18 de septiembre de 1988

¿Dios mío?1

Yo soy. Ámame, no tengas miedo de Mí. Témeme sólo si te rebelas contra Mí.

Cada gota de amor es utilizada para liberar almas del purgatorio. Amándome con fervor, extingues sus llamas2 y las liberas de su agonía. Luego, Yo, el Señor, puedo por fin recibirlas. Así pues, ámame, deséame, adórame, libéralas una tras otra.

La humanidad ha de entender que el amor asimila los Poderes del Cielo y es la Llave hacia la libertad y la Vida. ¿Comprendes ahora por qué Satanás te odia? Vassula Mía, apóyate en Mí. Nada es en vano.

¿Nosotros?

Para siempre jamás.


1 Amo a Dios hasta el punto de sentirme como una viuda aquí en la tierra.
2 Al decir Jesús estas palabras, tuve una visión del Purgatorio: las manos de un alma estaban ardiendo y, de repente, el fuego se extinguió.