15 de julio de 1989

Señor mío, ven, levántame
y permíteme encontrarme Contigo.
Que Tu Luz brille sobre mí.
Procuro no olvidar Tus estatutos,
aunque los lazos de mis perseguidores
no parecen aflojarse en este desierto en el que vivo.
Pero recordando Tu Presencia en mi corazón,
recobro el ánimo.
Me lleno de gozo con Tu Presencia,
Santo de los Santos.

Vassula de Mi Sagrado Corazón, ámame. Repara por los que no lo hacen. Complace a Mi Sagrado Corazón y aprende esta pequeña oración:

“Oh Sagrado Corazón de Jesús,
restaura mi alma,
esconde mi corazón en Tu Sagrado Corazón
para que yo pueda vivir.
Amén.”

Dedica esta oración a Mi Sagrado Corazón.

Hija Mía, tus esfuerzos no serán en vano. ¡Ah, resto Mío! No dejes nunca de orar, no dejes nunca de mirarme. Fija tus ojos en Mí, tenme siempre Presente en tu pensamiento, porque Yo Soy Santo, Santo, Santo. Tus perseguidores, hijita Mía, son también Mis perseguidores. Son los que vienen de noche a Mi Viña para destruirla. Pero no temas, Yo estoy como un vigilante, en guardia contra esos merodeadores. No permitiré que nadie toque los frutos de Mi Viña.