dios mío, ¿cómo podré hacerlo? ¿Con qué medios?

(Yo quiero agradarle, mostrarle mi gratitud, pero no puedo.)

Confía en Mí, deja que Yo te guíe, Vassula, déjame reunir a Mis hijos. Yo sé que eres incapaz. Sé que eres débil. ¿Ves? Tú no puedes hacer nada sin Mí. Por tanto, ¿Me dejarás utilizarte como Mi instrumento hasta que haya completado Mi Mensaje?

Sí, siempre que el mensaje venga de Ti, Jesús.

¡Yo soy Jesús! No dudes jamás. No te canses de escribir. Cada palabra que Mis labios pronuncien te hará sentir Mis Llagas. Te he arrastrado Conmigo al tenebroso dominio de Mi enemigo, para mostrarte cómo sufren las almas4. Vierto sobre ti todos Mis sufrimientos que Me hieren profundamente. Sacerdote Mío, porque tú eres Mi sacerdote, caminarás Conmigo y Yo no te abandonaré nunca. Juntos compartiremos Mi Cruz, juntos sufriremos, juntos lucharemos; tú hallarás tu descanso en Mí y Yo en ti.


1 Dios me recuerda que debo aceptar lo que me está sucediendo.
2 Estaba intentando descubrir si se trataba de una enseñanza auténtica.
3 Aquí realmente sentí que no soy nada y que no era por mis méritos por lo que Él se me había acercado, ¡puesto que al comienzo casi Lo rechacé!
4 Cuando me mostró el Infierno.