7 de junio de 1988

¿Señor?

Yo soy. Estoy muy cerca de ti, hijita. Escucha los latidos de Mi Corazón…Atraeré a Mis ángeles muy adentro de Mi Corazón, para que vean y sientan Mis Heridas. Sentirán las Heridas de su Dios y, cuando lo hagan, su voz se alzará tan fuerte que Mi enemigo temblará y se sacudirán los cimientos mismos de la tierra. Cuando vean el estado en que se encuentra Mi Corazón lacerado, sentirán en su propio corazón una llama de amor por Mí, su Dios. Esos ángeles, formados por vuestra Santa Madre, preparados con amor, son la legión que vuestra Santa Madre ha preparado para defender a Nuestra Iglesia. Esos ángeles deberán retribuir el mal con el amor.

Ven, Vassula de Mi Sagrado Corazón. Yo, el Señor, te amo. Mírame. Recuerda que Yo vengo ahora con Mi Corazón en la Mano, para ofrecerlo a toda la humanidad1. ¡Cuánto os amo a todos!

(Tuve una visión interior de Nuestra Señora dentro de un Sol, un Corazón y una Cruz.)

Vassula, no te olvides de rezar el Santo Rosario.

No, Jesús. No lo olvidaré.

Ven ¿Nosotros?

Sí, Señor. Nosotros. Alabado sea el Señor.


1 Con esta afirmación de Jesús entendí que le gusta hacer partícipes de Sus Obras Divinas a muchos de nosotros, compartiendo con muchos y pidiendo que se adhieran a ese Plan Divino.