17 de julio de 1989

¿Señor?

Hijita Mía, escúchame y escribe.

Yo soy el Supremo Pastor de Mi rebaño. Había formado pastores para que velaran por Mi rebaño, pero muchos de Mis compañeros se han revestido de incompetencia, sin preocuparse por los perdidos, sin traer de vuelta al redil a los descarriados.

Mis mejores amigos Me causan los mayores pesares, e infligen las más profundas Heridas a Mi Cuerpo con el cayado que Yo Mismo les he dado. Ellos son Mis mejores amigos y, sin embargo, Me han herido con su propia mano hasta el punto de estar irreconocible. Me flagelan la espalda incesantemente. Mi Cuerpo entero se estremece de dolor, Mis Labios resecos tiemblan. Sin temor, claman por la Paz, pero no hay paz porque se han dejado capturar y seducir por el racionalismo, la desobediencia y la vanidad. ¡Qué dolor Me causan y qué Heridas Me infligen!

Señor, ¿por qué resulta tan difícil para algunos?

Es difícil que se desprendan del cetro de la Falsedad, una vez que lo poseen. Es difícil renunciar a sus doctrinas y reglas humanas. Es difícil morir a su propia codicia. Es difícil aceptar la vestidura de la propia humillación. A éstos les digo: Aullad, pastores, gritad, revolcaos por el suelo, vosotros los señores del rebaño, porque los días de vuestra matanza han llegado. Como los más hermosos carneros, caeréis uno tras otro.

Yo os había ofrecido la mejor herencia entre Mis amigos, os había elevado al rango de los elegidos. Os había confiado Mi Casa. Pero vosotros no habéis seguido Mis preceptos. Habéis apostatado, habéis hecho lo que Yo considero malvado. Os llamé, pero vosotros no quisisteis escuchar, Me desobedecisteis1

¡Ah, Dios mío! Ten piedad de nosotros. Lava a esos pastores de su culpa, purifícalos de su pecado.

Mi pequeña esposa, permíteme compartir Mis pesares contigo.

Te amo, Señor, Dios mío,
siempre tan Tierno y Misericordioso.
Vivo sólo para Ti.
Mi mirada está únicamente fija en Ti
y en nadie más.
¡Te adoro!

¡Ah, cómo aplacan Mi Justicia tus palabras de amor! Cada gota de amor cuenta. Innumerables almas pueden ser salvadas por amor. Permíteme utilizarte como Mi tablilla. Vengo a ti para mostrarte Mis Llagas y, como un amigo, contarte Mis penas. Te estoy mostrando las Heridas de Mi Sagrado Corazón.

Bendito sea nuestro Señor.

Vassula Mía, estoy ahora en el Tiempo de Misericordia. ¿No has notado cómo Mi Espritu de Gracia se derrama sobre vosotros? Ahora es cuando tenéis que arrepentiros. Ahora es el momento de cambiar vuestras vidas. Orad incesantemente, orad con amor. No persistáis en la rebelión, porque la Hora terrible de la Justicia os llegará pronto. Estad preparados a afrontarme entonces como Juez. Hijas e hijos Míos, hace mucho tiempo que os libré de las cadenas que os ataban a la muerte y, con gran Compasión, os he traído de vuelta. Os he redimido del malvado, os he mostrado Mi Corazón y cómo fue traspasado por vuestros antepasados. Me sacrifiqué Yo Mismo para a haceros libres.

Vuestra era Me provoca incesantemente y, sin embargo, Yo, por gran piedad, dejo que Mi Espíritu de Gracia os recuerde Mis preceptos. Mi Misericordia se extiende hoy de un extremo al otro de la tierra. Escuchad Mi Voz de hoy, aceptad Mi Misericordia de hoy. Os pido solemnemente que oréis de corazón, que ayunéis, que os arrepintáis, que os améis unos a otros, que os renovéis en una hornada completamente nueva, para que Yo pueda demostrar Mi Gloria a través de vuestra transfiguración.


1 Dijo esto con gran amargura.