22 de abril de 1990

“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.”1

Jesús, mi Señor, en otro tiempo fuiste rechazado como Mesías, porque el espíritu de aquella gente no estaba preparado, sus corazones estaban cerrados y endurecidos; sin embargo, Tú resultaste ser La Piedra Angular. En nuestra generación, Señor mío, la efusión de Tu Espíritu Santo es también rechazada por los “constructores”, pero algún día Tu Espíritu Santo nos demostrará a todos que Él era la Piedra Angular. Negando y suprimiendo a Tu Santo Espíritu, que viene a nosotros como el Recordador, los “constructores” están preparando nuevamente su propia caída.

¿Ves cómo las antiguas predicciones se han realizado? En efecto, Yo he dicho que “El Abogado, el Espíritu Santo que el Padre enviará en Mi Nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que Yo os he dicho”; pero supe desde el principio que sólo un pequeño resto escucharía y volvería a Mí. A todos aquellos que Me escuchen los investiré de Mi Espíritu Santo de Sabiduría y de Perspicacia. Sí, los investiré de Mi Espíritu de Consejo y de Conocimiento. Y la llama vacilante que queda ahora en este mundo se convertirá en un fuego vivo.

Repito que Mi Espíritu Santo de Gracia está siendo enviado a los cuatro extremos de la tierra para enseñaros a ser santos y para elevaros de nuevo a seres divinos. La tierra se transformará en una copia del cielo, y así se hará Mi Voluntad. La oración que os he enseñado a rezar se cumplirá.

¡Señor!
Entonces, apártanos a todos enseguida
de la senda del engaño.
Que podamos ser uno,
estar unidos y vivir santamente
como tus ángeles en el cielo,
como todas las almas, que viven en el cielo,
indivisos en Tu Amor.
Que podamos también nosotros participar,
como ellos, de Tu Amor, en la unidad,
para que la tierra se convierta en un reflejo del cielo.
Que venga Tu Reino
y renueve la tierra con nuevas cosas.
¡Que en este segundo Pentecostés,
Tu Espíritu Santo venga pronto a renovarnos
con un nuevo espíritu de amor,
y que nos transfigure a todos en seres divinos!
¡Maranatha!

La paz esté contigo. En verdad te digo que llegan los días en que Mi Reino en la tierra será como en el Cielo. No permaneceréis divididos por mucho más tiempo bajo estos cielos. Pronto seréis todos uno y el Amor habitará entre vosotros: esta es Mi Promesa. Pero, amadísimos Míos, esta renovación no llegará sin tribulaciones. Como cualquier nacimiento, esta renovación tendrá también sus dolores de parto, pero los dolores serán rápidamente superados por la alegría.

Yo estoy derramando Mi Espíritu sobre ti, generación, para regar tu desierto y transformar en ríos tu árido suelo. ¡Sí! Yo regaré tu desierto y lo convertiré en un Jardín. Finalmente verás la fuerza de Mis Palabras y el esplendor de Mi Belleza. Me propongo haceros volver a todos a la divinidad, uno tras otro. Yo soy vuestra Esperanza, Yo soy vuestro Refugio, Yo soy vuestro Consuelo. Omnipotente, Yo Soy.

Reconoced los Tiempos, reconoced el suave Aliento de Mi Espíritu Santo de Gracia sobre vosotros. Yo estoy soplando ahora sobre vuestras naciones, resucitando con Mi Aliento a vuestros muertos, convirtiéndolos en un reflejo de Mi Imagen. Estoy suscitando cada día nuevos discípulos para glorificar Mi Nombre de nuevo, y evangelizar con amor para el Amor.

Os pido pues, amadísimos Míos, que imploréis a diario Mi segunda Venida, que es el segundo Pentecostés. Orad por la conversión de las almas, para que se conviertan antes de Mi Venida. Venid a Mí tal como sois y apoyaos en Mí como Juan, Mi discípulo amado, se apoyaba en Mí. Vosotros también apoyad la cabeza en Mi Regazo y escuchad los Latidos del Amor. Cada latido es una llamada al Amor. Todo lo que pido de vosotros es que correspondáis a Mi Amor. Amadme, adoradme, llenadme de gozo a Mí, vuestro Señor.

Yo os bendigo, dejando Mi Suspiro de Amor en vuestras frentes. Sed uno.

(Mensaje de Nuestra Santa Madre para el encuentro de oración en Lens, Suiza. También para los encuentros en París y Milán.)

La paz esté con vosotros. Pequeños, Yo soy vuestra Santa Madre del Amor, la Madre del Verbo hecho carne.

Vengo a vosotros en estos días de tinieblas para educaros en el camino de la divinidad. Permaneced vigilantes y plenamente conscientes, porque Satanás, el enemigo, ronda alrededor de vosotros como un león rugiente y busca cualquier oportunidad para haceros caer. Resistidle y combatidle Conmigo. Combatidle con vuestras oraciones. Vuestras oraciones son el arma más poderosa contra él. La obediencia y la humildad hacen huir al demonio.

Dios os está ofreciendo el don de Su Amor. Responded a Sus llamadas Misericordiosas. Dios está hablando, Él y Yo os llamamos a la conversión desde los cuatro rincones de la tierra porque el tiempo apremia. Hijitos Míos, permaneced pequeños y sencillos. Sed la sal de la tierra permaneciendo pequeños, porque sois la luz del mundo, sois las almas predilectas de Nuestro Corazón… y el Reino de los Cielos pertenece a los niños y a los muy pequeños…

Me estoy apareciendo hoy en varias naciones para volver vuestros corazones hacia la Luz Divina. Quiero restaurar vuestra alma. Quiero recordaros que todos pertenecéis al Padre y que el Padre es Santo, y que por eso debéis vivir también santamente. Pero no os desaniméis, porque Yo estoy aquí con vosotros para enseñaros paso a paso, y puedo aseguraros Nuestras bendiciones. Bendecimos cada paso que dais.

Quiero hacer de vosotros, si Me lo permitís, un reflejo de la Luz Eterna, para que cuando os encontréis con Dios parezcáis un espejo impoluto del poder activo de Dios, y una imagen de Su Santidad y Su Bondad.

Hoy os invito a todos a orar con fervor por la renovación de la Iglesia, por la segunda Venida del Señor: por el segundo Pentecostés. Por eso Jesús y Yo estamos viniendo hoy a varios países para prepararos a todos a esa Venida. Orad y llevad una vida de adoración. Orad por la conversión de las almas para que estén todas preparadas para el Retorno del Señor. El Amor está en el Camino del Retorno. Escuchad y oiréis ya Sus Pasos.

Por eso os imploro que cambiéis vuestras vidas y viváis sólo para Dios y en Dios. Recordad lo que dice la Escritura:

“Quien dice que está en la Luz
y aborrece a su hermano,
está aún en las tinieblas”2

Reconciliaos con vuestro hermano, reconciliaos con Dios. Haced las paces con Dios, amadísimos: recordad Nuestra Presencia.

Yo os bendigo a cada uno. Quedaos en paz.


1 Sal 118, 22.
2 1 Jn 2, 9.