16 de noviembre de 1989

¿Señor?
Levanto mis ojos hacia Ti.
Levanto mi alma a Ti.
Suspiro por Ti, mi Salvador.
Tu Santa Presencia es mi deleite.
¡Oh, haz Tuya mi causa y defiéndeme!

Flor Mía, el Amor está junto a ti. Aunque sólo Me veas con los ojos del alma, no disminuyas tu fe. Sonríeme, eso Me agrada. Ah, hijita Mía, ven a tomar Mi yugo. Mi yugo es suave y Mi carga ligera. Ora como Yo te he enseñado, de corazón. Es esencial orar para pedir Mis favores, ésta es Mi Ley. Entra a cada momento en Mi Sagrado Corazón. Yo anhelo consolarte, suspiro por darte descanso. Permite que Mi Madre te enseñe.

(Nuestra Santa Madre:)

Vassula Mía, Yo estoy cerca de ti, estate segura de ello. Consuela a Mi Hijo, amándole. Consuela a Jesús, hablándole y poniéndole en primer lugar. No sueltes nunca Nuestras Manos. No trates nunca de mirar por encima de Su hombro. Mantén tu paso al mismo ritmo que el Nuestro. Adórale y evangeliza para Él con amor. Confía en Él, no te preocupes por el mañana; el mañana cuidará de sí mismo. No mires ni a la izquierda ni a la derecha. El Señor quiere tu pleno abandono para hacer de ti un ser perfecto que refleje Su Divina Imagen, esa Divina Imagen que vuestra era ha perdido.

Jesús y Yo no “descendemos” a través de Nuestros Mensajes para juzgaros. No venimos a juzgaros ni a condenaros. Venimos a vosotros con gran Amor y Misericordia para traeros a todos de vuelta a Nosotros, y para hacer de todos vosotros seres divinos.

Os bendigo y estoy con vosotros.

Yo Te bendigo también, Santa Madre. Amén.