29 de noviembre de 1987

Vassula, ¿estás dispuesta a sacrificarte ahora más por Mí?

Señor, puedes utilizarme como Te plazca. Me he entregado a Ti. Me estoy entregando cada día.

Permanece en Mí, permanece en Mi Amor. Hija Mía, tus pruebas serán numerosas1. ¿Querrás sacrificarte todavía más por Mí, tu Dios?2

Dios mío, toma mi vida en Tus manos y haz lo que quiera Tu Corazón.

Esposa Mía queridísima, entonces, mira Mi Cruz.

(Miré, y vi a Jesús con un una gigantesca Cruz de madera oscura.)

Yo fui clavado en Ella, glorificando a Mi Padre. ¿Ves lo que te espera? Yo, el Señor, la compartiré contigo. Entonces soportarás todos los sufrimientos de que sea capaz tu alma. Yo aumentaré tu resistencia, pequeña.

Padre, haz conmigo lo que Tu Amadísimo Corazón quiera, todo lo que Te dé a Ti mayor gloria. Todo lo que viene de Ti me parece bien.

Obedéceme y agrádame. La obediencia deja al demonio impotente y le hace huir.


1 Dios me está avisando.
2 Después de avisarme, Dios, respetando mi libertad, me vuelve a preguntar.