12 de febrero de 2016

Dios mío, Padre, Rey de reyes,
hasta mi encuentro Contigo, yo yacía medio muerta
hasta que Te apareciste a mí…
¡y me encontré ante El Divino,
confundida, con temor reverencial!
me encontré ante el Creador,
como una niña cubierta de sucios harapos,
de pie, ante el País de las Maravillas;

aturdida, Tú me sonreías;
sonreías, aunque yo estaba aún
en una oscuridad infernal;

yo estaba confundida y perpleja,
especialmente al oírte decir:
“¡benditos los puros de corazón
porque de ellos es el Reino del Cielo!;
cuando de repente abriste Tus Labios
para hablar de nuevo,
un chorro de Luz, como un rayo,
brilló desde Tu Boca, iluminando mi alma,
mientras que Tu Aliento Inmortal me cubrió,
refrescando mi memoria — un milagro —
porque, cuanto más Te contemplaba,
más Te reconocía y Te recordaba;

¿quién ha puesto la Sabiduría gratuitamente
en lo más profundo de mi alma?

¡He sido Yo!

¿y quién ha dado entendimiento a mi corazón?

hijita Mía, he sido Yo…. habías nacido entonces de Mi Corazón; resucitada para convertirte en uno de Mis apóstoles y en un testigo que diera testimonio de la unidad;

sinceramente no me considero digna
de ser uno de ellos;
¡pero no te separes de mí!
en el pasado, con mis ojos cubiertos aún
de escamas impenitentes,
con la muerte cerniéndose sobre mi cabeza,
me enviaste un gran Serafín que voló hasta mí,
no para abrazarme,
sino para purgar mis pecados,
eliminarlos de mi organismo
y lavar mis sucios harapos; esto fue, Padre,
el inicio en mí de una nueva forma de ser,
tomando conciencia de mi inmortalidad,
siempre que moremos en Ti…
así me encontraba yo en mis primeros pasos
hacia esa Luz Radiante que eres Tú,
Dios, nuestro Padre…

y desde entonces, deseaste conocerme tal como Me había manifestado en el pasado a tus padres y antepasados.

¿dónde puedo encontrar palabras
lo bastante convincentes
para expresarte mis sentimientos hacia Ti?
de cualquier modo que lo haga,
siempre me quedaré corta;
mi espíritu anhela Tu Paternal Amor;
consumida de sed de Amor por Ti, Yahveh,
Te espero diariamente, incluso en mis sueños;
¡sin Tu Mano Amorosa,
ni un solo instante hubiera resistido yo
las tormentas de las feroces persecuciones
que me rodeaban durante todos estos años!
pero todas desaparecen en Tu Presencia,
y yo, como Tú dijiste una vez,
me siento como un pájaro, libre,
surcando los cielos, ¡me siento libre!

la libertad se encuentra en el Espíritu; llamo a Mí a todos los hombres; los llamo primero al arrepentimiento; los llamo a beber de la Fuente de la Vida; bendita el alma que ha llegado a amarme; sé feliz, Vassula Mía, no te demores nunca en venir a orar, sino que, amadísima, sufre por no venir a Mí en todo momento; trabaja para Mí con alegría, con paz y Amor;

Señor, mi Hacedor y Creador, ten piedad de Mí…

nunca rechazo a un alma arrepentida; prestaré oídos a todas vuestras plegarias si son conformes a Mi Voluntad; crece en Mi Amor, hija; Yo, Yahveh, te bendigo;