23 de octubre de 1989

¿Señor?

Yo soy. No lo dudes jamás. ¡Cómo te amo! Esta poca fe que Me ofreces es como un ramo de flores que Me regalas cada día: Yo lo recibo de ese modo1. Pequeña Mía, no Me niegues nada. Sé lenta a la cólera igual que Yo, tu Dios. Sé rápida sólo para hacer el bien. Sé fiel a Mí. Amada de Mi Alma, tú que has querido ofrecerme tu voluntad, tu alma y tu corazón, no temas, porque estás en las Manos de tu Padre, y ¿qué hay más maravilloso que estar unidos? No Me niegues nada, bórrate totalmente para que Yo pueda ser visto por completo. Permanece pequeña para que Mi Poder ocupe cada parte de ti. Muere a tu “yo” cada día y sé nada para que Yo pueda ser todo.

Cree en Mí con una fe-de-niño, para que Yo pueda glorificarme de este modo y utilizarte cuando Me plazca. Todo lo que pido de ti es amor, amor, amor. Todo lo que hagas en Mi Nombre, con amor, Me glorifica y te purifica. Evangeliza con amor para el Amor. Entra en Mi Sagrado Corazón cada día y permíteme descansar en el tuyo. Vive en Paz, porque Yo soy Paz. Te prometo que te ofreceré cada día Mi Pan. Yo, Jesús, te amo y cuento ahora cada minuto para traer tu alma a Mí2. Yo, el Señor, te bendigo.

Yo Te bendigo también, Señor y Redentor mío.


1 Jesús se refiere a mis encuentros diarios con Él para dejarle utilizar mi mano.
2 Jesús se refiere a llevarme con Él, al Cielo.