13 de septiembre de 2002

Conocer a Dios y comprenderle únicamente sobre la base de las Escrituras no es suficiente. Uno tiene que penetrar en Dios para poder entender y conocer a Dios. Esto es lo que llamamos “saborear a Dios”.

Sí, tengo que tomar forma en lo más profundo de tu corazón, tanto como tú tienes que transformarte en Mis profundidades.

Niña, Yo soy Yahveh, y Me deleita visitarte en tu pobreza. Nosotros te hemos dado libertad, extirpándote del valle de la oscuridad para vivir en Nuestra brillante Luz.

Ahora, date cuenta de que estás al servicio de tu Rey. ¿Eres consciente de que te he revestido de Mi gloria, te he saturado de Mi resplandor, para que tengas libre acceso a Mis Atrios Imperiales? ¡Ten confianza cuando converses Conmigo y acepta alegremente Mi favor!

Benditos los que tienen un corazón de niño y no dudan de ninguno de estos Mensajes, que vienen de la Sabiduría, ni dudarán jamás. Éstos se han abierto a la gracia y han obtenido Mi Luz en su interior. Aquel que Se revela a la humanidad, de un modo tan inefable, es nada menos que vuestro Creador, que por Sus Palabras ha hecho volver a muchos a una verdadera vida Conmigo.

Yo soy Aquel que os ha exhortado a levantar vuestros ojos al cielo y a no pecar más. He estado dándoos repetidamente un conocimiento pleno de Mí Mismo a fin de que, conociéndome, heredéis también Mi Reino. Yo no os he hablado nunca con aspereza, sino que os he tratado con indulgencia, una indulgencia que no es de este mundo. Mis Palabras están en consonancia con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras.

Benditos los que han aceptado esta realidad sin ponerme a prueba, y no han tratado a Mi enviada desconsideradamente: tendrán una recompensa de profeta. Seguramente habéis oído antes que Mis enviados hablan en Mi Nombre, y que los que no les creen, tratándolos como impostores, o incluso denunciando su misión, pecan contra Mí, que hablo a través de ellos.

Como he resaltado antes, no he dicho nada que contradiga las Sagradas Escrituras, sino que todas Mis Palabras que he pronunciado están en consonancia con lo que ya os di. Sin embargo, parece que muchos no han penetrado plenamente en el conocimiento de Mi Palabra1. Si lo hubieran hecho, habrían reconocido Mis Odas de hoy. Habrían visto Mi Imagen en Mis Odas, que no difieren de Mi Palabra que os ha sido dada. Verdaderamente, nadie puede penetrar y comprender este misterio, el misterio de vuestro Dios que habla y está bien vivo y entre vosotros, en vuestros días, habiendo leído únicamente las Sagradas Escrituras. Para penetrar en las profundidades de Mi Palabra, necesitáis más que eso.

El conocimiento espiritual se obtiene mediante el Espíritu Santo que os ilumina las Escrituras. ¿Habéis oído de alguien que lea de noche, cuando las luces están apagadas? Sólo cuando se enciendan las luces podrá ver las palabras y leer. Sin luz no veréis nada. Sin el Espíritu Santo, que trasciende el pensamiento y que supera con mucho todas las constelaciones de luz juntas, las manifestaciones y las expresiones de la Sabiduría, en Mi Palabra, permanecerán ocultas para vosotros. Sólo el Espíritu Santo da la luz necesaria a vuestra mente para comprender las declaraciones celestiales. De otro modo Mis Palabras permanecerán selladas y cerradas. Ésta es la razón por la que muchos no Me reconocen en esta Oda de Amor.

Las Escrituras, como he dicho, reflejan Mi Divina Imagen, y si hoy no Me veis en Mis Odas dirigidas a vosotros, que se os dan por amorosa Misericordia, es porque no habéis experimentado aún Mi ternura, ni habéis saboreado jamás Mi dulzura. Vuestro pretendido conocimiento os impide verme. Bendito el que Me haya abierto su corazón, aceptándome con sencillez de corazón; él no verá Mis Odas como meras palabras, sino como poder y como el Espíritu Santo y como absoluta convicción. Y Yo añadiría que Mis Odas, cantadas a vosotros, son un poder vivo en medio de los que creéis en ellas.

Yo deseo de todos vosotros, creación, que Me veáis. Por eso os revelo incesantemente Mi Amor, desde el primer día que llegasteis a ser. Ojalá oiga algún día de vosotros: “Alabado sea Dios por mostrarnos Su infinita Misericordia y por permitirnos saborear Su Bondad. Si Él no nos revelara Su Santo Rostro en nuestros corazones, seríamos de los que creen poderle descubrir sólo con la sabiduría secular y sus estudios. Tu tesoro, Señor, está oculto a los sabios con sus eruditos conocimientos, que pretenden conocer Tus misterios y los asuntos espirituales, cuando en realidad no Te conocen.”

Os he estado enseñando a fijar vuestros pensamientos únicamente sobre cosas celestiales para que prosperéis, mostrándoos vuestro nuevo yo. Con deleite, he estado predicando al mundo entero, sin hacer diferencias con ninguno. Mi intención, como Padre, es embellecer Mi creación y renovarla, convirtiendo vuestras vidas en una incesante oración. ¿Por qué, pues, todo este clamor alrededor de Mi Nombre? ¿Por qué os permitís perder vuestra serenidad y dejaros dictar por el mundo? Vuestra realidad divina debería ser el Dios Trino y Uno, y vuestra vida debería girar alrededor de inspiraciones celestiales y estar muy escondida en Mi Hijo, Jesucristo.

¿Puede alguien descubrir por sí mismo Mis insondables Tesoros? A menos que se le dé una luz interior de entendimiento, permanecerá en la oscuridad. Repito, benditos los que creen en Mi Llamada Misericordiosa: ellos se ganarán Mi amistad y Mi intimidad.

¿Quién es la Fuente del conocimiento cristiano, la Fuente de la profecía? Es el Espíritu Santo, que enseña y utiliza todos los medios para transfigurar y renovar Mi creación. Y a los que se han quedado dormidos y rechazan la profecía en vuestro tiempo, preguntadles si han entendido las Escrituras y sus palabras.

Yo he ungido profetas para que proclamen Mis Palabras hasta el fin del Tiempo. Yo les he dotado del espíritu de Elías. Pero ¿acaso no habéis leído que “le sucederán profetas”?2

Quien Me haya abierto voluntariamente su corazón, permitiéndome invadirle, ha recogido la cosecha de vida. Entonces las Escrituras se convierten para él en una Oda sin sellar y divina, una Palabra viva, una visión de Dios, una vestidura divina para su alma. De este modo, su iluminación, gracias a Mi Presencia dentro de él, establece Mi Reino en su corazón. Cualquier misterio que parecía oculto será revelado y las Escrituras se convertirán en un cántico sonoro y audible a vuestros oídos. Soy Yo, vuestro Esposo3, que sale de Su Corte Imperial para volver vuestros corazones hacia Mí, para Mi propio designio de amor.

Sed conscientes de que vuestra generación Me ofende constantemente, y está instruida por el maligno para obedecer todo lo que contradice Mi Ley de Amor, sin venir de la Verdad Divina. Esta generación tan malvada se deja aventar por cualquier viento y camina por cualquier desvío trazado por Satanás. Ahora, Mi Hijo y Yo os hemos estado dando amplias oportunidades para que todos vosotros regreséis a Nosotros por medio del arrepentimiento, pues Somos compasivos y misericordiosos. Pero, ah…, tantos de vosotros habéis sido engañados por vuestra propia presunción…

Está escrito: “Un corazón obstinado llegará por último a un mal fin, y el que ama el peligro perecerá en él.”4 Hoy el mundo os ofrece mucha destrucción, por tanto, es mejor para vosotros que os apoyéis en Mí que soy vuestro Escudo, y digáis: “Caigamos en las Manos del Señor, no en las manos de los hombres, pues tal como es Su Majestad, así también es Su Misericordia”5

¡Ah, inclinación malvada! A pesar de todas estas Odas y avisos, las gentes de la tierra no se arrepienten, ni renuncian a sus pecados. Muy pocos siguen Mi Ley de Amor y hacen lo que Me agrada. Me inclino incesantemente desde Mis Atrios Celestiales sobre vosotros, generación, para sacaros de vuestro fango. Os he estado enviando Mis mensajeros, perfumados con mixtura de incienso, y preparados por ángeles para llevar sobre sus alas Mis Odas divinas. Los que saborearon Mis Palabras, tomaron el buen camino. ¡Cuán espléndidos estaban después de probar Mis Palabras, que sabían en sus bocas tan dulces como la miel!

Durante todos estos años he preparado y exhibido un banquete prodigioso de comida espiritual. Religión y virtud fueron Mi Tema de Amor para vosotros. Por la causa de la Verdad, te he levantado, generación, con Mi Cetro. ¿Se ha conmovido alguna vez vuestro corazón? Dulce es la melodía de esta noble Oda, ¿pero no la habéis oído? ¿No Me habéis oído dirigiéndoos individualmente Mi Tema de Amor, con el óleo de la alegría? ¿No habéis entendido cómo os he estado ungiendo todos estos años? Deteneos por un momento y pensad un poco, y comprended que Yo soy Dios en Majestad y Esplendor.

¡Ay del corazón indiferente, que no tiene fe!, pues tal corazón no tendrá protección en Mi Día. Y, ¡ay de ti que has perdido la voluntad de perseverar en la virtud y la rectitud! ¿Qué harás en la visitación del Señor? ¿Qué tendrás que decir en el Día del Señor? ¿Podrás soportar la prueba del Fuego?

Ahora estás encadenado en cuerpo y alma a este mundo. Satanás, en su furor, no te suelta, sino que te mantiene prisionero en sus mazmorras, para impedir que tú, que has perdido la gracia, te arrepientas. Envuelto por su velo, te has convertido en su juguete. Tu arrepentimiento romperá tus cadenas y expulsará hordas de espíritus malignos que anidan en ti, mientras algunos planean amenazadores sobre tu alma tan deplorable.

En tu miseria, te falta voluntad y fuerza para vencer a tu enemigo y quitarte los grilletes de carne que te atan a este mundo. Hoy, en estos tiempos de Misericordia, Yo te ofrezco la gracia como un don y como una senda gratificadora que conduce hasta Mí.

—Te ofrezco llevarte sobre Mis hombros durante tu convalecencia.

—Te ofrezco paz y descanso, pues Conmigo no tendrás que trabajar ni fatigarte.

—Te ofrezco Mis Ángeles, que vendarán tus heridas con inefable ternura, heridas infligidas a tu alma por las pasiones de este mundo. Ellos te ayudarán en tu rehabilitación, devolviéndote a la vida, regenerando tu incapacitada alma para una nueva vida en Mí.

—Te ofrezco un lugar en Mi Corazón, donde florecerás con un abismo de conocimientos de la Sabiduría. Te colmaré de inestimables dones, como un esposo colma a su esposa que ha cautivado su corazón. Y te expresaré Mi Amor, esposa Mía, mientras te rodeo con Mis Brazos, cantándote las Odas de Mi creación, y de cómo tú llegaste a ser. Te desvelaré los misterios anteriores a que la tierra llegara a existir, antes de que la naturaleza llegara a nacer. Y mientras cortejo tu alma, proclamarás a la Sabiduría: “¡Hermana mía!”. Sí, Yo te liberaré como a un pájaro de la trampa, te soltaré como a una gacela del cepo, si estuvieses dispuesto a volverte hacia Mí, reconociéndome en tu arrepentimiento.

—Te ofrezco baladas compuesta por Mí, y la gracia especial de estar en Mi Presencia, sólo tú y Yo.
—Ofrezco a tu alma estar siempre jugando Conmigo. Y Yo, como un Padre que contempla con deleite el desarrollo de su hijo y su crecimiento, vigilaré, como un águila, Mi Reino que se está formando en ti.
—Te ofrezco lo que llamas inaccesible e inalcanzable, y que Yo solo puedo ofrecer, algo que está suspendido lejos y fuera del alcance humano. Una senda no hollada por los orgullosos de corazón, una senda por donde nunca caminó ningún filósofo. Ningún oro, ningún cristal pueden jamás igualar en valor lo que Yo ofrezco. Tampoco se puede comprar con ninguna cantidad de oro macizo, ni se puede pagar con ningún peso de plata, ni se puede tasar por el patrón del oro más puro, o de ónices preciosos o zafiros, pues la Santa Sabiduría no se puede valorar. Yo solo La poseo y La ofrezco a quien quiero.

Invisible al ojo de la humanidad, y sin embargo gloriosa en Su brillantez, Yo te ofreceré la Santa Sabiduría si esquivas el pecado y huyes del mal, arrepintiéndote y reflexionando sobre lo que era falso. Y si preguntas: “Dime, Padre, dime, ¿de dónde procede la Santa Sabiduría? ¿Dónde se puede encontrar el entendimiento, puesto que está fuera del conocimiento de todo ser viviente, oculto a toda la creación?”. Yo te responderé, hijo Mío: “¿La Sabiduría? Es el temor del Señor. ¿El entendimiento? Es evitar el mal.” Yo ofrezco la Sabiduría a todos; pondrán fin a la oscuridad —ya que la Sabiduría se deleita en sacar a la luz del día los secretos que estaban ocultos— mientras contemplan las bellezas invisibles que ahora son visibles a la gloriosa Luz de la Sabiduría.

Encontrad, por lo tanto, alegría en Mí, pues Mis principios son nobles y puros, y gobierno con mansedumbre y ternura. Envuelvo de gracia a los que se arrepienten. Me repugna toda malicia y corrupción, pero Mi Espíritu libera a todos los que admiten su pecado, acabando con los maliciosos espíritus del mal.

Yo no soy un soberano terrenal, soy un Soberano de Justicia, con nobles decretos y reglas virtuosas, cargado de esplendor y majestad, no obstante, dulce y humilde de Corazón. Para alegrar tu corazón y llenarlo de gozo, ofrezco restaurar tu vista para que des satisfacción a tus ojos y Me vean a Mí, tu Dios, mientras que, lleno de admiración, clamarás a Mí: “¡Alabado sea el Dios Trino y Uno, tres veces Santo! ¡Gloria a Aquel que ha elevado mi alma y ha hecho grandes cosas por mí! Santo es Su Nombre. Alabo a Mi Dios que ha devuelto Su favor a mi alma temeraria, permitiendo que mis ojos vean Tu Rostro. Y, como Job, diré en un cántico: ‘Pequé y abandoné la senda del bien, pero Dios no me ha castigado como merecía mi pecado. Él ha librado mi alma de caer en la fosa, y permite que mi vida continúe en la Luz’. ¿Veis hermanos? ¿Lo veis? Dios está haciendo todo esto por la humanidad a través de los siglos, rescatando almas de la fosa y dejando que la Luz de vida brille radiante sobre nosotros”.

Yo te concederé la visión de tu Dios, que hoy te habla. Una visión que nunca olvidarás. Embargado por el remordimiento6 en esta deliciosa contemplación, tu espíritu, en llamas, clamará a Mí:

“Sabes, mi Señor, interiormente estoy ahora hecho pedazos, pero, al mismo tiempo, Señor, estoy en llamas. Te he mirado y estoy ardiendo de divino Amor, que me consume poco a poco. Sol Resplandeciente, a mí, feo pecador, me has acercado a Ti sin pensar dos veces que yo podría estar depreciando Tu Cetro. Has permitido que mis ojos pecadores contemplen Tu Majestad, Tu Belleza que supera al más hermoso de Tus Ángeles y, al ver esta Maravilla, me heriste hasta lo indecible. Incapaz de satisfacer Mi sed, lloro, y mi dilema me hace desdichado. Tu gloriosa Presencia me ha afectado hasta infundirme aún más anhelo por aprender cómo amarte y estar entrelazado Contigo para siempre. Mi dolor ha aumentado, y ruego a Tus Ángeles que me alivien, pero, pensándolo mejor, que no lo hagan, que este fuego me siga hiriendo; que mi sed por Ti, oh Amante de la humanidad, abrase todo mi ser; que Tu divina visitación aumente mi sed por Ti para desearte aún más.

“Tu Soberanía no tiene igual, ¡ningún igual! Tú me miraste y nuestros ojos se encontraron. Tus Ojos, más brillantes que dos gemas, magnetizaron los míos. Entonces, de Tus Ojos surgieron dos rayos de luz que alegraron mi alma, iluminándola como si un millar de constelaciones se precipitaran sobre mí, y toda oscuridad o sombra lúgubre en mi alma se desvaneció. Confundido por haber recibido de repente la Luz de Tu Gracia, Tu gloria resultaba insoportable para la carne y la sangre. Entonces, me hiciste un guiño y me desmayé. Fue como si se tambaleara el suelo bajo mis pies. Las expresiones de Tu Amor por mí hacen que mi corazón desfallezca, pues son, Señor mío, demasiado arrolladoras para que mi pobre alma las pueda soportar. ¿Puede alguien medir la magnificencia de Tu Grandeza y Tu inexpresable majestuosidad? ¿Quién ha visto a Yahveh y no se ha desvanecido de pasión? Quedo impotente ante tan fascinante Belleza…”

Dime pues, criatura que amo y en quien Me deleito, ¿qué se siente al descubrirme dentro de ti? ¿Qué se siente al caer en las Manos del Dios Todopoderoso? ¿Qué se siente? Dime, amadísimo de Mi Corazón, ¿qué se siente al oír a tu Creador cantarte —y sólo para ti— Odas y Baladas mientras te hallas en Mi contemplación? ¿Qué se siente al saber que El que te canta y vive en una Luz inaccesible, teniéndolo todo en Su Mano, está contenido en tu corazón, y a pesar de ello, sin estar contenido? ¿Qué se siente al ser lavado en Mis aguas lustrales, sumergiéndote en Mí?

Ten buen ánimo, pues, y vive una vida piadosa. Mi esplendor no tiene igual. Conversar Conmigo dejará en ti recuerdos inolvidables. Contemplarme satisface tu sed, pero nuca la apaga, más bien, la aumenta. Sólo en la Visión Beatífica puede tu alma saciarse y satisfacerse en la plenitud de Mi Presencia. Criatura, sin Mi asistencia Misericordiosa, tu alma se habría marchitado incluso antes de nacer. ¡Sin Mi ayuda, tu vida sería una desolación, inmóvil, totalmente desconectada de Mí, la Divinidad! ¡Ah, si tu alma supiera tan sólo qué peligros atraviesa a diario!

7Abre tus facultades, Vassula, y absórbeme8.

Oh, Señor Bendito, Tú eres Aquel
que deslumbra mi alma sin cesar;
fluyendo en mí como un Río fluorescente,
iluminas mi alma, poniendo en mi corazón
la Luz en la que vivo.

Aún estoy perpleja ante Tu elección
y que Te hayas unido a Ti Mismo en mi alma,
que Te hayas unido a Tu Espíritu
en el centro de mi corazón.

Tú me has hecho vivas las Escrituras,
y Tus palabras en ellas
se han hecho audibles a mis oídos,
y comprensibles en mi corazón y mi mente;
palabras de Vida Divina.

Tú has hecho realidad
las realidades inalcanzables:
el Reino de los Cielos…

Tú has hecho tangible Tu Palabra,
haciéndonos comprender que,
verdaderamente, el Dios Trino y Uno
no es más que un solo Dios,
y que los Tres son una sola Substancia,
un solo Poder y un solo Conocimiento…

Tú, consubstancial con Tu Hijo,
has desvelado los planes ocultos,
escondidos en el abismo de Tu Amor,
enseñándonos que nuestros cuerpos
también pueden ser resplandecientes
como Tu Luz Divina,

Tú has estado dando a mi alma
plena conciencia de Tu Presencia,
y desde entonces Tu Amistad
ha herido interiormente mi corazón;
Tu mirada sobre mí me ha hecho pedazos.

Sensación y Razón, ¿para qué os necesito?
Tu Fuego, Dios, me ha consumido,
reduciendo a cenizas mi ego.

Soy transitoria,
estoy rodeada de cosas transitorias,
pero Tú quiebras las Leyes de la naturaleza
y cada día aparecen nuevos milagros,
a través de Tu Mano.

Y a quienquiera que se acerque a Ti,
Tú le prendes fuego, transformándole en llama,
pero con una promesa:
que no se convertirá en cenizas…

Bendito el que pueda apoderarse de Ti
y abrazarte: la virtud y el Amor divino
serán su pan de cada día.

Oh, Padre Bueno y Amante,
que nos invitas a cada uno
a morar inseparablemente
con la Santísima Trinidad,
y a ser dioses por participación,
haciéndonos factible alcanzar la Divina estatura
de Tu Hijo, Jesucristo.

Liturgia de mi alma, Catedral de mi corazón,
Incienso Perfumado del Universo,
Arquero Implacable, Oda Divina,
Abismo de Amor trascendente, Corona Brillante,
Perfume Espiritual de nuestra alma,
Luz Tres Veces Santa.
Ya no soy capaz de pronunciar
ni una palabra inteligible…, ni una alabanza…

¡Ah, Vassula!, tengo intención de cantarte todos los días de tu vida. Descúbreme dentro de ti. Descubre Mi Reino en el centro de tu corazón. Descubre Mi Grandeza dentro de ti. Así pues, dime, dime, ¿cuál es el gran milagro de vuestra época? ¡Dime! ¡Dime!

El gran Milagro de nuestros días
es que Tú has descendido del Cielo,
manifestándote de un modo u otro a los pecadores.

El gran Milagro es que el Santísimo
que trasciende el entendimiento y el raciocinio,
nos está visitando y nos habla.
Él está entre nosotros y con nosotros.
Él habla de distintas maneras.

Él cura a los enfermos, resucita a los muertos,
nos inunda de Sus Instrucciones,
visita a los pobres, libera a los cautivos
y consuela a los corazones quebrantados.

Éste es el gran Milagro de nuestro tiempo…

Has dicho bien.

¡Oh, Día del Juicio! ¡Cuándo Mi Hijo resplandezca en lo alto del firmamento!

¡Bendito el que cree en Mi Palabra y cree que este Día no es una palabra meramente simbólica para sus oídos! Bendito el que no vitupere lo que viene del Espíritu, ni Lo ridiculice, cuando Mi Espíritu declare el ‘Fuego’ que ha de venir pronto sobre los pecadores.

¿Cuántas maravillas más tengo que hacer para satisfaceros y oír de vosotros: “Siento haber pecado”? Déjame oír estas palabras:

“Mi alma tiene sed de Dios,
pero mi lengua me llevó al pecado.
Mas, ahora, mi corazón se ha encendido
y arde lentamente dentro de mí,
desde que Tú me visitaste.

“Tú, que eres el más bello
de todos los hombres y ángeles,
perfección de belleza y asombro de gracia,
revestido de zafiros incoloros,
deja que Tus llamas santifiquen
a todos los que se acerquen a Ti.

“Limpia mi culpa
y que Tu Santo Rostro brille sobre mí.
Purifícame del pecado y abre mi oído
para que oiga y comprenda
las Odas que Tú nos cantas.
Amén.”

A esto responderé: “Yo nunca te fallaré, hijo Mío. Ven a Mí, y descansa en Mí. ¿No has comprendido que soy Fuego, un Fuego que inflama todo lo que Yo tomo? Todo aquel del que Me apodero, se tambalea en las llamas del Amor divino.

“¿No he declarado Mi Fuego en las Escrituras? ¿No lo he declarado varias veces en esta Oda?9 Aunque tu espíritu, en medio de su pecado, se encoja de miedo y de insoportable dolor cuando Me reconozca, Yo emitiré al mismo tiempo Mi Fragancia, y tu alma, en Mi Presencia, aunque aterrada al verse desnuda y en descomposición por el pecado y la transgresión de no haber seguido Mi Ley de Amor, se alegrará de que Yo, su Creador y su Dios, la visite.

“Cuando llegue sobre ti este día, el día que Yo llamo “el Día del Señor”, las escamas que cubren tus ojos se desprenderán, y verás tu yo real. Mi Fuego te reducirá a la nada ante tu consternación. Pero no te ahogues de miedo, ten buen ánimo, pues ¿de qué otro modo podrías verte a Mi lado? Cualquier mala tendencia que quede se volverá inactiva. Esta purificación es para transformar tu alma, a fin de que no se aventure de un lado a otro sin objetivo, sino que venga a Mí, que soy tu único Esposo divino.”

No creo que muchos de vosotros hayan entendido lo que significa el Día del Señor. Cuando la voz del pájaro se silencie y callen las notas de su cántico, sabed que, en este silencio, llamaré a juicio todos vuestros actos ocultos, buenos o malos. El Día del Señor puede compararse a un mini tribunal. Una Purificación por Mi Fuego que conducirá tu alma a Mi Gloria y a una perfecta unión Conmigo.

Cuando un alma está horriblemente manchada por el pecado, repugnante para Mí y para Mis Ángeles, Santos y bienaventurados, Mi visita la10 hará entrar en dolores de agonía y no se escapará de Mi Día. ¿De qué otro modo haré que tu alma se vuelva incorruptible y libre de pecado? ¿De qué otro modo puedo llevar a esas almas al arrepentimiento? Solamente cuando las desnude con Mi Fuego, y vean por sí mismas en qué estado están, sólo entonces se darán cuenta de hasta qué punto eran posesión de Satanás. A aquellas en las que esté ardiendo Mi Fuego Divino, purificándolas, las consumiré con ese Fuego inmaterial, despertándolas y haciéndolas por fin conscientes de cómo están siendo transformadas. Transformadas con dolor, pero también con gozo, por el Amor de Mi Fuego transformador.

Para quien ya Me posea en cuerpo y alma, y Yo le posea a él, el Día del Señor no caerá sobre él, ni lo experimentará. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo ya habrá hecho sentir Su paso en ellos. Ya les ha llegado el Día del Señor. Podéis llamar también a ese Día, el Día de Mi Visitación. Tras ese Día, el arrepentimiento y la obediencia a Mi Ley de Amor serán el tema de aquellos que Yo regenere con Mi Fuego. Ablandaré las almas que ahora son cual roca11, y calentaré los corazones que son como hielo, y al momento se sentirá Mi Presencia en su resurrección.


1 Las Escrituras.
2 Si 48,8.
3 Is 54,5.
4 Si 3,26,
5 Si 2,18.
6 El dolor de no poder gozar plenamente de la Visión Beatífica, y de no estar en el Cielo.
7 De repente Dios se detuvo y se volvió hacia mí para hablarme.
8 Entendí “préstame toda tu atención”, y no es que no se la estuviera prestando…
9 Mensaje del 15 de septiembre de 1991.
10 ‘La’ se refiere al alma.
11 Este largo mensaje tardó días en completarse.