31 de mayo de 1988
¿Jesús?
Yo soy. El Santo Rosario ha estado bien rezado.
Gracias, Señor. Gracias, Santa Madre, por enseñarme.
(Había rezado las tres oraciones habituales y el Santo Rosario entero, completando esta vez las tres partes.)
Dedica tu tiempo estos días al Santo Rosario.
Sí, Señor. Señor, he estado leyendo “Misión de retorno a casa” de Gabrielle, pero no hace ninguna mención de Santa María ni del Santo Rosario.
Vassula, que se sepa que esto es lo que Yo, el Señor, llamo una antorcha engañosa. Ora por esas sectas. Yo, el Señor, no permitiré que separen Mi Cuerpo de Mi Cabeza. Esas sectas, hija, son esos reinos fluctuantes, reinos sin raíces de los que te he hablado. Te he dado ahora prueba de uno de ellos. Es inútil que te diga lo que experimenta Mi Sagrado Corazón. Vassula, medita sobre Mi Sagrado Corazón, este Corazón que nunca te falla. Yo seré tu Santo Maestro hasta el final. No sueltes Mi Mano, ¿Nosotros?
Sí, Señor.
¿Nosotros?
Si, Santa María. Gloria a Dios.