1 de febrero de 1987

Vassula, soy Yo, Jesucristo. Te amo. Debes saber que cualquier mensaje que contenga censuras o palabras ásperas no proviene de Mí. Yo soy amor, amor, amor.

Mi Corazón es un abismo de Amor. La enseñanza que te estoy dando está adaptada a ti. Considérate como una niña muy pequeña que sólo empieza a dar sus primeros pasos: nadie espera que una niña pequeñita camine con confianza y seguridad en sí misma. Mi enseñanza es para una principiante. Te enseño gradualmente y cada paso que das Conmigo, lo bendigo. Yo soy tu Padre1 que te ayuda y te enseña a caminar Conmigo, hijita Mía.

He aquí Mi respuesta a tu pensamiento: os amo a todos del mismo modo.

¡Hablas de almas especialmente elegidas!

¿No eres tú una elegida? Os amo a todos. Hija, ¡he anhelado tenerte junto a Mí! ¡Cuánto he suspirado porque Me amaras y cuánto suspiro por que el resto de Mis bienamados hijos Me amen! Yo los llamo. Paso todo el día y toda la noche tras su puerta, aguardando, esperando una respuesta. Los observo sin cesar. Mis ojos no se apartan nunca de ellos, los contemplo lleno de dolor. ¡Si tan sólo supieran en qué estado de pobreza se encuentran sus almas! ¡Si tan sólo supieran cómo están perjudicando y dañando sus almas!

Estoy a vuestro lado, os llamo para que vengáis a Mí. No tengáis miedo, no os censuraré. No os llamo para censurar vuestros pecados, os llamo para que vengáis a Mi encuentro, aunque sólo sea por unos minutos. Venid a Mí, pobres almas, venid a Mi encuentro y empezad a conocer a vuestro amantísimo Padre2. Él Mismo os alimentará con Su propio Cuerpo, apagará vuestra sed con Su propia Sangre3 os curará si estáis enfermos, os consolará si estáis afligidos, os envolverá con Su Amor y os calentará si tenéis frío. No Me rechacéis. Yo soy el Amor y os amo a pesar de vuestra maldad. Os digo que os amo, aunque vosotros Me despreciéis. Soy un Dios lleno de compasión, siempre dispuesto a recibiros y a dejaros vivir en Mi Corazón.

Hija, cómo me duele verlos adormecidos mientras se hunden lentamente, cada vez más, en las infames profundidades del pecado. ¡Si tan sólo supieran cómo dejan su alma sus iniquidades! Os digo que vuestra vida en la tierra no es más que una sombra pasajera, pero vuestra vida en el Cielo es para siempre. Allí viviréis eternamente junto a vuestro Creador, en Su Gloria. Porque, dejadme que os recuerde que vosotros sois Sus propios hijos.

Vassula, en Mi próximo Mensaje llamaré a todos los que Me persiguen y profanan Mi Nombre.

Sí, Señor.


1 Is 9,5.
2 Is 9,5-6: “Porque una criatura nos ha nacido (…) y es su nombre: ‘Maravilla de Consejero’, ‘Dios Fuerte’, ‘Siempre Padre’, ‘Príncipe de Paz’”.
3 Jn 6,48-51.