25 de mayo de 1988

(Esta mañana he estado muy ocupada y me ha sido algo difícil discernir al Señor y hablar con Él. Más tarde, me senté en el porche para comer. Mientras comía, de repente vi interiormente, con los ojos del alma, al Señor sentado a la mesa conmigo, mirando cómo comía. Me dijo: “¿Está bueno?” Contesté: “Sí, Señor. Gracias, Señor”. Hubo una ligera pausa y luego me preguntó: “¿Quieres que bendiga tu comida?” Dije: “Sí, Señor, hazlo”. Jesús bendijo entonces mi comida y se quedó conmigo hasta que terminé. Luego le di las gracias por la comida. Esto lo hizo para enseñarme que podía pedirle que bendijera mi comida antes de empezar.)

Bienamada, esfuérzate en pedir Mis bendiciones. Yo bendeciré tu alimento.

Sí, Señor. Gracias por enseñarme.

Vassula, te amo. Seré tu Celestial Maestro hasta el final.

Gracias, Jesús. Señor, he invocado a San Francisco y le he rezado. ¿Me oye cuando le rezo?

Nada queda ignorado. Todo se escucha en el Cielo. San Francisco te ha oído y está a tu lado. Ven. ¿Nosotros?

Sí, Dios mío. Alabado sea el Señor.