28 de febrero de 2006

Yahveh, con Su estilo principesco,
Se ha inclinado hasta nosotros
para alcanzarnos;
de Su majestuoso modo
nos trajo Su Palabra
como ríos que se extienden ampliamente
por la tierra reseca

Él es nuestro Juez y nuestro Legislador;
los ojos que Le reconocieron
y Le vieron en este Cántico de Amor
ya no seguirán cerrados;
los oídos de los que oyeron Su Palabra
permanecerán alerta;
y el corazón indulgente
que Lo aceptó con contrición
aprenderá integridad para honrarle;
a Él sea dada toda gloria
por los siglos de los siglos…

dos Mensajeros Principescos,
de las más altas jerarquías del Cielo,
vinieron a mí, al principio,
y se me acercaron con los nombres
de Daniel y Uriel;
como embajadores de paz vinieron a mí,
la totalmente indigna,
para hacer de esta tierra 1 sucia y seca
un campo de lirios y narcisos
que fuera digno de recibir
la Palabra de Dios…

¡dichosa la tierra que Me ha recibido!2 porque al recibir Mi Palabra te he desposado, y por Mi Dulzura y Ternura he unido tu corazón al Mío en una divina unión, para que Me llames: ‘mi Esposo’… tu Creador continuará conduciéndote con riendas de consideración, con ronzales de amor, manteniéndote junto a Mi Corazón, ese mismo Corazón al que Mi Hijo Jesús está más cercano que nadie. Yo, junto con Mi Hijo y el Espíritu Santo, he dado a tu generación el conocimiento de la salvación; te he dado a ellos para que se beneficien de todo los que Nosotros te hemos enseñado; está escrito que Mi Palabra es más dulce que la miel, incluso más que la miel que destila del panal 3; así formo Yo a los que he escogido; quiero que seas intransigente en enseñar todo lo que te he dado; esto es lo que quiero que digas;

los sacerdotes greco-ortodoxos cuestionan Tu Dulzura, Señor; me acusan tachando Tu lenguaje de lenguaje erótico;

los que se niegan a aceptar Mi lenguaje y te acusan a ti, amadísima Mía, no han reconocido Mi Majestad ni Mi amistad, ni tampoco han reconocido Mi autoridad en Mis Palabras; desprecian la profecía e insultan al Espíritu de Gracia; en estos tiempos en que reina la rebelión, ¿no habría Yo de intervenir? desbordando compasión, ¿podría permanecer en silencio? quienquiera que blasfeme del Espíritu de Gracia y de Mi Misericordia será condenado a una severa sentencia… las palabras que Yo he dado son un reflejo de las Escrituras; pero muchos no desean encontrarme tal como soy, con Mi Dulzura y Mi Belleza; esos mismos están muy lejos de la deificación y la transformación; quienquiera que no Me haya contemplado, ¿cómo puede conocerme? ¿cómo puede conocer Mi Dulzura si nunca la ha probado? por fuera parecen santos y entendidos pero por dentro son todo fango y malicia; circulan con audacia y prejuicios, dominando con rencor y maldad, hostigando a los que han recibido gracia y, a través de la gracia, La Luz y la Vida; son los sencillos de corazón, el rebaño manso y sincero, los que poseen el Espíritu Santo; éstos me glorificarán por su perseverancia, sus buenas obras y, junto Conmigo, atraerán a muchos a la Iglesia universal; ciudades y pueblos enteros se convertirán mediante los sacrificios de los que Yo he escogido; juntos desarraigaremos las inicuas abominaciones de modo que pongan todo su empeño en Mí;

continúa enseñando a todas las naciones y construyendo puentes allí donde no haya ninguno; la carrera no se ha terminado pero Yo estoy contigo; Yo soy tu sostén y estoy a tu lado; déjame a Mí a los que no hayan apreciado Mi inmenso Amor; ora por vuestros sacerdotes porque Mi Hijo llora amargamente por ellos, y evita juzgarlos; ruega por su causa, para que un día ellos también despidan un dulce olor como de incienso y Me perfumen a Mí; se fuerte, hijita Mía, y espera en Mí: te bendigo dejando el Aliento de Mi Boca en tu frente;


1 Mi alma.
2 Habla el Padre.
3 Sal 19 (18), 10-11.