1 de mayo de 1989

Señor, ¿quieres escribir Tu Mensaje para la reunión del 19 de mayo?

¿Estás preparada?

Nunca estoy preparada, pero Tú puedes prepararme…

Pídelo y te será concedido.

Te pido, Señor mío, que me prepares para escuchar Tu Voz y escribir.

Entonces, abre tus oídos y escucha atentamente. Escribe:

La paz esté con todos vosotros. Yo soy el Señor, el Emmanuel, el Santo de los Santos que Se manifiesta a través de este débil instrumento.

Vengo a vosotros, pequeños, nación tan altamente favorecida, vengo a vosotros exponiendo Mi Sagrado Corazón ante vuestros mismos ojos. Mi Sagrado Corazón es Santo, Puro y está lleno de Amor. Despertad, pues, como en el pasado. Despertad de vuestro letargo, despertad y sentidme.

Mi Espíritu se derrama constantemente sobre vosotros con más generosidad que nunca y, sin embargo, muchísimos de vosotros no lo habéis entendido todavía… Yo, el Señor, he formado siempre profetas desde que os creé, pero los Míos repiten lo que siempre han repetido…Siguen persiguiendo a todos Mis profetas, acosándolos de ciudad en ciudad. La Sangre Santa de Abel está siendo derramada sin cesar. Esa gente Me pide leyes que sean justas, suspiran porque Yo esté cerca de ellos, pero cuando les envío Mi Espíritu Santo de Gracia, cierran los ojos y se niegan a escuchar, y permiten que su corazón se vuelva de granito. Se juntan para ahuyentar a Mi Espíritu Santo de Gracia, como se ahuyenta a un ave maligna.

Mi Sagrado Corazón está lleno de dolor. ¡Abríos! ¡Abríos!1 ¡No obstaculicéis Mi Camino! Retirad esos bloques que únicamente impiden que Mi pueblo, al que tenéis hambriento, llegue hasta Mí. Yo he venido a vosotros para sanaros y consolaros. He venido a traeros la Paz y el Amor. He venido a fertilizar Mi tierra y cultivar su suelo.

Mi Nombre es Santo, y santos son Mis preceptos y Mis leyes. Sí, Yo regaré con Mi Amor este suelo sediento, y Yo, el Señor, seguiré derramando Mi Espíritu sobre Mis hijos, bendiciéndolos.

¿No os habéis dado cuenta? ¿No os habéis dado cuenta de que os estoy preparando para recibir el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra que os había prometido hace tiempo? ¿No lo habéis entendido aún? ¿No habéis visto cómo actúo Yo? Os hago señas a todos, de un extremo al otro de esta tierra, para que escuchéis Mi Voz.

¡Ah, amadísimos Míos! Yo he venido a curar vuestras llagas, vuestras heridas y vuestras enfermedades, todo lo que os fue tan salvajemente infligido en estas tinieblas. No, bienamados, vuestras llagas no son incurables; vuestras heridas pueden sanar, porque Yo-Estoy-Con-Vosotros, y más cerca de vosotros que nunca. Por eso, venid a Mí con Amor, pedidme con Amor y recibiréis. Invocadme con Amor y Yo os escucharé. Os levantaré hasta Mi Regazo y os meceré, consolándoos. Escuchad Mi Grito de Amor y de Paz:

El Amor os ama, el Amor es la Raíz del Árbol de la Vida. Que sea el AMOR lo que salga de vuestro corazón. Cuando el Amor se manifiesta donde se encuentra el mal, el Amor borra toda maldad, disolviéndola como se disuelve la bruma con los primeros cálidos rayos del sol.

En atención a Mis devotos, Yo reviviré todos los cadáveres. No Me quedaré en silencio, os levantaré a todos con Mi Palabra. No Me callaré hasta que no haya glorificado Mi Cuerpo y renovado Mi Iglesia entera. Sabed todos los que queréis suprimir Mi Espíritu de Gracia y ahogar Mi Voz que vuestros esfuerzos malévolos y vuestras malas intenciones son todos en vano. Yo continuaré tendiendo Mi Mano a todos, aún a los rebeldes, aún a quienes Me provocan día y noche, ¿sabéis?

Todos sois Mi Pueblo, sea cual fuere la raza o la creencia. Recordad que Yo soy AMOR y que Yo os he creado a todos.

Hoy Mi Plan de Salvación abarca el mundo entero. Yo he enviado, y estoy enviando, mensajeros a todas las naciones, para haceros progresar en vuestra fe, para convertiros, para establecer la paz y el amor, para uniros. Por eso, no intentéis sofocar Mi Voz ni las Llamadas de Mi Madre. Nuestras Voces seguirán llegando a vosotros como un martillo, haciendo pedazos las rocas2, hasta el Día de Mi Gloria.

Alegraos y celebrad Mi Fructífera Viña, porque su tierra ha sido removida y trabajada por Mi Propia Mano. Con Mi Propia Mano he arrancado y quemado las espinas y los abrojos. Con Mi Propio Manto, la protejo de los vientos resecos y de las tormentas que levanta Mi enemigo. Yo soy Su Fiel Guardián que la vigila siempre con fervor. Esta Viña es Mi Don para vosotros, y Sus Racimos se os ofrecerán gratuitamente y llenarán el mundo entero para alimentarlo.

¡Ah, amadísimos de Mi Alma! Escuchad atentamente Mis Palabras y tratad de comprenderlas. No dudéis, poniéndome a prueba constantemente…Yo, el Señor, os digo con toda solemnidad: Las Escrituras se están cumpliendo. Así pues, ¿por qué tantos de vosotros se sorprenden de la efusión de Mi Espíritu? ¿Por qué os sorprendéis cuando vuestros jóvenes tienen visiones?

Vengo ante vosotros para revisar vuestro conocimiento de Mi Palabra. Vengo con gran amor para revivir los cadáveres de Mis hijos e hijas. Vengo a convertiros y recordaros Mis estatutos. Vengo a llamar al pecador a la confesión. Vengo a llamar al arrepentimiento a todos esos sacerdotes, obispos y cardenales que han herido tan malvadamente Mi Sagrado Corazón y Me han traicionado a Mí, su Amigo y su Dios.

No vengo como Juez, aún no. Vengo a vosotros como El Mendigo andrajoso y descalzo, con los labios resecos, implorando y gimiendo por un poco de amor, por un amor correspondido. Hoy tenéis ante vuestros ojos a un Mendigo Lastimero, con la Mano constantemente tendida, implorando un amor correspondido: “Os lo suplico, volved a Mí y amadme. Aprended a amarme, aprended a amarme. Haced las paces Conmigo, haced las paces Conmigo. Yo no os rechazaré. Yo Soy Amor y os amo eternamente”.

Venid a Mí mientras no haya llegado aún la Hora. No esperéis que llegue Mi Justicia. No dejéis que Mi Justicia os tome por sorpresa y distraídos. Recordad, pues, en esa Hora terrible y temible, que Yo estaré en pie delante de vosotros como un Juez Severo y Majestuoso. Y Mi Voz, que era la de un mendigo quejumbroso, se transformará en el resplandor de un Fuego Devorador, en tempestad, aguacero y granizo. Mi Aliento será como una corriente de azufre que prenderá fuego por todas partes para purificaros, renovaros a todos, y uniros en Un Solo Pueblo Santo.

Dichosos todos los que esperan en Mí y acogen Mi Espíritu de Gracia, que derramo ahora tan generosamente sobre toda la humanidad, porque Me veréis a Mí, vuestro Dios.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que tienen oídos para oír y son sencillos de corazón, acogiendo Mi Espíritu de Gracia con una fe-de-niño, porque en esos corazones humildes echará raíces Mi Palabra.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dentro de muy poco, Mis pequeñas palomas, estaré con vosotros. Recibid Mi Paz.

Os bendigo a cada uno. Yo, Jesucristo, bendigo y perdono a vuestros perseguidores porque no saben lo que hacen. Yo, el Señor, os amo a todos eternamente.

(El Señor me indicó entonces los pasajes de las Escrituras que yo debía leerles: Hebreos 3,7-19 y 4, 1-17.)

Yahveh, Abba mío,
recuérdame Tus Mandamientos
para que pueda seguirlos y serte fiel.
Yo sé que Tus reglas son justas, Abba mío.
Sé y creo que me permites sufrir por fidelidad.
Era bueno para mí probar y beber de Tu Cáliz amargo.
Ahora, Señor, por favor,
deja que Tu Amor me consuele.
Ven a tratarme con ternura y viviré,
porque Tu Ley es mi vida y mi delicia.
Dirige mis pasos hacia Tu Casa
como me lo has prometido.
Te deseo, Padre del Cielo.
Te estoy aguardando, Yahveh,
Abba mío, Te estoy aguardando.

El Amor te ama, hijita Mía, y no permitiré que nadie te separe de Mí. Tú ahora formas parte de Mí. Vamos a trabajar.

(Más tarde:)

(Por la noche vi, en una visión parecida a un sueño, el retrato de Jesús. Observé que los Ojos de Jesús se llenaban de lágrimas y, antes de que cayeran al suelo, me precipité para recogerlas en mis manos. Con las palmas de las manos llenas de las preciosas lágrimas de Jesús, comencé a alejarme, considerando bebérmelas.)

Hija Mía, recibe Mi Paz. Ven, ¡Yo estoy contigo! ¿Eres feliz de estar Conmigo?

¡Oh, sí, Jesús, Señor mío!

¿Y sigues queriendo entregarme tu voluntad y trabajar para Mí?

Sí, Señor. Por favor, repíteme Tu Nombre.

Yo soy el Señor Jesucristo, tu Salvador.

Sí, Señor, si ése es Tu deseo.

Es Mi deseo. Ofréceme pues tu voluntad y Yo la utilizaré.

Te ofrezco mi voluntad. Toma mi voluntad y haz de mí lo que Te plazca.

Entonces, toma Mi Mano. Yo y tú, juntos. Te amo. Ámame.

(En ese momento yo trataba de recogerme delante del Señor. Trataba de sentir Su Santa Presencia y de ser una con Él.)

Pequeña, cada vez que siento cómo te esfuerzas, Mi Sagrado Corazón se alegra profundamente. Yo Soy El Altísimo y te amo. ¿Quieres recogerte y orar con Fe?

Voy a intentarlo, Señor. Ayúdame a orar como Tú lo deseas.

Abandónate, pues, enteramente a Mí. Compláceme y dime: “Jesús, Te amo”. Hazme feliz con palabras de amor espontáneas que broten con sinceridad y salgan del corazón. Mi Sagrado Corazón es tu Refugio, descansa en Mí. Ven, aumenta tu amor por Mí. ¡Yo te quiero perfecta!

Quiero hacer Tu Voluntad y complacerte plenamente.

Yo te ayudaré, Vassula Mía. ¿Nosotros?

Para siempre.

Ven, descansa en Mi Corazón.

Descansa en el mío, Señor.

Lo haré.


1 Jesús gritaba.

2 Rocas: corazones de piedra.