7 de julio de 1989
Enséñame a obedecerte, puesto que Tú eres mi Dios y puesto que Tú eres quien me educa. Mi espíritu me está fallando y me siento desconsolada en este exilio. Señor, escucha mi plegaria, ¿dónde estás?
Flor, la paz esté contigo. Estoy cerca de ti. De ahora en adelante quiero que tengas más fe en Mí. ¿No soy Yo tu Educador? Entonces, ¿por qué te preocupas? Quédate en Paz. Yo soy el Perdón.
Permanece fiel a Mí y déjame a Mí el resto. Yo no te negaré nunca Mi Pan, ni Mi Amor. Cuidaos unos de otros. Rézame a menudo, aunque no sea más que un momento. Yo estoy siempre delante de ti y soy el Único que te guiará. Ten, pues, confianza porque tu mano está en la Mía. Sé que eres pobre, pero ¿no soy Yo la Riqueza Infinita? No tienes por qué preocuparte porque soy Yo quien te proveerá. No pienses nunca, ni por un segundo, que te voy a dejar en la oscuridad. Yo llenaré tu lámpara de aceite, nunca dejaré de alimentarte. Pequeña, Yo estoy cuidando de ti. Ora incesantemente. Permíteme ser tu Educador hasta el final.
Acaríciame con tu amor, adórname con tus oraciones, sedúceme con tu sencillez. Búscame y Me encontrarás con sencillez de corazón. Deséame, ten sed de Mí y no te canses nunca de evangelizar para el Amor con amor. Yo, el Señor, te amo celosamente. Permanece en Mi Sagrado Corazón. Mi Sagrado Corazón te dará todo lo que le falta a tu alma. Yo deseo este amor porque soy la Fuente del Amor.
El Amor os ama a todos.