5 de octubre de 1988

¿Señor mío?

Yo soy. Soy Yo, el Señor, que os ama a todos con un amor eterno. Estoy siempre muy presente entre todos vosotros.

Desde el principio de los tiempos, cada vez que Mis hijos caían en la rebelión, Yo, el Señor, descendía a través de muy débiles instrumentos para hacerles llegar Mi advertencia y traerlos de vuelta a Mí. Yo, Dios, he obrado siempre del mismo modo He descendido como un Martillo para partir las rocas, rompiendo la dura costra que cubre el corazón de Mi creación. Me he manifestado siempre, cada vez que Mi Creación necesitaba Mi ayuda o cada vez que caía muy bajo, acercándose lo más posible a las puertas de Satanás.

Vassula Mía, a través de todo Mi Mensaje de Paz y de Amor, estoy llamando. Os llamo a todos, gritándoos con gran angustia, para que volváis a Mí y os arrepintáis. Grito en este desierto, pero Mi Voz resuena como un eco que repercute en el vacío… ¡Si tan sólo Me escucharais y abrierais vuestros corazones para que Yo os sanara!

Desciendo a este Gran Desierto en busca de las flores que Me quedan, pero sólo tropiezo con rocas, roca tras roca… Doy vueltas a su alrededor con gran esperanza, pero sólo encuentro espinas y zarzas que Me desgarran a Mí y a los pocos que Me aman. Yo busco amor, pero encuentro odio. Necesito consuelo, pero no encuentro ninguno. Tengo sed de compasión, pero sólo encuentro burlas. No encuentro amor, no encuentro esperanza, no encuentro ninguna fe entre esta generación1, porque han dejado de adorarme. ¡Todos Mis temores se han hecho realidad! ¡Oh, era sin fe ninguna! ¡Sin esperanza! ¡Sin amor! ¡Habéis dejado de adorarme y Mi Santo Nombre ya no significa nada para vosotros! Sí, Mi Nombre no tiene sentido para vosotros…

Si hubierais seguido Mis caminos y escuchado Mis gritos, todo este desierto no existiría. Pido a los que Me amáis que oréis por vuestros hermanos que no lo hacen. No repitáis los errores que cometieron vuestros antepasados el día de la Rebelión, ese día de la Tentación en el desierto.

Mis verdes pastos de antaño se encuentran yermos y desolados. Y Mi pequeño rebaño ha sido golpeado por sus propios pastores, que lo han dispersado… ¿Por qué provocarme? ¿Por qué? Toda generación que Me ha rechazado ha sido castigada. Pero vuestras mentes están pervertidas, porque no dejáis de engañaros a vosotros mismos pensando que lo estáis haciendo mejor que los fariseos, diciendo: “Si hubiéramos vivido entonces, jamás habríamos sido partícipes de sus malvadas obras, ¡nuestra fe nos hubiera salvado!” Hoy os digo esto: “No Me estáis recibiendo de un modo muy diferente al de aquellos días en que Yo estaba encarnado entre vosotros. Muchos de vosotros habéis condenado Mis Mensajes2, ¡¡incluso antes de saber de qué se trataba!!

Hija Mía, vine a ellos, a su desierto, para decirles que Yo era el Mesías que esperaban, pero no Me creyeron. Me rechazaron y Me persiguieron hasta crucificarme. Hoy día, Mi Espíritu Santo llega a vosotros en vuestra oscuridad, pero no conseguís comprender Sus Obras por vuestra desobediencia y la atracción al pecado que se ha amontonado en vosotros.

El desierto de vuestra época ha sobrepasado cualquier otro desierto. ¿Por qué se sienten sorprendidos, incluso hastiados y molestos por Mi Espíritu que desciende para iluminarlos? ¡Su letargo ha producido desierto tras desierto! ¡Roca tras roca! ¡Cómo Me asfixio y Me ahogo viendo las pocas flores que Me quedan pisoteadas por esas gentes rebeldes! Vassula, si no fuera por tu Santa Madre que sujeta Mi Brazo para que no los golpee, y si no fuera por Mi Insondable Misericordia, Yo, que soy también un Dios de Justicia, hace ya tiempo que los hubiera golpeado, porque esta generación ha creado unas nuevas Sodoma y Gomorra en medio de ella.

Ha llegado hasta creer que las calamidades que le sobrevienen ahora vienen de Mí. Jamás ha comprendido que el mal atrae al Mal y que ahora están pagando con su propia moneda.

Quiero que todos los que Me aman oren, oren, oren, para que esta Rebelión llegue a su fin. Deseo alentar a Mis amigos a continuar sus buenas obras3. Bendigo a todos los que esparcen Mis semillas de Paz y de Amor. Confiad en Mí hasta el final. También os pido solemnemente que oréis para que Mi Espíritu Santo de Entendimiento os ilumine a todos. ¿Hasta cuándo seguirán sin entender las Escrituras? ¿Hasta cuándo rechazarán Mis Misterios? Buscad Mis Frutos en los Proverbios. Percibid, y si os cuesta percibir, pedid a Mi Espíritu Santo de Percepción que descienda sobre vosotros. Muchos de Mis Misterios permanecen aún ocultos y están revelados en Mis Libros de la Sabiduría4.

Yo os prometo que el Amor volverá como Amor y vivirá entre todos vosotros. Restauraré Mi Casa, os traeré una Nueva Jerusalén, una Ciudad de Integridad, una Ciudad Fiel, porque la Justicia triunfará. Venid, recoged Mi Cosecha, amigos, recoged esta Cosecha que Yo he preparado en secreto. Reunid Mis Obras y propagadlas: refrescarán los vientos del desierto, regarán la tierra seca y traerán de nuevo la vida a este Desierto. Ora por Mi Retorno, Vassula Mía.

¡Oh Dios, sí! ¡VEN! ¡¡VEN a nosotros Señor, vuelve a nosotros!!

Lo haré. Muy pronto. Mi Retorno ya no esta lejos. Di a todos los demás que oren por Mi Retorno. Yo, el Señor Jesucristo, el Redentor, restauraré todo lo que ha sido deteriorado y lo que ha de ser aún deteriorado. No olvidéis la Gran Tribulación que sufrirá Mi Iglesia antes de que Yo la renueve enteramente… Así pues, hija Mía, permíteme utilizarte como Mi tablilla. Comparte Mi Cruz de Paz y de Amor Conmigo, tu Señor. Nosotros, para la eternidad.

Sí, Señor.

¿Nosotros?

Sí, Santa Madre mía, para la eternidad.

(Mensaje para ser leído al grupo de oración que se reúne conmigo:)

Mi Sobreabundante Amor os buscará a cada uno de vosotros. No estoy lejos de vosotros. Comemos juntos… Hacemos las cosas juntos… Por tanto, sentid Mi Presencia. Volved a Mí y Yo también volveré a vosotros5. Mi Presencia será sentida por muchos de vosotros, para alentaros. Quienquiera que Me busque, Me encontrará. Permitid que Mi Espíritu crezca en vosotros. Tomad Mi Mano, hijos, y estad dispuestos a seguirme.

Yo, Jesús, os doy Mi Paz, esa Paz que falta en este mundo. No os he dejado nunca. ¿No he dicho que estaré siempre con vosotros hasta el final de los tiempos? Creed en Mi Santa Presencia, creed en Mi Presencia ahora, porque esta Revelación viene de Mi Boca. Os amo a todos. Os bendigo a todos. Venid…


1 No sólo nos comportamos así con Dios, sino también entre nosotros.

2 Las revelaciones, apariciones y señales actuales.

3 Todos esos “nuevos discípulos” que ayudan en la traducción, fotocopia y distribución de esta revelación.

4 De repente me sentí de nuevo como una viuda y grité al Señor: “¡VEN, SEÑOR!”. Siento nostalgia de Dios.

5 Ml 3,7.