22 de mayo de 1990
La paz esté contigo, flor. Agrádame meditando más. Ora más, sé dócil para que te forme a Mi Imagen. Siente temor solamente cuando no hables Mi lenguaje. ¿Puedes reconocer ahora la Voz de tu Maestro?
Sí, Señor mío, puedo hacerlo.
¿Por qué?
Porque Tú me enseñas cosas buenas y Tu lenguaje es Amor.
Entonces, comparte todas estas enseñanzas con los demás. Todo lo que aprendas de Mí, compártelo con tus amigos. Glorifícame.
Agrádame compartiendo Mi Pasión los Viernes. Adéntrate en Mis Llagas. Sacrifica más de tu tiempo por Mí. Vive santamente. Sacrifícate dando todo lo que has recibido de Mí.
No cuentes las horas que pasas Conmigo. Te quiero generosa. Quiero que Me ofrezcas tu voluntad diariamente. Ofréceme tus penas, ofréceme tus sufrimientos. Ofréceme hasta el más ligero arañazo para que Yo pueda utilizar lo que Me ofreces para borrar tus pecados y para liberar almas de sus fuegos purificadores. No dejes que estas cosas pasen en vano. Ofrécemelas a Mí y Yo las utilizaré.
Ven. Antes de que te entregues al descanso, reza la Salve Regina. Te estoy escuchando. Llena de gozo Mi Corazón y también el Corazón de tu Madre…
(Recé la Salve Regina.)
Bien, vamos hija, ve a descansar. Os bendigo a ti y a tu hijo. Descansa en Mi Corazón como Yo descansaré en el tuyo. Ten fe en todo lo que recibes. El Amor te ama.